El masón que salió en busca de respuestas.
Había una vez un masón – y ha habido tantos como él, antes como después de él, este masón era por lo tanto, un masón común y corriente – pero este, un día decidió que debería de dejar de ser un simple masón como tantos otros que se limitaban a asistir a las tenidas. Se preguntó a sí mismo ¿Cuál es el propósito de que yo sea masón - tratando de hacer las cosas, o dejar que las cosas simplemente ocurran, si no conozco mi propio propósito?.
Si trabajo en contra del sistema masónico, que me parece ya inapropiado y caduco, razonaba él, sería una batalla imposible, nunca podría vencer al viejo sistema con una reforma salida de un masón común y corriente. Si, por el contrario, no hago nada, mi destino como masón seria menor y poco interesante, y pasaría como tantos miles de masones inadvertidos, que llevaban sus vidas masónicas sin ninguna importancia.
Debía comenzar por algún lado, así que vendió sus posesiones materiales y comenzó a viajar por el mundo, sin un rumbo fijo.
No llevaba mucho viajando cuando llegó a una ciudad misteriosa, la cual no aparece en los mapas mundanos, él no supo en realidad como llegó a ese fantástico punto geométrico, pero pronto advirtió de la existencia de una Logia Masónica en esa localidad, toda esa región parecía girar en torno a esa Logia; tocó a las puertas de esa Logia e inmediatamente le dieron acceso, ahí dentro vio aún viejo masón, hablando con cierto número de masones. El viajero masón – cuyo nombre era George – esperó pacientemente hasta que la audiencia se hubo terminado, y entonces abordó al viejo masón de evidente sabiduría.
Muy Venerable - dijo George – estoy buscando la verdadera senda masónica, pues todo el mundo masónico parece extraviado ahora y me preguntaba si tu excelentísimo puedes sugerirme el cómo debería alcanzar tan importante meta.
Eso es difícil llegarlo a decir pero muy fácil de alcanzarlo - replicó riendo el viejo masón, por el evidente sarcasmo que había dicho – , sería mucho mejor que te preguntases sobre tu propio merecimiento, que el asumir que puedes hacer eso sin preparación.
¡Estoy seguro de que puedo alcanzar esa meta! - exclamó George -, porque es bien sabido que la preparación de un masón es alcanzar lo que se propone siempre y cuando sea para bien.
Y el viejo masón, como si en un parpadeo hubiese analizado toda la vida de George – le dijo: Cambiar el Orden de las cosas en la Masonería, no es tarea imposible, pues la Masonería cambia constantemente lo adviertan así o no. Pero cuidado, cambiar no es sinónimo de mejorar.
¿Quién eres realmente? – Preguntó George , al viejo masón –Yo soy un simple masón, pero los masones que vistes, vienen a mí, de muchísimos orientes, en busca de respuestas; pero por cientos de años mi respuesta es siempre la misma para todos: Amen, Fraternicen, Toleren, busquen la Igualdad y sean Libres. Y no intenten cambiar absolutamente nada, no sin antes ustedes cambien para bien.
En ese instante la visión de George se esfumó, y se dio cuenta que estaba de nuevo en su propia Logia, asistiendo a una tenida. Pero lo que él había experimentado, era lo que se llama rapto momentáneo, un pequeño instante en el cual después de ese mágico momento todo le parece mucho más claro que antes.
De todos modos él, como tantos otros masones, que han reportado haber estado frente a frente a ese extraño y luminoso Francmasón que da correcta guía y así corrige el rumbo no sólo de unos masones, sino de la Masonería Universal entera.
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