La Creatividad: Un Don del Espíritu
Muchas veces hablamos de la creatividad como una facultad sólo de los niños, así como también se dice que a través del arte podemos expresar un canal creativo. Si bien ambas afirmaciones son ciertas, son sólo una parte de lo que significa para el ser humano ser un ser creativo.
Hablar de la creatividad en los niños, su cuidado y potencial es un tema esencial, pero hay algo que debe ser tratado primero. Si bien los niños son innatamente creativos o tienen el potencial de la creatividad a flor de piel, ¿quién puede guiar a los niños hacia la creatividad, o quién puede ayudarlos a potenciarla? ¿Quién está a cargo de su cuidado? Los adultos. Si los adultos no comprenden lo que es la esencia de la creatividad como un don espiritual, será difícil que puedan conservarla y potenciarla en los niños.
No se puede dar lo que no se tiene o lo que se desconoce, antes debe ser experimentado por nosotros mismos, de lo contrario se vuelve una mera estrategia de educación.
En un momento el niño deja de ser niño y comienza a sentirse adulto, y la idea de adultez parece ser tan pesada y rígida que automáticamente este niño comienza a sentir vergüenza de jugar, de crear, de ser inocente.
Dejar de ser niño para ser adulto, dejar de jugar para comenzar a trabajar es algo que interiormente ha endurecido al ser humano. Sin embargo, el separar el juego del trabajo o dejar de ser niño por cumplir una edad, es mero código social. Es cuestión de concepción y de educación. Una educación que ahora muchos están evaluando con la mirada en los niños, pero que antes requiere de una auto-reflexión, revisión interna y cambios de las propias estructuras de vida. Es un cambio que debe plantearse primero de adentro hacia afuera en vez de de afuera hacia adentro.
La creatividad como expresión de la conexión espiritual
La creatividad no sólo se experimenta en el arte, es más, el arte es una consecuencia de un ser creativo. El arte llega después que la creatividad. No hace falta pintar, hacer música o escribir algo fantástico, para recién considerarnos seres creativos. El arte es una consecuencia de un estado interior del espíritu. Cuando un espíritu está vivo y despierto en un ser humano, este se convierte en creador de su destino, en vez de víctima de él. Y es muy posible, que si una persona es creativa en su vida, tenga real interés por el arte y se sienta llamada por alguna de sus ramas.
¿Y qué es la creatividad? Es la originalidad, es practicar lo nuevo, o hacer único aquello que es repetido sistemáticamente. Todo, hasta lo más monótono, puede ser convertido en un acto creativo si de autenticidad se trata.
La creatividad es una manifestación espiritual, un don que lo hemos recibido todos, sin excepción alguna. A través de nuevas ideas, percepciones, pensamientos y sentires nuestro espíritu nos está hablando e invitando a nuestro propio destino. Pero nuevamente repito, para despertar este don que hemos traído, debemos derribar muchas barreras que hemos adquirido, desde temprana edad en la educación, y otras incluso, nosotros mismos nos las hemos impuesto en la adultez, por miedo a ser demasiado diferentes o a equivocarnos de camino.
Seguramente todos estamos de acuerdo en que es la diferencia, algo que falta en el mundo hoy. Es así, que si queremos que el mundo se transforme, debemos comenzar a habilitar aquellas puertas que hemos cerrado consciente o inconscientemente.
¿Cómo se empieza?
Se comienza flexibilizando la mente, una mente que dé permiso en vez de ser una limitación o una pared que no deja pasar nada que no sea lo común a mi propia mirada y a la de los otros.
Se comienza dejando ser a nuestros impulsos profundos, dejándonos expresar, decir y hacer lo que aparece desde nuestra esencia.
Se comienza perdiendo el miedo al rechazo de los demás. El miedo al error o al ridículo. Pero antes de esto, se comienza perdiendo el miedo a perdernos en nosotros mismos, a perder las riendas y el control de todo lo seguro que hasta el momento hemos sostenido.
Y principalmente, confiando en que este impulso no es huérfano, es hijo de nuestro espíritu y nuestro espíritu habita en un lugar donde todo es posible, y a la vez trae el registro de la misión que debemos expresar en nuestra vida y el mundo.
¿En cuántas dimensiones habitamos? ¿Y cuántas dimensiones utilizamos, habilitamos?
Si comprimimos el espacio y las posibilidades que somos capaces de vivir como seres multidimensionales y con capacidades de creación, estaremos desaprovechando un gran potencial.
Si nos animamos diariamente a romper nuestras propias ideas, rutina, patrones de comportamiento, si pasamos de lo monótono a una vida dinámica y creada en el día a día, nos convertimos en Seres Humanos Creativos.
Así como un músculo se ejercita y por esta razón toma tonicidad y fuerza, también podemos poner en ejercicio este don de nuestro espíritu. Revisar la vida, la creatividad en la vida: patrones de conducta, carácter… ¿siempre actuamos igual? ¿Nos permitimos hacer algo que nos sorprenda y sorprenda? ¿Podemos animarnos a hacer aquello que siempre pensamos que era una locura? ¿Tenemos la valentía para equivocarnos y la fortaleza para retomar el camino, enriquecidos por la experiencia?
¿Qué idea tenemos del error? ¿Equivocarnos es lo peor que nos puede pasar?
Un salto al vacío
Cuando se produce un cambio hay un momento que es el más crítico y que es el que en general no se tolera y se decide volver atrás. Es un momento de vacío, donde no hay nada en apariencia. Una incómoda e insoportable “nada” para la mente. Un lugar donde hay silencio, para la mente, un abismo profundo. Es sólo un instante, un necesario instante de reconexión, pero a la vez es un estado tan desconocido para nosotros que el pánico es inminente, y si no lo observamos como tal, puede tomar el control. Si así sucede, la persona se vuelve atrás diciendo “Antes estaba mejor”, “Basta de todo esto, me voy a volver loco”, “Antes estaba más cómodo, tenía todo lo que necesitaba”, “No puedo seguir con estas ideas, no me está haciendo bien”.
Y como el universo atrae a nosotros lo que emitimos desde vibración y pensamiento porque entiende que lo que emitimos es lo que queremos, el afuera se vuelve espejo de lo de adentro y aparecen ciertos personajes, como en una obra de teatro, que nos dicen “¿Estás seguro de lo que estás haciendo?”, “Piénsalo bien antes de cambiar de… y si después te arrepientes”, “Todos estamos preocupados por ti, qué está pasando que estás tan cambiado”.
Al recibir estas devoluciones y juicios del afuera la persona se enfurece, se desestabiliza y esto suma aún más a sus temores y crisis. En realidad lo de afuera está siendo reflejo de sus propias dudas y juicios hacia sí mismo.
Debemos aprender a encontrar la paz en el no saber hacia dónde estamos yendo, primero porque el que no sabe en realidad es la mente calculadora, y segundo porque si lo sabemos todo, no habrá lugar para que entre algo nuevo.
Es habitual vivir los momentos de cambio como crisis, una crisis que se genera de la resistencia a encontrarnos con nosotros mismos, con el alma desnuda, recién nacida. Según cuanta resistencia y miedo manifestemos en esta transición, la podemos atravesar en un estado depresivo, con fobias e incluso alguna enfermedad. Pero, ¡si sólo estamos naciendo! lo que está sucediéndonos es maravilloso, es un despertar del ser humano creativo.
Para la mente que no acostumbra a habitar este espacio ni un no tiempo, esto es absolutamente incómodo y doloroso. Cree que es la muerte, cuando en realidad se está experimentando un nuevo estado de conciencia.
Ese instante de aparente vacío no es negativo sino necesario. Es el instante primero que aparece cuando un niño va a nacer y sale del útero para respirar por primera vez el aire de su propia vida. Hay un instante en el que parece que el niño no respira, pero en realidad está cambiando de aire, pasando del aire de la madre al propio.
Lo mismo nos sucede cuando la sensación de estar en un terreno desconocido nos hace sentir un tremendo vacío. La realidad es que tenemos la posibilidad de dar un salto cuántico, de dar a luz a nuestro Espíritu que a partir de ese momento respirará el aire se su propia vida.
Si en este momento de transición en vez de entrar en pánico, entramos más que nunca en nosotros mismos, salimos a caminar, meditamos, nos permitimos el silencio y la soledad, detrás de este aparente vacío, descubriremos un coro de ángeles que está cantando en la voz de la creación, y no está cantando porque sí, nos está regalando este lenguaje para que comencemos a crear nuestro propio universo.
Por: Nancy Erica Ortiz
Creadora del curso "Los Niños de Hoy"
www.caminosalser.com/nancyortiz
Edición: Normi Sartori
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Nancy Erica Ortiz
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