El imperio gurdaba muchos secretos incluso para los lichts, los seres más cercanos a la 

diosa, sin embargo eran misterios que estaban allí, que debían ser descubierto, o por lo menos

yo sentía la necesidad de saber si alguna vez fueron reales, o si fueron así como estaban relatadas.

Una de las cosas en la vida que viajan de manera lenta es la verdad, algo tan simple se convertía 

en algo efímero y a veces utopico, pero no sabía si era por la pereza del ser mismo de investigar

y buscar la verdad, o si simplemten las cosas tenían que ser así.

Eran preguntas bastantes confusas que venían a mi mente, esto siempre sucedía cada vez que 

leía el relato de alguna leyenda, y fue esa noche que al leer sobre Shinju, y la convicción

que tuvo para luchar por algo que deseaba salvar, me hacía sentir que eso tenía que ser realidad

y no sólo un cuento para distraer a las marionetas, pero...

 ¿cómo probaría que ese relato fue de alguna u otra forma real? 

¿Cómo probaría un ser tan simple como yo, que aquella leyenda alguna vez fue real?

Que fue una marioneta como todos nosotros, destinada a salvaguardar el imperio.

Cerré de inmediato aquel libro que me mostraba la historia a color, casi dejandome escuchar la

sinfonía que La Diosa dejaba a través de las mariposa, imaginándome un sin fin de colores, que

podrían dejarme ciego en cualquier momento. También esas sensaciones

incluso hasta aquel sufrimiento que padecían las marionetas al ser destruidas,

Debía cerrarlo sino mi curiosidad de nuevo entraría en funcionamiento y me haría buscar más, 

pero no había ningún otro libro que hablase de Shinju.

Y era allí cuando volvía a mi cabeza una pregunta ¿Si fue real La Espada del Silencio existiría?

Pues claro era un objeto, algo tangente que demostraría que la leyenda fue real, que la apasionada

y valiente Shinju alguna vez prefirió sufrir que dejar que otros sufrieran.

Y aquellas palabras hacían resonar mi corazón, buscar la verdad era algo que me apasionada

y recordar aquellas líneas leíadas por mis ojos, y memorizada por mis pensamientos más profundos

hacían que partiera en la búsqueda de esa arma que dió muerte al rey, y dió vida al imperio.

Pero... Una pregunta realmente improtante ¿Dónde comenzar?

Una vez más estaba en la Biblioteca del templo, me había cuestionado algunas cosas acerca de aquella leyenda que acaba de leer, me detuve a prepararme un té, y me dispuse a volver a la silla donde me había encontrado antes, en silencio bajo la luz de una vela, pensando como realmente podría demostrar la realidad del asunto que en mi mente se aquejaba. Sin más que pensar me dispuse a ir hacia la entrada de la biblioteca a observar el cielo, quizás tratando de encontrar una respuesta