6. Volvamos, pues, hacia atrás, tras este inciso publicado en la nota anterior, al momento en el que Sabiduría ha “pecado”, y concentrémonos de nuevo en este escenario. La “caída” tiene dos resultados, ya mencionados.
Recapitulemos:
A) El primero es que
Sabiduría resulta expulsada del Pleroma: queda fuera de él, como se ha dicho en 5.
B) El segundo es lo que hemos mencionado al final de la nota anterior: la
creación de la materia como una sustancia espesa e informe, la materia primordial, que no tiene "forma" aún. Aquí se nota el influjo de Aristóteles en la gnosis: la división entre “materia” y “forma”. La primera materia sin forma alguna es mera materia, por así decirlo simple “materia inteligible”.
Una vez fuera del Pleroma, Sabiduría cae en la cuenta de lo que ha hecho y se arrepiente. Entonces el Pleroma decide salvarla. Sabiduría es redimida por el Pleroma al enviar éste una de sus entidades divinas a rescatarla de su pecado. Este eón se llama Salvador. Este eón y su tarea quedó también ya señalado en el inciso de la nota anterior.
7. El mito precisa que el arrepentimiento de Sabiduría tampoco queda sin consecuencias: • De la
pena y llanto de Sabiduría por haber pecado surge la materia primordial mencionada más arriba;
• Del
arrepentimiento y conversión de Sabiduría surge una entidad superior a la materia: el Demiurgo, que como dijimos es un ente tomado de Platón. Debe saberse que para aquellos judíos ilustrados que están poniendo los fundamentos de la gnosis y del gnosticismo allá por el siglo I a.C. Platón era como un “santo pagano” inspirado por Dios. Dios le concedió proporcionar al universo ideas sublimes que ayudan a completar la Biblia.
Inmediatamente explicaremos cómo este Demiurgo manipula la materia primordial, inteligible, y hace surgir de ella el universo visible.
8. La materia aún informe creada por Sabiduría, no es todavía el universo, pues le faltan las formas. Y es el Demiurgo el encargado de imprimirle esas formas. De aquí se deduce que ni siquiera Sabiduría crea directamente el universo, sino por medio de una entidad, divina ciertamente, pero inferior, generada por ella.
Este personaje, el Demiurgo, es descrito de diversas maneras por los gnósticos. Pero en todos los sistemas es un ser divino, un dios inferior, que ignora que por encima de él se halla el verdadero y trascendente Dios, el Uno.
A partir de la materia generada por su madre Sabiduría, y tomando como modelo las formas de las cosas que existen en la divinidad (¡las ideas platónicas!), este Demiurgo crea el universo.
A pesar de ser el Creador, en unos grupos gnósticos
el Demiurgo es un ser malo y perverso; en otros, simplemente necio por no saber que hay un Dios superior a él, el Uno o Padre trascendente; en todos los grupos gnósticos, este Demiurgo es Yahvé, el dios del Antiguo Testamento, a quien los judíos creen equivocadamente dios supremo, por haber creado el universo. En todos también, el Demiurgo es un producto de Sabiduría, y es un ser divino inferior pero que tiene dentro de sí una “chispa” o centella divina que procede de la sustancia de su Madre, Sabiduría (inferior).
La función del Demiurgo en el gnosticismo es hacer de eslabón en la escala descendente de los seres entre el Dios trascendente con su Pleroma y la materia corporal o sensible tal como la vemos en el universo. En el medio se halla, pues, Sabiduría.
El Uno o Padre sigue siendo supertrascendente: no pudo implicarse de modo directo en crear el universo. Queda así exonerado de algún modo de la creación de algo material, y por tanto imperfecto y malo. ¡Dios está libre del mal!
Seguiremos
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
Antonio Piñero Viernes 5 Noviembre 2010