__________________________________________________________________
____________________________________________________________
**A medida que el tiempo avanzaba, el astro rey en el
horizonte comenzaba a preparar su camino para darle paso a la Luna,
dejando la bóveda
celeste libre de aquellas nubes que había alejado con sus rayos anaranjados que
iban tornándose rojizos,
bañando con las últimas ráfagas de luz y calor de
aquel día desde lo alto todo aquello que se atravesara en su camino,
primeramente
las avecillas que surcaban en un vuelo rápido el cielo, buscando el mejor
camino para llegar a sus nidos,
prosiguiendo con cada una de las
fortificaciones naturales cuales montañas o grandes y frondosos árboles para
llegar
por último siendo menos intensidad, a cada una de los antiguos templos
que eran resguardados por doce caballeros quienes
habían jurado proteger con su
vida a la diosa Athena, haciendo mayor énfasis en la sexta casa donde el signo
de virgo se vería marcado
desde las puertas de entrada, de esa forma sería
reconocida con facilidad aparte de tener un gran contenido de energía por
la
continua meditación de sus guardianes, una brisa atolondrada se paseaba desde
el inicio del Partenón hasta el final, atravesando
o chocando con fiereza en
cada uno de los muros de aquel lugar hasta llegar a encontrarse con la sexta
casa zodiacal, queriendo romper con el
silencio que dominada todo su interior
al rosar con velocidad cada una de las paredes que conformaban dicha
edificación, creando de
esa forma un sonido tétrico como si de una casa
abandonada se tratase, idea que se sería rechazada al verse en el centro a la
amazona de virgo, completamente centrada de una meditación profunda donde su
cosmos era el principal protagonista presentándose
encendido al colorear una
fina capa alrededor del cuerpo femenino, cumpliendo el objetivo de delinearlo
con perfección cada detalle de
su fisonomía, componiéndose de una postura en
total relajación, hombros atrás, cabeza con una ligera inclinación hacia
adelante
donde caían varios de sus mechones sobre su rostro tranquilo, mantenía
sus orbes cerradas al tiempo que sus piernas se entrelazaba
la una con la otra,
sosteniendo en el centro sus extremidades superiores unidas en un círculo por
sus dedos pulgares estando las
manos rosándose suavemente; gracias a su
concentración lograse ver la figura de aquella dama dorada levitando a unos
cuantos metros
de distancia del suelo, siendo su capa la que caía por atrás de
su espalda hasta rozar el suelo en un vaivén compartido con sus áureos
cabellos,
finos y sedosos. Al juzgar por aquella meditación parecía estar
esperando algo o a alguien teniendo en perfecta armonía todos sus
sentidos, lo
que provocaba que el ambiente se llenará de una paz irrompible, ni siquiera
aquel viento fugaz pudo contra
tanta calma dentro del sexto templo**
____________________________________________________________
__________________________________________________________________