Una historia olvidada
Según los Guías del cosmos, fue en Lemuria donde apareció, por primera vez, el ser humano. Lo inquietante es que surgimos como especie inteligente y dominante en el planeta gracias a la intervención genética de seres extraterrestres… Ellos habrían actuado como parte de un Plan Cósmico de evolución.
El hombre es más antiguo de lo que la ciencia oficial supone. No obstante, los libros académicos insisten en que nuestro antecesor, el “homo hábilis” ⎯bípedo, capaz de fabricar herramientas⎯ apenas nos remonta unos 1.5 millones de años atrás. El “homo sapiens”, de acuerdo a estas cifras “oficiales”, apareció después, hace unos 200.000 años.
La teoría del origen africano del hombre es la más aceptada. Se llama también teoría de “Salida de África” o teoría de “Sustitución”. Nuestro origen en África (Lemuria) es el que cuenta con más evidencias científicas.
Pero el problema sigue siendo los tiempos. Y el “salto” evolutivo que dimos.
Como adelanté páginas atrás, todo este enredo de fechas y teorías cobra sentido con el eslabón extraterrestre: seres del cosmos habrían intervenido en especies de proto-homínidos, transformándolos en hombres modernos: machos y hembras de raza negra.
Arriba: mapa que ubica la posición real de Lemuria, muchas veces confundida con Mu. El nombre Lemuria fue acuñado en el Siglo XIX por el naturalista inglés Philip Sclater. Allí nace. No hay referencias anteriores. No se trata de un nombre indígena o esotérico. El científico se inspiró en los primates lemures para explicar su morada tanto en el sector sur oriental de África como en Madagascar. Creía que en tiempos remotos un fragmento de tierra les permitía "cruzar". Y llamó a ese "fragmento", hoy hundido, "Lemuria". Blavatsky tomó prestado el nombre y lo popularizó en el mundo esotérico.
De acuerdo a los extraterrestres, hubo experimentos previos en donde llegó a “crearse” seres andróginos. Pero finalmente prevaleció el hombre tal y como lo conocemos.
Los científicos extraterrestres tenían como objetivo “acelerar” nuestra evolución para observar cómo nos adaptábamos a un mundo “laboratorio” que posee una gran diversidad de vida. Se marcharon pero nos siguieron monitoreando.
Allí constataron, perplejos, que el ser humano había logrado una profunda conexión con la naturaleza y los animales, incluso con otros seres que habitaban la Tierra… Esos seres, “hermanos menores” del hombre, son criaturas bondadosas que viven en el mundo subterráneo. Son nictálopes (ven mejor de noche que de día) al haber sido “creados” en las galerías intraterrenas del planeta. Pero esa condición los transformó en los guardianes naturales de los túneles y sus secretos…
En el año 2002, durante mi expedición a la Cueva de los Tayos, descubrí que los indios shuar conocían a esas criaturas, que llamaban “sunkies”. También hallé referencias en otros lugares que exploré, como Mount Shasta, Palenque, o Roraima.
Los sunkies formaron una alianza espiritual con el hombre antiguo de Lemuria. Y fruto de esta combinación surgió la creación de un gran disco de poder: una herramienta capaz de conectarse con el Real Tiempo del Universo.
El hombre de Lemuria había comprendido que nos hallábamos “desfasados” de la matriz temporal del Cosmos. Ello debido a que la Tierra había sido devastada por un impacto de lluvia meteórica hace unos 1.200 millones de años. Sin embargo, seres extraterrestres llegaron a nuestro planeta con la misión de cambiar ese episodio. La clave fue arribar a la Tierra “antes” de que ocurriera el incidente, viajando al pasado y creando así un “tiempo alternativo”: una suerte de burbuja ajena al tejido temporal que imperaba en el Universo.
Para nosotros, en la Tierra, era como si nunca hubiese ocurrido el impacto de esos cuerpos celestes. Pero en el “Real Tiempo del Universo”, nosotros, no “existíamos”…
Los seres extraterrestres intervinieron en nuestro mundo siguiendo un propósito superior. Un designio más allá de este plano material. Pudieron intervenir porque la Tierra era un mundo muerto debido a ese impacto. Es decir, no alteraron el “futuro” de un planeta vivo con criaturas o civilizaciones, sino que crearon una “ruta alternativa” de experimentación para que el hombre pudiese surgir y crecer.
Pero los primeros lugares de experimentación no serían en Lemuria, donde aparecería el homo sapiens. Empezaron en la actual Antártida…
Luego de la experiencia en Kayona, en diciembre de 2004, puede comprender y organizar esta información. Lo explicaré por partes.
De acuerdo a los primeros mensajes de los Guías, en nuestro planeta se desarrollaron cinco humanidades:
1. Humanidad Antártica: No era el hombre propiamente dicho, sino bases extraterrestres que se establecieron en la Antártida con el objeto de sembrar “patrones de vida”. Inicialmente, colaboraron en cambiar la química del planeta para que el proyecto sea viable: transformaron los mares ácidos en alcalinos. Luego depositaron moléculas auto-replicantes con “información genética” de las antiguas especies extraterrestres de Orión. Lo hicieron así para que en los genes del ser humano se mezclara ese patrón que nos pondría a prueba. Un segmento de los sistemas planetarios de Orión representaba la tecnología, la exploración espacial y la conflagración bélica. Curiosamente las tendencias que tiene el ser humano actual. El plan estriba en modificar esas tendencias por “influencia genética remota” a través de un camino de vida diferente al que transitaron los extraterrestres. A esta “agenda” se la conoce como el Plan Cósmico.
2. Humanidad Hiperbórica: Posteriormente a todo ello, un grupo de seres extraterrestres, de la categoría de Guardianes y Vigilantes, se establecieron en la parte norte de Europa y Groenlandia como base de observación y protección de la Tierra. Estuvieron en nuestro mundo hasta el impacto que puso en jaque a los dinosaurios, hace unos 65 millones de años.
3. Humanidad de Lemuria: La aparición del hombre. Creemos que en fechas mucho más antiguas de lo que la ciencia estima. Su más amplio desarrollo, según los extraterrestres, llegó entre el año 100.000 y 80.000 a. C.
4. Humanidad de Atlántida: De acuerdo a los Guías, hubo un episodio de hibridación entre mujeres lemurianas y seres extraterrestres antropomorfos que visitaron la Tierra. De esta unión, descrita por muchos libros religiosos de antiguo ⎯entre ellos la propia Biblia⎯ surgieron hijos mestizos gigantes. Aquellos hijos fueron emplazados en un grupo de diez islas del Atlántico. Empero, su herencia “extraterrestre” les volvió muy poderosos, guerreros y colonizadores.
Finalmente, todo ello les cegó y no vieron su inminente destrucción. Ya expliqué porqué esa civilización fue “borrada” de la faz del planeta en un solo día, como afirmaba Platón. Esto ocurrió hace unos 12.500 años. Eran, también, los tiempos de Mu en el océano Pacífico.
Los sobrevivientes de Atlántida y Mu que habían mantenido su compromiso con la luz, huyeron con los “anales históricos” de su cultura y la protegieron en el mundo subterráneo.
5. Humanidad actual (los hijos de Mu): Tiempos después de la caída de Atlántida, el planeta se empezó a recuperar de la catástrofe. Fue aquí que llegó una fuerza extraplanetaria de luz para fundar en el desierto de Gobi Shambhala, la capital de la ciudad intraterrena de Agartha. Aquellos mentores transmitirán su conocimiento a los supervivientes del “diluvio”.
Arriba: Mu eran otras tierras ajenas a Lemuria. Se trataba de un reino emplazado en el océano Pacífico. Isla de Pascua sería remanente de esa historia.
Muchos de esos supervivientes, como dije, eran gigantes, debido a la hibridación de mujeres lemurianas con seres extraterrestres.
La Tierra no estaba tan poblada en aquellos tiempos, pero se estima que perecieron millones de esos híbridos durante la catástrofe-diluvio. El apócrifo de Baruch describe la muerte de más de 4 millones de gigantes. Estamos hablando de lo que ocurrió en Atlántida. En el resto del mundo, perecieron otras razas y civilizaciones.
Tanto seres del cosmos como descendientes de los “salvados del cataclismo”, fueron los legendarios “dioses” o “héroes evangelizadores” que surgieron en los primeros tiempos de Sumeria, Egipto, India, México o Perú.
Tanto seres del cosmos como descendientes de los “salvados del cataclismo”, fueron los legendarios “dioses” o “héroes evangelizadores” que surgieron en los primeros tiempos de Sumeria, Egipto, India, México o Perú.
A la quinta humanidad también se la conoce como los “hijos de Mu” porque se espera que las nuevas bases de la civilización que viene surgirá de los descendientes históricos de esa olvidada cultura del Pacífico: desde Mount Shasta hasta la Península Antártica. Por esa razón, los discos solares se encuentran concentrados en la activa región del Cinturón de Fuego.
Arriba: El cinturón de fuego marca el resurgir de las energías desde las Américas.
Su sector oriental se está activando e involucra la región como la nueva “Kundalini planetaria”.
El tema clave es que los habitantes del Pacífico fueron los discípulos de la sabiduría original de los primeros hombres. Es decir: el conocimiento de Mu proviene de Lemuria.
Y fue en Lemuria, como ya dije páginas atrás, que empezó la historia de los discos solares.
Aquellos hombres habían comprendido que vivíamos en un multiverso: una realidad de “múltiples dimensiones” como hoy lo defiende la mecánica cuántica. Con la valiosa ayuda de los sunkies ⎯conocedores de las piedras de poder del reino subterráneo⎯ construyeron un gran espejo dorado para estudiar el Universo.
Pero ese primer disco solar fue “fragmentado” por los extraterrestres que observaban nuestros avances. Creían que era peligroso activar semejante portento en una etapa tan temprana en el caminar terrestre. Así, lo dividieron en doce partes, que escondieron en el mundo.
Luego de la destrucción de la Atlántida, para ayudar a la pronta recuperación energética del planeta, los mentores de la luz ⎯que llegaron del cosmos al Gobi para fundar Shambhala⎯ “reactivaron” las doce partes del disco lemuriano a través de la construcción de un nuevo disco: el objeto número trece. Esta herramienta permitiría enlazar a los doce fragmentos. De esta forma surgieron los trece discos solares.
Y fueron emplazados, por razones energéticas, próximos a un sector álgido de energía telúrica en el planeta: la gran espina oriental del cinturón de fuego. También conocida como la “kundalini de la Tierra”, desde allí surgiría la nueva cultura humana que, como en tiempos de la lejana Lemuria, recuperará la conexión con el espíritu femenino del planeta.
Tal y como lo aprendieron los hombres de Mu, discípulos de Lemuria ⎯la patria de los símbolos, el poder del verbo y la unión consciente con la naturaleza⎯, el hombre actual deberá despertar el recuerdo y enrumbar su relación con “la madre”. No en vano, alguno esoteristas andinos que conocen la historia de Lemuria, la llaman en quechua (la antigua lengua inca), “Hatun Pachamama”: La Madre y Origen.
La conexión de Lemuria con Kayona es que fue allí donde se llevaron los archivos de la olvidada civilización. Y, allí también, fue donde los últimos lemurianos y científicos extraterrestres idearon el plan de activación de los discos solares.
Por ello el “despertar” de la Antártida es tan importante. Es parte del resurgimiento de Lemuria.
Kayona: la ciudad congelada en la Antártida
Y es que, según los Guías extraterrestres, hace más de 3.000 millones de años se “depositaron” en nuestro planeta las primeras formas de vida primitivas, gracias a la asistencia de un grupo de científicos estelares provenientes de la Constelación del Cisne (grupo de estrellas que se encuentran a unos 6.000 años luz de la Tierra).
De acuerdo a lo que nos dijeron, la intervención de aquellos científicos habría ocurrido en la Antártida, donde tuvieron bases submarinas en una época en que el continente blanco se hallaba en el ecuador terrestre; es decir, que la posición que ocupa actualmente la Antártida no es la original.
En relación a las moléculas orgánicas primigenias y su origen extraterrestre, la Antártida ha ofrecido escandalosos indicios que la señalan como el inicio de la vida en nuestro planeta. Sin duda, el redescubrimiento del llamado “Lago Vostok” bajo los hielos del polo sur, en 1996, sacudió a la comunidad científica, ya que se determinó, sobre la base de diversos estudios, que en él se hallarían las primeras formas de vida microscópicas de la Tierra…
¿Fue allí donde los extraterrestre sembraron los patrones de vida?
Ya en septiembre de 1999, unos 80 científicos, representantes de más de una docena de países, se dieron cita en el Lucy Cavendish College de Cambridge (UK) para establecer los protocolos de una investigación que hasta el día de hoy continúa. Y no es para menos: “sellado” bajo la capa de hielo, el lago Vostok es una de las últimas fronteras inexploradas del planeta.
Los científicos sospechan que sus profundidades podrían revelar nuevas formas de vida y ofrecer un atisbo de cómo era el planeta antes de la era glacial. O quizá en tiempos aún más antiguos…
Si se encontrara vida en su gélida oscuridad, ello podría dar la mejor respuesta, hasta la fecha, a si puede existir vida en las condiciones extremas de Marte, o en Europa, una de las lunas de Júpiter.
“Lo llamamos vida extraterrestre”, afirmó el astrobiólogo ruso Sergei Bulat (a la cadena de televisión estatal Vesti 24). “Será útil para la búsqueda de vida en otros planetas helados, como la luna de Júpiter”.
Si se encontrara vida en su gélida oscuridad, ello podría dar la mejor respuesta, hasta la fecha, a si puede existir vida en las condiciones extremas de Marte, o en Europa, una de las lunas de Júpiter.
“Lo llamamos vida extraterrestre”, afirmó el astrobiólogo ruso Sergei Bulat (a la cadena de televisión estatal Vesti 24). “Será útil para la búsqueda de vida en otros planetas helados, como la luna de Júpiter”.
Ahora bien, al margen de esos estudios sobre las moléculas orgánicas, no sabemos cuál ha sido el resultado de las extrañas “anomalías magnéticas” que se han hallado en varias regiones de la Antártida, entre ellas, la zona del Lago Vostok ⎯llamado así por el nombre del satélite Ruso que lo redescubrió⎯.
En diferentes experiencias de contacto y mensajes, los Guías han venido haciendo alusión a la Antártida y concretamente a una ciudad congelada llamada “Kayona”.
Esta ciudad habría sido construida por una antigua civilización que entronca directamente con Lemuria, el mundo perdido del océano Índico. La pregunta que se repite es cómo quedó entre los hielos.
Esta ciudad habría sido construida por una antigua civilización que entronca directamente con Lemuria, el mundo perdido del océano Índico. La pregunta que se repite es cómo quedó entre los hielos.
Como expliqué anteriormente, todo apunta a que un violento cambio de eje, o un desplazamiento de la corteza, haya sumido zonas otrora tropicales o templadas a un imprevisto y violento invierno polar.
Como dije, el desplazamiento de la corteza ⎯que consiste en el movimiento “en bloque” de la Litósfera, de unos 40 km. de espesor, sobre la masa blanda interior del planeta⎯ es una posibilidad. La teoría ha sido descrita por importantes investigadores como Charles Hapgood y el mismísimo Albert Einstein. Esos estudios sugieren que debió haber ocurrido en un fecha que va entre el 15.000 a.C. al 12.000 a.C. ¿Las causas? Siento que la respuesta se encuentra en la caída de los fragmentos de Maldek.
Ello podría explicar porqué la corteza planetaria ⎯debido al impacto-diluvio⎯ se desplazó cientos o tal vez miles de kilómetros hacia al sur, tal como sugieren los revolucionarios estudios geológicos que defienden esta teoría.
Sea un desplazamiento insólito de la Listósfera, o una violenta inclinación de la Tierra debido al impacto de los dos fragmentos de Maldek ⎯personalmente, me inclino más a esta segunda posibilidad⎯, se produjo un “congelamiento súbito” en amplias regiones otrora templadas al ubicarse más próximas a zonas polares.
Si un violento cambio en la inclinación del eje terrestre generó el congelamiento de la Antártida, un hecho similar debió ocurrir en el hemisferio norte. Y así ocurrió: este verdadero “Apocalipsis” supuso el fin de la Era de los Mamuts debido a la violenta y rápida congelación de Siberia y las zonas occidentales de Alaska. Se los ha hallado incluso con el pasto en la boca…
Y en el hemisferio sur, el avance arrollador del hielo atraparía a una ciudad entera...
El enigma de Kayona compromete no sólo a la ciudad en sí: lo más importante es la civilización que la desarrolló. Una civilización que tuvo algún tipo de conexión con los extraterrestres.
Eran científicos y sacerdotes de Lemuria.
Y de acuerdo a los extraterrestres, cuando se empiecen a encontrar vestigios arqueológicos en la Antártida, empezaremos a recordar, y reescribiremos la historia…
Arriba: el grupo internacional que formamos para afrontar la experiencia de contacto con Kayona. La experiencia se dio entre el 12 y 13 de diciembre de 2004 en Bahía Lapataia. Esta foto se tomó en el lugar donde montaríamos más tarde el campamento. Tuvimos un clima extraordinario y el apoyo manifiesto de los Guías con avistamientos programados en la hora exacta.