*Un suave murmullo, como si fuese una especie de preámbulo, se escucha en ese espacio, murmullo que crece suavemente conforme la intensidad del aura del Santo de la Balanza se incrementa. Poco a poco el flujo de corpúsculos dorados se fusionan alrededor de la silueta de este varón y con gracilidad crean destellos del mismo tono de su Armadura, conformando así una proyección del dominio del universo interno en este Santo. “Ya has demostrado tu lealtad y tu fuerza al conseguir ese Manto… Sin embargo esta vez la Guerra será mucho pero, es posible que nadie sobreviva y por eso debemos tener plena confianza en nosotros, especialmente desarrollar plenamente ese dominio interno… Cada enfrentamiento es un riesgo para la estabilidad del mundo tal como lo conocemos” con cierta melancolía el Santo observa a su contraparte femenina, al momento que deja pasar a varios de sus compañeros por la mente, pensando en que a cada uno le espera probablemente el final en esta época. – Esta Guerra contra Hades puede determinar todo el curso de la historia del mundo, incluso en el mismo Olimpo y trastornar toda la paz que ha existido… - Algunos nuevos fulgores brillan desde la diestra, especialmente en ese artefacto potente que cuelga como una masa del destino, punzante como aquél. - … Por eso es necesario procurar el menor número de bajas, especialmente si cualquier pérdida pueda dar lugar a la invasión del Santuario… Aun podemos remediar algunos de los posibles errores del futuro… Y para nuestro caso, estos tendrán relación no sólo con el uso de estas armas, sino con el entendimiento completo de esa necesidad de elevar nuestro cosmos hasta el infinito y salvaguardar ese equilibrio que representamos. – Apenas la última palabra flota en el aire, cuando la mano derecha realiza una serie de movimientos, que se acompañan por un salto semi parabólico, y suspendido en el aire cual voluta de aire dorado, e extremo con tres puntas mortíferas se desprende, en varias ocasiones, realizando impactos consecutivos sobre el sustrato elevando capas de polvo, para que en último caso, la punta se dirija con velocidad extrema, fracturando todo elemento o partícula en su camino, recreando un fulgor de oro, en camino letal del rostro de la Amazona.*

*Finalizado el salto, el joven de cabellos marrones aterriza a varios metros de su contraparte femenina, con al vista fija en ella, rememorando cada acto de esta. “Esquivó muy hábilmente el ataque” Este pensamiento produce una ligera sonrisa en su rostro, una que parece evidenciar orgullo al interior, sin embargo como si una brisa pasajera fuera recordatorio de la época que acaece, la mirada se torna seria nuevamente, mientras tanto la diestra sujeta con fuerza aquel adminículo. – Entonces hazlo! Pelea como si fuera un Espectro a la entrada del Santuario, siente cada parte de tu universo interno y hazlo explotar! – Exclama en respuesta al último comentario de la Amazona. Entre tanto, desde los pies hasta su cima, el resplandor dorado se hace más denso, más agudo, más luminoso, reflejando el creciente contacto y dominio con aquel universo interno que mencionara. “Ya no habrá demasiado tiempo… Athena” Esta última reflexión, finaliza en el preciso instante que sus pies abandonan el sustrato, elevando trazas de polvo, mientras una veloz carrera, con curso semi saltatorial y zigzagueante. A cada paso el nunchaku desprende mayores corpúsculos dorados, como polvos estelares que componen cada elemento de las Armaduras de Athena. Con fuerza presiona sobre el sustrato, con la diestra deteniendo casi en equilibrio su avance, cuando la mano de ese mismo hemisferio se impulsa rauda en dirección de la Amazona ubicada hacia al diestra del joven. Con estos impulsos el extremo tri partito del nunchaku se abalanza hacia la región torácica de la mencionada damisela, más en el último espacio, un mandoble en la muñeca del Dorado, causa una serie de movimientos en el extremo de aquella arma, causando que el extremo avanzar con decisión hacia la parte superior del torso, recreando en ese avance una fuerza y energía expresadas por el fulgor y aura que lo rodea, y a medio camino, exte deriva en otro punto, más aquella energía parece continuar con la misma forma del nunchaku, luego la verdadera punta se dirige a la parte baja del vientre y nuevamente vuelve a detener su camino, para dar origen a un impulso de energía basto como el anterior, hasta que finalmente aquel extremo aguzado, desciende casi vertical por el eje longitudinal de la Amazona.*

*Con gran control el extremo de aquel nunchaku retoma hacia una pendiente muy cercana, de forma que la cadena entre aquellas secciones, la que pretende atacar y la que reside en la diestra del Dorado, se hace más corta, dejando libertad a un ligero vaivén del extremo colgante. Con gran atención y sigilo, la mirada marrón sigue a la figura femenina. Aprestándose, producto del delicado instinto y de la rudeza del entrenamiento que lo ha forjado en el Guardián de la Balanza. “Veamos, ahora cómo usarás esa arma” razona con suavidad, en tanto que ya un mandoble de la muñeca diestra apunta a un incremento de rotación del extremo de aquella arma dorada, rotación que recrea un cúmulo singular de nuevos corpúsculos dorados que flotan y van a rodear ese mismo instrumento, mientras tanto el aura misma del Guerrero, parece fundirse con esta naturaleza áurea de los metales que lo recubren, como si fuese una extensión del reflejo de aquel astro solar. – Más fuerza! – Grita, contrayendo la piel, concentrando intensidad en su mirada y fortaleciendo la actitud de su ímpetu. Con precisión y rapidez, la diestra se eleva, sujetando con ahínco el extremo que residía en su mano. Con otro impulso, el extremo colgante asciende, alargando la cadena que los une, como un ligero silbido cargado de chispas doradas, y este extremo acusa precisamente de interponerse en el giro del artefacto que amenazaba la integridad del dorado. La mirada no demuestra reducción en la sagacidad y determinación y aprovechando aquella prórroga, las piernas contraen cada músculo, mientras que nuevos destellos dorados recrean otra luminiscencia a su torno, y de esta forma, un ágil rechazo eleva con fiereza y velocidad al Dorado, quien se dirige casi en línea recta hacia la silueta femenina. “Ahí suspendida no tienes punto de apoyo… Sin embargo deberás ser capaz de defenderte” razona concentrado en aquella, y con la diestra, misma que recaba un fulgor inusitado, el Dorado, avanza con un puño certero, de una potencia y majestuosidad tal que amenazaría cualquier estructura sobre la faz de la Tierra, haciendo eco de la leyenda que habla del Poder de los Santos de Athena. Con este brazo, el diestro, que sujeta el otro extremo del nunchaku, y cuando la línea de ascenso demuestra que iba hacia un lateral, el izquierdo de ella, la diestra se expulsa como un meteoro, registrando una luz poderosa, de gran fulgor y poderosa estirpe, y aquel extremo acuciante, con las 3 puntas de su base, también se acoplan a este impulso empoderando la letalidad de aquel golpe que se dirige justamente hacia el punto central en el costado de ella, ahí donde las costillas flotantes tienen lugar. – Argghh!! -*

Dohko de Libra