“Amor” solo lo entiende quien lo experimenta, eso quiere decir que no necesariamente es cuestión de reciprocidad. Para ser claros en el caso de Aura Lexross La rosa demente depende únicamente de lo que ella sentía, Pues su gran amor no era precisamente uno al que le importara estar consciente de que lo era. Una tarde de intenso frio mientras su tierno y querido oso asesino Bubbles dormía cubierto por su pijama de gorrito Aura se preguntaba qué podía hacer para ganar la atención de Lucid. Como siempre Bubbles se levanta de su sueño como lo que parece más un bebe inocente y no el gigante oso letal que era, casi se puede escuchar esa música fanfarrona de caricatura del pesado bebote que camina sobre unas pantuflas de piel de bebe. Aura le pregunta a su bebote –Bubbles, cosita bella pelotita que puedo hacer para que Lucid me ame- Después de beber un sorbo grande de una copa de vino y observar como el oso se tiraba de espalda en el piso y se pelaba la barriga esta contesta –con que el señor pachoncito no va a contestar tendré que torturarlo- a lo que el oso asintió con la cabeza y con esto la cruel Teufel empezó a darle sorbetes en la panza al enorme oso.- ¿Quién es un oso baboso? ¿Quién un oso hermoso? -Dime Bubbles ¿Qué crees que debo hacer para que Lucid me ponga atención?-¿debería destazar alguna de esas rameras que tanto le gustan y que carecen de mi encanto natural? A esta pregunta el oso enorme hizo ademan de no estar seguro con las garras y cuando esta pregunto -¿si le llevo un obsequio? El oso asintió aplaudiendo -¿Qué tal si le llevo la cabeza de una de esas zorras marionetas y con esto el Oso comenzó a bailar y brincar de felicidad Bubbles Bury el oso mas particular comenzó a ponerse su atuendo de batalla y así que estuvo listo salto a lamer y besar a su ama –tu si me amas verdad Bubbles que será lo que le cuesta a ese idiota de darse cuenta que soy una delicia de mujer Salieron mientras Aura cantaba su canción En busca de una de las marionetas que atraían la atención de Lucid dispuesta a no volver a casa hasta no tener la cabeza de una de estas, la fragancia de Lucid no era lejana y según el oso olía también a zorra, pero quizás de camino podría también llevarle algún inocente mas. No estaba muy lejos cuando sintió la mirada inquieta de una marioneta que quizás sería buena presa parecía aguerrida y que no se rendiría así su muerte seria mas dulce y por eso cantaba
'Amor' solo lo entendería alguien que lo ha vivido por su cuenta. El amor se lo entiende si se lo ríe, si se lo llora, si se lo disfruta, si se lo sufre, si se lo siente. Amor...
El amor solo lo entendería alguien que pudiera sentir.
Cardinal del Fuego, cardinal de la pasión, lo más parecido al 'amor'. No sabe por qué estaba allí como por primera vez, como si hubiese sido raptada por sus propios pies que no eran de ella, pero a medio desaparecer la nueva no-voz en su 'mente' le informa que era la 456ta vez. Ah, no había problema entonces. Nunca había problema. Y si alguna vez hubo problema--
Ah, no había problema.
No había problema para ella, pero para esas marionetas que la esperaban, sucias de baja calaña, lacras del Imperio, tampoco había problema. Ninguno.
Sola, pequeña, apariencia frágil, distraída y sin el más mínimo cuidado; en un lugar tan peligroso como los oscuros y desprotegidos callejones del Cardinal del Fuego, cualquiera se aprovecharía de una chica en esas circunstancias. Cualquiera, como lo cualquiera que eran ellos.
La rodearon, bloqueándole el paso, y al darse cuenta Rinne se detuvo, mirando a todos lados, extraviada.
"Niña, ¿estás perdida? Nosotros te ayudamos... Pero primero juguemos un rato..."
Los hombres sonrieron más, maliciosos, y la niña ladeó su cabeza. "Jugar..." Alguien la atrapó de los brazos por detrás para que no trate de huir, y los tres restantes no esperaron nada para meter sus manos bajo el camisón de la niña que no se resistía, tocando sus piernas y su abdomen metálico y su pecho no suave al tacto y las frías protuberancias de las vértebras de su endoesqueleto sin cubrir.
Y tocaban y tocaban, y solo rígido y frío metal encontraban, las sonrisas traviesas de los hombres deformándose en expresiones aterradas. Rinne parpadeaba al ver a cada hombre en frente suyo, siempre solo dos veces. Antes habían estado todos sonrientes pero ahora ya no, y pareciera que querían correr pero tomaron una barra de metal blandiéndola muy cerca de ella. No entendía el juego de esas personas, tocándola con pasiónlujuria, buscando cosas bajo su ropa, no lo entendía. Si pudiera sentir lo entendería.
Por un instante sus ojos brillaron rojos, lo suficiente para atrapar los brazos que la sostenían entre los suyos y arrancarlos, y arrebatar la barra de metal que casi golpeaba su rostro y lanzarla hasta clavarse en el hombre sin brazos moribundo. El resto del grupo quedó pasmado por el terror, y la machina volteó hacia ellos, ojos verde brillante y rostro no amenazador, sonriendo leve. "¡Jugar!"
No dudaron nada en salir huyendo de allí gritando por sus vidas, pero Rinne fue más rápida, corriendo y embistiendo a uno de ellos con su rodilla, quebrando su tórax al caer por el peso de la niña. Alcanzó a uno por el brazo y lo sacudió como tela, articulaciones doblándose hacia donde no debían, golpeándolo contra el piso y las paredes. Y el último que rogaba por su vida ya sin voluntad de huir fue agarrado por su cabello ligeramente largo, y fue tirado con fuerza, el cuerpo sin cabeza cayendo sobre su propio charco de sangre.
Para lo que cualquiera pensaría que era un infierno, para ella era jugar. Estaba en el algoritmo: ¡Jugar! ¿Pero cómo? Puñetazo, por supuesto. ¡Pelear! ¿Cómo? Patada, por supuesto. ¡Odiar! Cortado en trocitos, por supuesto. ¡Amar! Incinerado por láser, por supuesto. ¡Jugar! Destruir todo, por supuesto.
Por supuesto. El algoritmo lo decía, y lo que ella era es el algoritmo. Por supuesto.
Los gritos habían callado abruptamente, y el ambiente alrededor de Rinne se empezaba a llenar de hedor a sangre y tripas y muerte que se impregnó en su ropa pero que no percibe. Parpadea solo una vez, y la última cabeza que arrancó se resbaló de sus dedos, cayendo con un ruido desagradable.
Ah, no había problema.
Vuelve a caminar para salir del callejón como si la matanza no hubiese pasado, como si no hubiese sido ella, como si hubiese nacido en ese instante. Cardinal del Fuego, nuevo, cómo llegó allí. Nah, es la 16623ra vez. No hay problema.
La última luz del atardecer que debió haberla recibido al salir del callejón estaba bloqueada por algo mucho más grande que ella. Lo miraba como embelecida, registrando su forma, su relieve, el filo de sus garras, y el color de su pelaje.
Parpadeó una vez; busca. Parpadeó otra vez; encuentra.
"¡¡OSO!!" Chilló, más que emocionada al ver a Bubbles, saltando en su lugar. Pero no era como si le gustaran los osos, o si es la primera vez que ve uno, o si es la n-ésima vez que ve uno. No es como si le gustaran los osos, porque no siente nada. Pero es lo que dice el algoritmo: Osos, ¡chilla! Perros, ¡perseguirlos! Aves, ¡espantarlas! Osos, ¡salta!
No siente nada, pero es como si sintiera mucho más que cualquiera. Es lo que dice el algoritmo, es lo que es ella. Cualquiera diría que es de lo peor, demostrar sentimientos sin sentirlos, y se sentirían ofendidos y molestos. Rinne ladearía la cabeza, y parpadearía una vez, busca, y parpadearía otra vez, no encuentra. Rinne no comprendería, no lo comprende.
Ante los saltos de la machina el oso que no entiende porque esa bolsa de comida no huele como si lo fuera, se sienta sobre sus cuartos traseros y la abraza como si fuera una pequeña muñeca de trapo y comiensa a reir con gruñidos como todo oso lo haria. -Bubbles cariño que demonios estas haciendo suelta eso que si lo rompes hay que pagarlo, anda ven por aqui que creo que vi a una de las zorras de Lucid por aqui cerca. El oso gruñe jugetonamente y hace un gesto de no babeando todo lo cercano incluyendo la cabeza de la machina, y la toma y se la pone bajo el brazo como si fuera un diario resien recogido. -Ya veo bebe asi que has encontrado una nueva mascota, creo que te puedes quedar con ella, pero si ese monton de lata hace alguna malacrianza la convertire en latas para sopa.
De este modo el oso y su ama se movieron de donde estaban caminando y vailando al ritmo de su cancion acostumbrada
Repentinamente el oso la abraza, y parpadea; qué hacer, qué hacer. El algoritmo se alistó, y ella no hizo nada, porque eso decía. El oso reía, ella reía con él, tratando de imitarlo. El oso la trataba como muñeca, ella no se movía, como la muñeca que es.
El oso la llevaba cargada bajo su brazo, apesar del gran peso de la machina-- pesaba hasta más que el propio oso. Rinne parpadeaba y parpadeaba, captando su alrededor. Cuando no tenía acciones predeterminadas como respuesta, copiaba -al menos la mayor parte del tiempo. Así que veía al oso, y lo veía y lo veía, hasta que pudo reconocer qué estaba pasando. Su rostro se iluminó al encontrarlo (respuesta default), y moviéndose un poco logró soltarse del oso, y con ambos brazos lo cargó sobre su hombro con facilidad, riendo divertida (respuesta default).
Adelantó los pasos hasta llegar a la otra chica que estaba delante de ellos y le hablaba al oso y cantaba algo que no entendía y que trató de reproducir, pero solo la melodía se pudo guardar en su memoria atrofiada, reproduciéndola con algunos 'aaah's que no sonaban desentonados, pero sí muy robóticos y falsos.
Dejó de cantar, y giró hacia ella, caminando de lado aún con el oso a cuestas, ropa levemente manchada de rojo, ojos verdes grandes y atentos, curiosa.
"Nee onee-san~ ¿Qué hace?" preguntó, curiosa, muy curiosa, siempre curiosa. El algoritmo lo decía, y ella es el algoritmo; la programación del Principio, mucho antes de ser ella (Cardinal del Fuego, onee-san al frente, oso a cuestas, cómo, 5ta vez, no hay problema), hecho para que un ser como ella que no siente pase desapercibido-- para que un ser como ella pase como una marioneta normal.
Aura se quedo viendo a la machina que con una fuerza increible era capas de levantar al enorme Oso mismo que se encontraba encantado riendo como lo haria un oso en el hombro de la machina y aplaudia y se balanceaba en el mismo lugar -Oh pequeña machina eres fuerte en verdad, mmmm espera hueles a sangre pequeña las machinas no tienen sangre, sera posible tu ropa esta algo matratada sera que algun ser deprabado trato de hacerte daño. y Aura miro fijamente a la machina a los ojos y la tomo de la mano, -ven pequeña tu seras mi pequeña hermanita del mal no dejare que nadie te haga daño dime quien te hizo eso si es un hombre le arrancare las pelotas y si es una mujer seguramente es un de las perras de Lucid bailare sobre sus restos por manchar tu ropita con su sucia sangre
Y la invito a cantar su cancion junto con el oso Aura estaba encantada que tenia una pequeña hermanita del mal
- Oh mierda… - masculló el Wassermaske cuando del tercer piso de una casa del Nijuu-Chiku tiraron una especie de aceite que le cubrió al completo, chorreando aquel asqueroso y viscoso fluido desde el pelo, cayendo con repugnante lentitud por su cara e impregnando sus ropas, incluso metiéndose algo dentro de su gabardina oscura. Ripper le enseñó los colmillos como única advertencia de que no se acercara, o mejor dicho, ni que se le pasara por la cabeza tocarlo. Sam frunciendo el ceño y escupiendo algo del aceite que había entrado por su boca abierta, alzó la barbilla para ver quién cojones había tirado esa porquería por la ventana. No halló a nadie, ni vestigio de vida, pero lo que sí pudo percibir fueron la serie de murmullos que se escuchaban a su espalda; algunas burlas, risas descaradas y miradas indiscretas. El joven O’Hara maldijo su propia suerte y comenzó a caminar arrastrando las botas con ganas de matar algo.
Ripper, su fiel amigo felino, le seguía el paso, pero mantenía su distancia, haciendo de vez en cuando algunas muecas de desagrado por el hedor que despedía su compañero. Fantástico, gruñe en pensamientos el pelinegro, acomodando mejor la mochila de cuero en la que llevaba sus pocas pertenencias para su pequeña vista al Cardinal del Fuego. Le parecía que cada vez estaba peor aquel lugar, pero seguro era porque se encontraba en uno de los distritos más pobres del área este del Imperio.
Sin ánimos dirige su andar acompasado por entre los callejones de un distrito que iba perdiendo poco a poco la luz de los últimos rayos del astro que daba vida a todo lo conocido. Por Gaia, Sam no quería permanecer entre aquellos tétricos callejones cuando llegase el anochecer. No porque tuviera miedo, sino porque sabía que su paciencia no le alcanzaría para aguantar una sandez más y explotaría ante el más mínimo acto de hostilidad… y nadie quería ver a un Wassermaske enojado, ¿verdad? Aunque tal vez no sea tan malo desahogarse un poquito antes de ir a la cama.
Con el último vestigio del atardecer Sam se encontró en medio de una macabra escena capaz de erizar los vellos de su nuca, mientras Ripper se engrifaba y su pelaje ardía en peligrosas llamas, los restos de cuerpos humanos formaban siniestras sombras al son del baile que provocaba el fuego proveniente del felino. El carmesí intenso de la sangre llegaba hasta él mojando la suela de sus botas. Un suspiro entrecortado se escapó de sus labios al tiempo en que sus puños temblaban. ¿Qué bestia sería capaz de hacer algo similar? ¿Qué arma destrozaría de esa forma extremidades humanas a tal punto de arrancarlas? Los grises orbes de Samuel se centraron en la cabeza decapitada, antes de iniciar la carrera. No huía, apuraba el paso entre largas y veloces zancadas para seguir el rastro del monstruo que cometió tal asesinato. La sangre seguía fresca, lo notó de inmediato con tan sólo percibir que seguía escurriendo desde los trozos de cuerpos; por ello, sólo por ello, el hijo de perra debía estar cerca.
- ¡EH! ¡¡Alto ahí!! - grita con voz grave, limpia, imponente, con una autoridad desgarradora, a las extrañas siluetas que iban un poco más allá, justo cuando salió del callejón que expelía muerte. A medida que se acercaba, las luces se encendían y Ripper que iluminaba todo siguiéndole de cerca con su cuerpo envuelto en llamas, pudo reconocer a tres sujetos. Dos de ellos humanos… o por lo menos parecían humanos. El otro… ¿el otro era un oso? El Wassermaske se detuvo derrapando un poco, pasándose la mano por la cara para sacarse la mucosidad en la que se había convertido el aceite. ¿Qué era exactamente lo que veía? ¿Una mujer, su hija y su mascota?
Tildó la cabeza mientras la onee-san la elogiaba por su fuerza y se fijaba en su aroma no-natural, sin inmutarse por todos los movimientos felices del oso en su hombro. Miraba a Aura atenta, como si estuviese recibiendo consejos importantes de vida de su hermana mayor, pero todas las frases que escuchaba se separaban en tokens de palabras que se esparcían en su flujo mental roto, y perdían sentido.
Rinne parpadeó una vez, y parpadeó otra, tomando con seguridad la mano de su nueva onee-san, aceptando lo que sea que haya dicho, y tratando de seguir la letra de la canción mientras la tarareaban juntas.
A veces Rinne parecía suceptible, siguiéndole el juego a quien quiera que le pase en frente-- la mayoría de veces lo era, por su falta de personalidad y de ser. Pero en realidad la mayoría del tiempo hacía lo que le daba la gana -que eran acciones aleatorias-, y se la pasaba en su mundito, atrayendo a cualquier desdichado con su 'fuerza de gravedad'.
Pero Rinne diría que sabe que solo está aprendiendo de lo nuevo que dice no conocer, y diría que está 'aburrida' de lo mismo que dice haber visto hace milenios. Aunque ella misma no sepa que sabe lo que sabe saber, o que sienta como se siente lo que dice saber sentir.
"¡EH! ¡¡Alto ahí!!"
Como si se hubiera despertado alarmada de una siesta, todo lo que había dicho esa chica desconocida a su lado se esfumó al escuchar el estruendoso grito del callejón. Volteó con cuidado, curiosa, siempre curiosa, sus ojos grandes verdes brillante fijándose en el guepardo encendido. La machina pareció haber quedado sin aliento... solo que desde un principio no lo necesitaba.
Dejó lentamente en el piso al oso que había estado cargando desde el inicio del tiempo, y sonrió amplia, emocionada: ¡cosas nuevas! ¡frente a sus ojos! Su decisión tomó nanosegundos, y la machina con su velocidad acortó el espacio entre ellas y ellos, agachándose para acariciar al felino.
"¡Gatitoo~!", logró acariciarle un poco la cabeza, a pesar del fuego que lo rodeaba, sin siquiera molestarse por haberse quemado un poco la mano. No había problema-- Cardinal de Fuegó, gatito, mano derecha quemada, cómo, -73ra vez, no hay problema. Ninguno.
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bienvenido J-kun /o/! btw, reemplace cada vez que diga 'humanos' con 'marionetas' ;D
De repente su hermanita salio espantada como si huviera visto algo lindo, pero Aura solo recordaba haber escuchado a un insolente depravado -¿Himoto que haces? ¿no ves que ese tipo huele a pipi fijo es un depravado? uy que asco alejate alejate- y haciendo espacio entre ella el joven y el guepardo solo sintio la mano imvasiba del tipo en su trasero un grito escandaloso se dejo venir en la garganta de Aura junto de una colera perturvadoramente queda y una mirada asecina y oscura -Tuu sucio bastardo te atrevez a tocar el trasero que solo le pertenece a Licid ¡Bubblees arrancale la cabeza a este infeliz!
La chica de cabello raro se interpuso entre ella y el gatito que omg se estaba quemando, cómo lo hace~, y mientras buscaba entre sus acciones algo que coincida con 'incendiarse', ambos chicos iban a entrar en batalla pokemon, la chica envíando a su oso enorme y omg un oso!!
>Squee!
Miró nuevamente la escena e inmediatamente la reconoció como batalla, y estaba dentro del radio así que se veía obligada por la instrucción a participar. Si no peleaba no era ella, y si no era ella no era nada.
Antes de que alguien pudiera reaccionar y el ataque del oso (kya) se haya completado al 100%, Rinne used Tackle! y lo embistió, ambos saliendo volando unos metros. Como no tenía pokemon ella debía ser su propio pokemon, it's you. PikapiRinrin.
El chico de gafas aún no se decidía en qué hacer (tardó como dos mesessegundos!), así que Rinne tomará este turno! Draw!
>>Attack >Attack >Attack >Attack
>GomuGomunoPistol >MoeMoeKyun >Hadouken >>Poke ▼
Rinne used Poke! Arrancó uno de los dedos de su mano revelando una cuchilla afilada escondida en él, y sin dudarlo un segundo lo lanzó hacia el chico, apuntando a los 100 puntos en medio de su frente. Death Poke!
Viendo la actitud de su hermanita del mal Aura toma la determinacion de hacer pagar a este estupido hombre por su atrevimiento. -hombres pero es que todos son iguales el que altere a mi hermanita merese la muerte ¡Bubbles comete su cabeza! despues haremos salchichas con sus tripas y se las daremos a los pobres y necesitados