Una abertura se había hecho en el cielo. La lluvia se desmenuzaba en un sutil polvillo de agua al principio, y como cediendo al angustioso deseo del ambiente, se dejó caer, constante, con furia. El cielo pareció haberse hecho pequeño, pues él y el ojiazul eran los únicos que esperaban en ese lugar. Un templo abandonado en medio de lo más alejado del templo celestial, aquello que ha de llamarse el paraíso. Y plena mañana, el sol aún se escondía por ahora y faltaría tiempo para que saliera en descubierto.
El greif descansaba bajo el techo del lugar, dormía en resguardo mientras el muchacho de ojos claros perdía su mirada en las lejanías. Parado de espaldas al templo, dejándose empapar. Respiró profundamente sin cerrar los ojos. Su cabello negro pegado a su piel blanca, debido al agua de la lluvia, sus ropas empapadas. No llevaba el uniforme esta vez. Solo una camisa blanca y un pantalón negro para vestir. A pesar de encontrarse empapado, parecía haberse arreglado anteriormente de forma muy elegante, acaso venia de algún lugar importante?. Miró de reojo, alguien caminaba con libertad y sin ocultar el sonido de sus pasos por el templo. Dio vuelta su rostro lentamente ante el primer contacto con el desconocido, y lo observó. Sus ojos eran filoso y profundos pero a la vez calmos -..¿quién eres?..-. Solo podía divisar una sombra.
Se cubria con ambas manos como si eso fuera a resguardarlo de la fuerte lluvía. Su frío cuerpo tiritaba, y es que para su mala suerte Fukuwa había decidido portarse ingrato con su amo y dejarlo en medio vuelo para terminar (como nunca) en un templo Licht. -¿Cuándo llegamos al Templo del Aire de todos modos?- Un templo viejo al parecer, todo estaba hecho ruinas. "lagartija ingrata" murmuro abrazandose a si mismo, como si sus frios dedos pudiesen darle calor.
-¿Quién eres?- Escucho una voz: ¿viva? Por ser un templo suponía que muchos monjes habían muerto ahí, meditando o en guerra. Por lo que muchas almas en pena abundaban el lugar, y este teufel en particular no era simpatizante de los fantasmas: asi que hizo caso omiso al llamado hata que sus pies húmedos, arrastrandose, de repente se detuvieron. Y no sabía si la figura que divisaba era la de un vivo o la de un muerto.
Molesto trato de ignorarlo, hasta que escucho grief a pocos metros de donde había cogido refugio. "..." vio al animal sacudir su plumaje y mirarle con cierto odio. No le temía, pero le preocupaba que en cualquier momento su dragon le olfatease y viniese a él en busca de su cena. Receloso, miraba por el rabillo del ojo al pelinegro simulando que no estaba ahí. Si no hablaba quizas no le notaría... Sopló su frío aliento entre sus manos pensando que se calentaría.
Se mantuvo en silencio, observándolo. No podía notar si era una simple marioneta perdida o alguien peligroso. Solo por si acaso y sin ninguna expresión en el rostro, dio vuelta también su cuerpo para comenzar a caminar lentamente al templo abandonado – Quieto Nill – ordenó a su greif, a lo que animal respondió descansando su cabeza en el suelo aunque sin apartar sus ojos de ambos. Sus piernas pesadas por el pantalón empapado y sus zapatos subieron hasta encontrarse bajo el techo del lugar y poder ver mejor a quien se encontraba allí. Observó de reojo a uno de sus lados, allí estaba su bastón posado contra las maderas, solo por si acaso tuviera la necesidad de defenderse. Al encontrarse más cerca pudo darse cuenta de algo. Un Teufel en el templo del Aire. Hizo caso omiso al pensamiento de que quizás estuviera perdido y procurando estar cerca de su arma se sentó sobre unas maderas del lugar, para desprenderse la camisa y sacársela para escurrirla – Que descortés – murmuró, refiriéndose a que no había respondido su anterior pregunta. Con la cabeza gacha, secando su ropa y colgándola en un clavo salido en una de las columnas – Un Teufel en el Templo del Aire, al parecer se trata de todo un aventurero – pensó en voz alta, observándolo.
Frunció el ceño en disgusto; ¿Por qué le estaba hablando?
"Oh perdón, ¿ también debo quitarme la camisa y que suponga por qué estas aquí?" sonrió socarronamente, ladeando la cabeza, evitando el contacto visual.
Un Reichmaske, lo que le faltaba "y tú... ¿te estas dando un descanso de recibir ordenes de alguien que ni siquiera te toma en cuenta?" se recogió el cabello retirando los mechones que aun goteaban de sus ojos. Un trueno rompió en el cielo y todo se puso blanco por un segundo "¿No deberías entrar a tu pollo?" comento asomándose un poco mirando a cielo, Fukuwa no daba señales de aparecer "Que mal amo debes ser"
"Oh perdón, ¿ también debo quitarme la camisa y que suponga por qué estas aquí?" elevó una de sus cejas, sin cambiar mucho la expresión y manteniendo su mirada en él. Sus piernas abiertas, descansadas, su cuerpo desistía caer las gotas al suelo después de deslizarse por su tórax y su cabello azabache poco a poco se estaba secando, "y tú... ¿te estas dando un descanso de recibir ordenes de alguien que ni siquiera te toma en cuenta?" "¿No deberías entrar a tu pollo?" "Que mal amo debes ser"– No deberías hablar de lo que no sabes - por un momento sintió que no había podido contener su respuesta más sin embargo simplemente se puso de pie, justo en ese momento el trueno calló e iluminó todo. Eyes entonces aprovechó a observarlo fijamente, pero aún no conocía su rostro con seguridad, pues no le miraba. Tomó su saco negro mientras caminaba acercándose al extraño. Apenas unos metros para tirarle el saco encima de los hombros ajenos, notaba su frío y sabía que hacía frío. La lluvia no ayudaba tampoco. Volvió a su lugar, tomando un trapo que se encontraba en el suelo pero permaneciendo de pie, secándose el pecho y mirándole de reojo – Además de descortés, histérico -. Murmuró sin expresión alguna, secándose apenas.
"Muy histérico, muy histérico" murmuro cubriendose con el saco y secandose un poco el rostro con el interior de este. Estaba tibio y olía delicioso, sí definitivamente un Reichmaske; siempre tan bien vestido y con ese aroma que los distinguía. Había sido perseguido por tantos que ya podía identificarlos por el olor "¿Qué no se nada dices~?" volvió a contestarle muy confiado, abrigándose con la oscura prenda "dame una buena razón por la que alguien como tú este en un lugar como este. La mayoría de ustedes son adictos al trabajo o no pueden estar lejos del reino..." miraba como la bestia se asomaba dentro del templo y se sacudía secándose la cabeza, mojandolo todo "¿O me vas a venir con que tú eres diferente? ademas no pareces tan religioso como para venir a lugar tan desolado"
"... ¿Quieres sentarte? Me molesta verte de pie"
Volvió a escuchar un fuerte ruido, pero no hubo relámpago seguido sino una fuerte brisa: Había sido Fukuwa que había sobrevolado el templo algo rápido. Tan solo esperaba que no hubiese olido al grief.