Viajemos mentalmente a 1795 de la mano del sacerdote francés Duparc. Nos encontramos en el Tibet, en la recién descubierta ciudad de Hsing Nu. Lo particular de esta ciudad antigua son sus peculiares caracteristicas
El Tiber esconde muchos secretos.
Hsing Nu poseia mas de 1000 casas laminadas en plata, y junto a estas, una pirámide de tres plantas y una torre azul de porcelana. En su palacio real, los tronos estában decorados con enigmáticas imágenes del sol y la luna. Dentro del palacio, se encontraba una piedra con una enigmática inscripción: "Piedra traida de la Luna".
La piedra, aparte de la intrigante descripción, poseia grabados que representaban plantas y animales desconocidos aún hoy en la tierra.
Damos un gran salto en el tiempo hasta 1854, donde otro frances, Latour, continuó las investigaciónes de su compatriota francés Duparc. Latour descubrió lo que el llamó de tumbas, las cuales guardaban armas, escudos y joyas de cobre y oro, incluso documentos que hablaban de viajes mas allá de las estrellas.
¿Una civilización extinguida?
Uno de los documentos, representaba una pirámide de tres plantas. Muchos investigadores que han indagado, afirman que simbolicamente representa "La tierra en el medio, cuando los hombres vivian mas allá de las estrellas, y la tierra nueva, abajo de estas"
Las inscripciones toman una interpretación mas intrigante: "Los hombres consiguieron, por medio de naves altamente avanzadas, ir hasta otros planetas y volviendo posteriormente a la tierra. No pudieron realizar nuevas viajes debido a un tremendo cataclismo de fuego que terminó con la civilización terrestre, dejando Hsing Nu como vestigico de su existencia"
Los Dalai Lama y sus contactos con extraterrestres.
Los rusos tuvieron acceso a los documentos tras la muerte del dictador Stalin. En una expedición realizada a la región del descubrimiento organizada por el arqueólogo Leonid Vasiliev, el profesor Kajinaki y el Dr. Naumov estos depararon en un monasterio de la región con un Dalai Lama que admitió, tras mucha insistencia por parte de los arqueólogos, que en ciertas condiciones rea posible un contacto extraterrestre. Tras mucha insistencia, dos de los científicos consiguieron la permisión para presenciar uno de los contactos.
Durante el periodo de preparación, que duró varios dias, fueron alimentados de una forma especial e instados a entrenar de forma constante el yoga, para acentuar la concentración en el momento del contacto.
El momento del contacto.
Los tres, los dos científicos y el Dalai se reunieron en una sala del monasterio, se dieron las manos y se concentraron tal y como habian aprendido en el entrenamiento previo. Lenta y progresivamente, una imagen fué proyectándose tomando forma humana. Según los científicos, el rostro era imposible de definir y parecia observar a los tres fijamente.
Posteriormente, los contactados sintieron, en forma de zumbidos, como si les estuviesen transmitiendo algo, pero que no consiguieron descifrar. Finalmente, la figura desapareció dejando un impresionante brillo por unos momentos.
El extraño descubrimiento de John Spencer en Mongolia.
En 1930, John Spencer, un arqueólogo americano ascendia una montaña en dirección a un monasterio lama de la región, pero a mitad de camino paso mal y perdió los sentidos fulminantemente. Por suerte, algunas horas después fuí recogido por unos mojnjes del monasterio de Turim y llevado a dicho monasterio.
Tras un peridodo corto de recuperación, John ya paseaba por los jardines. En uno de esos paseos, John encontró una escalera que descendia a una especie de cueva. John, curioso, no se lo pensó dos veces y bajó.
Se encontró con una puerta de hierro que abrió sin ningún esfuerzo. Atras de la puerta deparó con una antesala poligonal con grabados en sus paredes representando constelaciones. Al otro lado de la sala se encontraba una puerta semiabierta que conducia a otra sala que contenia 40 ataudes diferentes unos de otros. Pero uno en especial llamó la antención de John. Este ataud se encontraba aislado del resto, y su altura era de aproximadamente 2,5 m. John no tardó en abrirlo y depararse con una sorpresa.
Se trataba efectivamente de un cuerpo de 2,5 m. de altura y, ajustado al cuerpo, vestía una ropa plateada que lo cubria del cuello a los pies. Lo impresionante es que sus ojos parecian vivos e irradiaban una extraña luminosidad.
Tras unos minutos de observación subió al jardin y se acercó al Dalai para preguntar sobre dicho cadaver. Tras mucho insistir, el Dalai dijo: "El cadaver que tanto te ha impresionado perteneció a un maestro que vino de las estrellas, un extraterrestre."
Fernando Alejula Lopez viajó al lugar en 1973, contató los hechos y los incluyó en uno de sus libros llamado "Hacia la física de los OVNIs".
La región del Tibet y del sur de Mongolia son un grán filón de misterios por desvelar, ¿Nos deparará el futuro con mas descubrimientos de tal calibre? El tiempo nos guiará.