Hoy corren ríos de basura comercial... y se dilapidan energias (como dinero muchas veces) en pos de una programación, pero aún asi rescatemos el afecto y amor verdadero que sintamos hacia las personas, nada mas. Nada nuevo que no se sepa y es de cada quien su responsabilidad como lo tome.
Aqui abajo unas historias meramente informativas.
Y procura leer... sin dioses que nos estén fisgoneándo y ventaneándo en nuestra consciencia o detrás de la cortina o debajo de la cama o amenazándote con no darte tu domingo porque te has portado mal y has pecado... jaja!
¡que la pasen bonito!
¡Qué linda está la mar margarita para amarte!
.............................
Pero les regalo primero un poema de Jaime Sabines:
Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre - ¡qué bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida.
Jaime Sabines
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre - ¡qué bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida.
Jaime Sabines
Y como no deseo dilapidar espacio solamente dejo parte de las introducciónes.
Pues primero la siguiente que se me hace mas informativa y desprejuiciada limitándose a narrar solamente la historia tal cual está registrada (ya sabemos que la historia está escrita en su mayor parte por los vencedores y siempre ha sido manipulada pero lo dejemos aqui).
De la fiesta de la Lupercalia a la fiesta del Corte Inglés
14 de febrero. Todos los años en esta fecha las parejas de enamorados se agasajan con regalos que sirven como festejo de su amor recíproco, ¿pero se trata de una fiesta tradicional o su significado e incluso la imagen que se ha dado de ello ha cambiado radicalmente desde entonces? Hoy descubriremos de dónde viene el día de san Valentín.
El origen de una celebración semejante lo encontramos en una fiesta pagana romana de la fertilidad llamada la Lupercalia, que se celebraba todos los años el 15 de febrero. Según algunas fuentes de la época, parece que en su tiempo ya producía escándalo. Consistía en que unos jóvenes (llamados a la sazón luperci) realizaban un sacrificio con cabras en el Monte Palatino (cercano al Coliseo) y que una vez hecho esto, se vestían con las pieles de las cabras y se dirigían corriendo por las calles de Roma con tiras ensangrentadas intentando dar a alguna de las mujeres (interesadamente) con la que se encontrasen en su camino. A la mujer que le tocasen con la tira pasaba a ser la pareja sexual del luperci que la hubiese señalado durante un año. La vinculación con la fiesta actual viene por tanto, y siempre cogido con pinzas, con la idea de emparejamiento.
La verdad detrás del Día de San Valentín