** DE manera instantanea  junta sus manos una y otra vez haciendo que estas emotieran un sonido de aplauso - felicidades... es una hermosa mision.. solo que hay un pequeño problema.. me agradas para convertirte en mi proxima mareoneta..  asi que ya no podras seguir con esa mision tuya.. - mencionaba de manera firme pero con tono burlesco que se notaba en su rostro  mientras hablaba de manera firme avanzaba un poco mas hasta quedar estatico a unos cuantos metros suyos vocifera - pues no habia recibido la invitacion para asistir aqui .. pero dime quien eres - aquello lo decia como si ordenara**

atte

** Hermosos matices dorados eran los que rodean al legendario santo que asi se presentaba ante  el argelino juez,  los ojos del kyoto se quedan observando aquel movimiento, sintiendo la presencia de su oponente, enarvando su cosmo poco a poco mientras hablaban, sus pies parecen estaticos, sin embargo, justo cuando el dorado le preguntaba si estaba listo o no una sonrisa arrogante se dibujaba en el palido rostro del  kyoto susurrando - .. Yo siempre estoy listo.. pero y tu?...-, el kyoto ya no se encontraba frente de el se habia movido hacia los cielos y desde ahi se veian desplegadas de par en par sus alas negras y susurra el marionetista infernal- .. Gigantic Feather Flap!! ... - sus palabras resonaban pero aun mas fuerte era el sonido del viento que impulsado por  el cosmo oscuro y la potencia de el mismo se surcaba como un torbellito que tenia la intencion de arrastrar al caballero mientras sus manos se abrian de par en par  con gran potencia y fuerza destructora que al choque con el suelo iba rompiendo y desgarrando la superficie a una velocidad impresionante capaz de destruir una aldea entera se decia rumorar **

 dark_ejer@hotmail.com

atte

 **El orgulloso espectro había evitado con por poco el tajante corte de El Cid, y ahora flotaba sobre el ruedo avivando su cosmos. Abajo, sobre la arena, el muchacho de oro contemplaba a su enemigo aún con el rostro tan impenetrable como el acero. Su cuerpo, recubierto con la armadura de la cabra celeste, comenzaba a iluminarse a si mismo, como el astro poeta, en matices de dorados colores. Su fuerza cósmica florecía segundo a segundo pues sabía que su enemigo no era cualquier espectro, sino el juez infernal Minos de Griffon, antiguo rey de Creta y ahora siervo de Hades.  Aquella fuerza, tan brillante como el sol, contrastaba con el poder oscuro y tétrico que emanaba el espectro. Un espectáculo de luces que, coronado por el atardecer, creaban una formidable escena. La luz contra la oscuridad. El santo contra el espectro. El bien contra el mal. El Cid sabía que no podía dejar tranquilo a Minos, concentrar su poder y desatarlo sin medida. Fue en ese instante qué el caballero de la humana energía, volvió a convertir su brazo en una filosa espada, envuelta en luces doradas para después lanzar, con certeros movimientos, tres nuevas láminas de energía tajante en dirección del espectro. La primera avanzaba en forma vertical, la segunda que seguía de cerca a la primera tenía una forma un tanto diagonal con respecto a la posición del juez, mientras que la última y no por ello menos poderosa o veloz tomaba una forma horizontal buscando nuevamente el abdomen del espectro. ¿Sería Minos lo suficientemente veloz para esquivar aquellos cortes tan precisos y veloces? ¿Sería un maestro del vuelo? ¡El corte buscaba derribar al griffo!**   

 **La velocidad del juez infernal era impresionante. Había esquivado los tres cortes de el santo con singular elegancia, para después concentrar su cosmo, lanzarse cual bólido en contra de su antágono y materializar su fuerza en un tremendo ken de oscuras tonalidades e impresionante velocidad. Los ojos de El Cid, afilados como una espada, contemplaron los sagaces movimientos de Minos, para entones esquivar de una elegante manera el ataque en su contra. Con un poderoso salto hacia atrás, en el cual dio un giro sobre su eje, aterrizó metros lejanos de donde el ken recién golpeaba el ruedo, abriendo una grieta en el suelo y creando una nube de polvo a través de la cual era difícil mirar.  Por poco el santo había esquivado el ataque cósmico de griffo espectral, y ahora elevaba su cosmos mientras mantenía sus brazos en guardia. Su cuerpo era iluminado cada vez más intensamente por aquella luz dorada que caracterizaba a los santos de su estirpe, y sus fuerza crecía a cada segundo. ¿Era que la cabra celeste preparaba un ataque rápido y certero para acabar con el juez? ¿O  era que su cosmos apenas se encendía? Mientras la nube de polvo creada por la ofensiva de Minos se disipaba, El Cid contemplaba con presición cualquier movimiento que el juez pudiera realizar al compás que su cosmos crecía al igual que la luz dorada que lo envolvía.  **   

 **El arrogante juez, apesar de haber fallado su ataque, se encontraba cuestionando al santo dorado. Este, con su típico  rostro inexpresivo miro fijamente a Minos y, extrañamente, una ligera sonrisa se dibujo en sus labios por un instante.  No contestó con palabras, pero aquella encendida mirada lo decía todo. Su cuerpo seguía envuelto en aquella luz dorada que caracterizaba a los santos de su estirpe, llenandolo de galanura  y gallardia. Fue entonces que, con un rápido movimiento, El Cid emprendió una veloz carrera en dirección de Minos. Sus movimientos eran tan veloces como la luz misma y cual saeta dorada se avalanzó sobre el infernal juez. Y a pocos centimetros de coalizionar con el, el caprino se detuvo y, con un brazo previamente estirado hacia arriba, dejo caer cual guillotina su corte filoso. Era un corte sagital atravez de la humanidad del antiguo rey de Creta y a aquella corta distancia esperaba derrotarlo de una vez, o al menos herirlo gravemente. ¿Podría el escurridizo juez escapar al filoso ataque de el santo de Athena? * *   

 **Era increible. El certero y tajante golpe del santo de Athena había logrado solamente rasguñar el sapuri de Minos, y ahora este, encolerizado, elevaba su cosmos de oscuras tonalidades. Estas luces, oscuras y tenebrosas, contrastaban perfectamente con los detellos dorados, que centellaban sobre el adónico cuerpo del español. Incluso el rostro iracundo del antigüo rey de Creta contrastaba con la fria y filosa faz de el decimo guerrero del sol, quién jamás había lanzado un grito de dolor durante un combate. Aun así El Cid se sorprendía por la escurridiza habilidad de Minos. Tantos cortes tan perfectos, y lo único que había logrado era romper un poco la negra armadura que lo protegía.  Y ahora, con la furia del griffo el mismo suelo era roto y su cosmos crecía al compas del de el caprino, que apesar de no mostrar ninguna señal de furia o exaltación, su cosmos crecía paulatinamente envolviendose a sí mismo en dorado una vez más. Aún se encontraban cerca los antágonos, pues Minos había escapado por centímetros al corte de el caprino, y este aprovechó esta situación. El Cid no era un hombre de palabras, como el espectro demostraba ser, sino de acciones. Y en lo que el espectro gritaba con enojo sobre su dañada armadura, el dorado movió una vez más su diestro brazo de una manera veloz y certera.Y como antes, una veloz lámina de luz doradasalió disparada como saeta, tomando la forma de una luna menguante buscando el cuello de Minos. ¿Podría mantener el ritmo el espectro? ¿Su ira nublaría su misión, o ensalsaria su cosmos? ¿La velocidad del ataque del caprino, cargado por la corta distancia que los separaba ó algún nuevo truco por parte de Minos? Solo el tiempo lo diría. **