**Véase la bóveda
celeste inundada por un calor indudable que era proveniente de aquellos rayos
que el astro rey proporcionaba al cielo, a la tierra y a todas la criaturas que
en el habitaban, con gran majestuosidad llenaba de luz los rincones más oscuros
que pudieran existir, aprovechando que el tiempo le permitía estar en su mejor
punto, rozando con su calor cada estructura de piedra u otros materiales con
los que eran construidos cada uno de los edificios en la superficie terrestre,
haciendo énfasis en una en especial, donde en conjunto con el cielo despejado
se mostraba imponente ante cualquiera que quisiera visitar o pasearse por aquel
lugar, sintiéndose en ocasiones la desesperación y sufrimiento de aquellas
almas que habían caído en combate, habían destrozado ya parte de sus paredes
dejando en marcas de sangre por doquier, recordando cada una de las peleas,
derrotas y victorias, solamente salía uno vencedor en tan sangrientos
enfrentamientos, existiendo así, solo una edificación que guardaba estos
secretos, el Coliseo Griego, donde a pesar del pasado lleno de recuerdos que
destrozaban los corazones de los menos afortunados, se respiraba un olor a paz
y tranquilidad, totalmente diferente a otros días en donde era dominado el
ambiente por una pesadez increíble, ahora el aire era ligero llevándose consigo
cualquier recuerdo que atormentase la mente de un humano sin experiencia en
combates, dándole una imagen hermosa que deslumbraba lo magnifico de sus
paredes y pilares, como había sido construido y lo monumental que se mostraba.
Para cualquiera que caminase entre sus arenosos terrenos, era un sueño formidable,
al estar rodeado del calor del sol, la belleza de las aves surcar el cielo y la
quietud del silencio que guardaba solo en esos momentos, pero quizá para
aquellos protectores de Athena, dorados guardianes de las 12 casas del Partenón,
sería algo en lo que prestar atención, aunque a simple vista el Coliseo era
sometido a la soledad y el silencio puro**
|