Ciertamente es un gran reto al que se enfrenta nuestra augusta institución, pero desde mi personal punto de vista no es un reto precisamente nuevo, sino un viejos problemas transformados sin embargo lo que hace especial la situación es la velocidad y accesibilidad de la información buena o mala. Desde el surgimiento de nuestra orden siempre ha existido la difusión de ideas en contra de la masonería, ya sea por parte del clero o por hermanos que han caído en el libro negro. El problema no son los medios electrónicos sino nosotros: Un verdadero masón que esta realmente comprometido con la orden sabe que temas pueden publicarse abiertamente y cuales deben tratarse en la intimidad del taller. Un verdadero masón no busca lucirse frente a sus hermanos ya sea plagiando trabajos o incluso con los propios, pues sabe que los trabajos primeramente deben ser desarrollados para sí mismo, para su mejoramiento ya que si realmente se involucra y filosofa sobre su trabajo podrá transmitir luz a sus hermanos. Un verdadero masón sabe que que aquel que jura en las palabras de otro y se abstiene de investigar si lo que se le presenta es o no verdad no es hombre sino máquina. El problema no son los medios, sino quienes los utilizan, no nos engañemos, indiscreción y falsa información siempre ha habido y desgraciadamente seguirá habiendo. Pero ahí radica el problema mismo de la libertad de expresión: ¿debemos suprimir la libertad de expresión por "el bien de todos" o debemos permitirla aún cuando la mayoría de lo que se divulgue sea basura? Creo firmemente que la publicación de basura es un precio que vale la pena pagar por defender la libertad de expresarnos. De nosotros depende el aprender a distinguir la información buena de la mala y el aprender a ser discretos, para esto debemos estar más al pendiente de nuestros hermanos y no sólo saludarlos en el taller; hacer un verdadero escrutinio sobre a quienes admitir a nuestra orden y no aceptar a "cualquiera" sólo por aumentar nuestras filas o por que tal o cual persona es "importante" profanamente; hay que promover el hábito de la lectura y tal vez los maestros deberían aplicarse mucho más en la instrucción de los aprendices. Que la logia no sea simplemente un club social para escaparnos fugazmente de las presiones del hogar o para consolarnos haciéndonos creer que somos mejores personas solo por asistir sino que hagamos verdadero trabajo masónico.
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