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De: Alex argos (Mensaje original) |
Enviado: 15/09/2011 12:12 |
15/9/2011 Sigo en pie «Estoy muy lejos de plantear mi felicidad en base a los bienes materiales y sigo siendo capaz de disfrutar lo que tengo sin caer en la desesperanza por obtener aquello de lo que carezco»
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Me siento, a estas alturas de la vida, casi igual que cuando era joven. Mis propósitos, afanes, preocupaciones, planes, ilusiones, temores, limitaciones, aspiraciones y aficiones tienen, en lo general, las mismas características que en aquellos tiempos.
Estoy muy lejos de plantear mi felicidad en base a los bienes materiales y sigo siendo capaz de disfrutar lo que tengo sin caer en la desesperanza por obtener aquello de lo que carezco.
Tengo la fortuna de apreciar y dimensionar lo que me rodea y vivo en armonía con lo que soy capaz de generar por medio de mi trabajo diario.
Sigo esforzándome diariamente por ganarme el cariño y respeto de mi familia, amigos y compañeros de trabajo, pues siempre he sabido que los amores se mantienen y crecen a la luz de la devoción y cariño con el que se cuidan y bien les hace regarlos frecuentemente con agua del corazón.
Mantengo vivos mis amores, los pasados y los presentes, porque ellos me dan la energía para seguir caminando.
Conservo los afectos de mis amigos en el reducto interno que para cada uno he ido formando a través de los años y lo cuido como un espacio que a perpetuidad y por derecho a cada uno corresponde.
Guardo un especial agradecimiento a todos aquellos que han aportado con generosidad un pedacito de su alma y su corazón contribuyendo a hacer de mi lo que soy ahora y lo que seré mañana.
Uso como energía pura la confianza que tuvieron y tienen en mi quienes me han ayudado a formarme durante todos estos años; Esas personas que estuvieron conmigo durante mis años niños, mis años jóvenes y mis años adultos, y que, en conjunto me han preparado, espero, para vivir bien mis años viejos que pronto habrán de venir.
Tengo presente a mis antepasados quienes me ofrecieron sus hombros para que mis pies comenzaron su trayecto y cuido que mi par de piernas sean fuertes para que se apoyen en ellas los pasos de quienes de mi nacieron.
Procuro que mis pies se conserven firmes y en contacto con el piso, aunque es frecuente que mi imaginación se de el lujo de volar y de soñar con un armonioso hoy y un mejor mañana.
Cuando en mi existe frío, producto de las lejanías, desavenencias y desencuentros con mis semejantes, llamo a la hoguera de mi corazón para que me fortalezca, y le pido que me de el calor que me permita asumir mis culpas para saber pedir perdón.
Y cuando recibo por cualquier motivo la disculpa ajena, trato de ser de fácil perdón y olvido. Bastante penitencia paga quien asume su culpa como para se cometa el exceso de hacerle el momento más difícil.
Procuro vivir en paz conmigo mismo pues se bien que no se puede ofrecer tranquilidad cuando uno mismo no la tiene para si.
Sé que para volar solamente se requiere dar fuerza a las alas de nuestra imaginación y tomar rumbo hasta donde la nada existe.
Sueño con una vejez acompañada, en donde la mano de ella sea mi guía y donde la mía sea su sostén.
Quiero repetirme en cada acto de quienes buscan una forma digna de vivir y que sus afanes impregnen mi alma para seguir adelante y vivir cada día como manda Dios.
Quiero tener algún día el privilegio de llegar hasta lo más alto, donde el espíritu tiene su fortaleza y nuestra fe su razón de ser.
Este es un documento para compartir, que llegue en su vuelo a donde deba llegar.
Jorge Luis Borges
Gentileza, Marian Benedit
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Hallé este articulo casualmente en Pijamasurf y lo ligo aqui, recordé que cuando supe del Aleph de Borges, sería en los 70´s, la fecha en que estaban de moda los hongos, la mariguana y el movimiento hippy (aunque no mero en su clímax, pero al fin), podría haber algun dato confiable de lo abajo insinuado, de mi parte si probé los hongos alucinantes (pero de los llamados "san isidro") y fué algo increíble!!, si, tuve unas experiencias de las más increíbles, fuera de las alucinaciónes sensoriales propias, un estado alterado de conciencia que me llevó a expandir mi conciencia mente y espiritu hasta lo extrasensorial pasando por lo espiritual jamás experimentadas por mi entonces, sin duda desde esos años mi vida cambiaria en la percepción de mi realidad... hasta hoy.
Estudiaba en esos años Psicologia en la universidad, la cual dejé a medias y me fui hacia otros interéses.
¿Comía hongos alucinógenos Jorge Luis Borges?
¿Estuvo inspirado el genial escritor argentino por los psicodélicos, particularmente en la visión holográfica del Aleph? Una tesis que sugiere esto circula el Internet citando a su esposa como fuente.
No hay duda que pese a declararse agnóstico, Jorge Luis Borges penetró los arcanos de la conciencia humana, logrando algunas de las mejores metáforas para describir, místicamente, al universo y la divinidad. ¿Pero esta claridad perceptiva fue el resultado nada más de sus lecturas y de su inteligencia o también pudo haber estado inspirada en el uso de psicodélicos para alterar su percepción? Aunque la imagen esterotípica que tenemos de Borges —la de un viejo ciego caminando por un laberinto con un bastón— hace que parezca desaforado sugerir que el gran escritor argentino tenía una afición por los hongos alucinógenos, también es cierto que el universo guarda sus mejores secretos y que cosas más increíbles se han visto.
Existe una socorrida teoría en Internet que señala que la experiencia descrita en el Aleph, el momento culmen holográfico de la percepción de la totalidad implicada en una esfera tornasol de dos centímetros, fue inspirada por la ingesta de psilocibina, vía unos “pajaritos”. Asimismo se ha esbozado que el “coñac” que tomaban Carlos Argentino —el dueño del Aleph— es un código para otra bebida psicodélica. Ciertamente se podría argumentar que Borges no necesitaba de una estimulación externa para conjurar sus laberintos cósmicos y que ligar su literatura a los enteógenos es un desprovecho . De cualquier forma, como parte del mito que urde su madeja en la biblioteca universal que simula el Internet, reproducimos esta teoría:
«La tesis central, como ya adelanté, consiste en afirmar que en El Aleph don Jorge Luis deja un rastro del medio utilizado para alcanzar esas experiencias. El famoso seudo coñac, que Daneri sirve antes de bajar al sótano y que en vez de provocar los síntomas propios del alcohol, es decir relajación y amodorramiento, genera rigidez, malestar e insomnio, perdone la repetición. Hasta aquí claro, apenas un ejercicio de hermenéutica. Pero El Micólatra trae luego a colación un Congreso de Mística realizado en Ávila en 1993. El cónclave se cerró con una ponencia de María Kodama titulada “Jorge Luis Borges y la experiencia mística”. Al concluir su exposición, la señora se prestó a una ronda de preguntas sobre el tema. Juan Goytisolo, sarcástico como es habitual, inquirió si Borges se arrojaba en paracaídas para provocarse esos trances místicos. La señora Kodama se tomó un instante y contestó, segura: “a Borges le gustaba comer pajaritos de monte”. La platea se distendió en una carcajada de festejo a la “salida ocurrente”. Ahora bien: el autor de la nota, que estuvo presente en aquel congreso, se internó años después en el estudio de los hongos embriagantes y otros enteógenos. Así dio con un libro del micólogo Gastón Guzman, en el que se describe a una seta denominada científicamente Psilocybe hoogshagenil, que crece en Argentina durante el mes de febrero en altitudes que oscilan entre los 1.000 y 1.800 metros. También se da esta especie en Colombia, Brasil y, especialmente, en los estados mexicanos de Oaxaca y Chiapas, donde se los encuentra entre julio y agosto. Estos hongos, según estudios químicos, poseen más de 0,30 por ciento de psilocibina y otro 0,30 por ciento de psilocina. Es decir, se trata de una seta que, una vez desecada, tiene una potencia alucinógena muy considerable. Guzman añade que esos hongos son conocidos en español con el nombre vulgar de “pajarito de monte”».
Como detalle de psiconáutica literaria, este texto de Rafael Toriz en el que se cita el recuento de Guillermo Cabrera Infante de una velada en la que el cubano llevó “space cakes” de hachís a una reunión en Londres con Carlos Fuentes (quien se escandalizó), Mario Vargas Llosa y Octavio Paz (quien desgustó el chocolate psicoactivo). Relata Cabrera Infante:
«Los ingleses permanecen borrosos como sombras en mi memoria. Pero recuerdo muy bien a Octavio (Paz), a quien acababa por fin de conocer. Cuando le ofrecí un pedazo de chocolate Carruthers… Octavio lo tomó como el manjar que era y se lo llevó a la boca —y se lo comió. Octavio, que conocía el peyote y la ganja, aceptó el regalo … Se mostró como se mostraría otras veces: un intelectual que no vacila en enfrentarse a la experiencia más provocadora de la cultura: ese cake venía de la cultura hippie … El gesto de Octavio sería igual ante la poesía y la política».
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