Chiste Masónico - un sacerdote al volante, es un peligro constante.
En cierta ocasión iban en un coche tres sacerdotes
Uno era el mismísimo Arzobispo Primado, el otro un Cardenal, y al volante iba un joven Sacerdote.
Y cuando pasaban frente a un Imponente Templo Masónico, y los tres miraban entre atónitos y perplejos, en ese momento el Arzobispo grita ¡ Mira, un Masón! ¡ Un Masón! ¡ Un Masón! y es que justo en ese momento un masón cruzaba la calle, y era reconocible porque portaba un mandil.
Atropellan al pobre Hermano Masón, dejándolo mortalmente herido, y sin detenerse aceleran, mientras el Arzobispo y el Cardenal voltean por la ventanilla de atrás, y uno de ellos le dice al Sacerdote quien conducía ¡ Vaya! ¡ Ufff ¡ ¡ Diablos ¡ por un momento creí que no lo habías visto.