*Las sombras caen lentamente en aquel cálido sitio al momento que los últimos dorados y rojizos rayos de sol se pierden para dar paso a la penumbra, el suave movimiento de las olas se escucha y ahoga una lenta caminata de un guerrero de las sombras ajeno al tiempo presente cuya mirada analítica, fría y ambiciosa se posa en el firmamento estrellado. “Este debe ser el futuro”, razona con una sonrisa amplia y su andar por el borde de la playa se acelera en busca de alguna señal de vida, de aquella anhelada presa de una época distante a la suya y en la cual se encuentra por obra de un extraño poder que solo es útil para satisfacer sus más crueles intenciones, “El Pegaso del Futuro…¿Dónde es que te escondes?” continua en su mente con aquella firme duda dejando que al caer la noche la oscuridad le cubra por completo pues el manto que cubre su cuerpo es tan negro como el alma que posee y solo los ojos rojos del yelmo del oscuro Pegaso destacan en las sombras sobre la más cruel de las expresiones fija en el rostro del mercenario que inicia su cacería*

*Una sonrisa se hace mayor al detenerse el movimiento de aquel caballero oscuro cuya mirada se posa en la figura de aquel joven recostado sobre la hierba, su mirada queda fija en aquella peculiar joya que pende del cuello del chico y su corazón se acelera avanzando a donde el con pasos firmes pero lentos que provocan un sonido apenas perceptible conforme un aura oscura se manifiesta a su alrededor haciendo más intenso su cosmos y la negrura que envuelve a su ser cubierto por la oscuridad total de su armadura renegada. “No es más que un simple mocoso” exclama para sí al avanzar a donde aquel chico y al detener sus pasos su voz se escucha de manera profunda…- Así que tu eres el caballero de Pegaso- exclama al dar un salto en el aire y extender su pierna zurda tras dar un giro que lo coloca sobre el chico para caer en picada en una veloz y poderosa patada que busca tomarlo por sorpresa apuntando directo al pecho de aquel joven y de conseguir caer sobre el él daño en la caja torácica fuera suficiente para presentar una batalla, aprovechando en parte el factor sorpresa que existe para él y buscando también que sus palabras hubieran distraído o alertado al joven a manera de medirle*