**Sus ojos siguen el trayecto del resplandor que anuncia el arribo de una forja dorada, vislumbrando la humanidad del escorpión celeste tras escuchar aquel llamado; ahora la sonrisa que ostenta se torna satisfecha a sabiendas que solo era cuestión de instantes que el caballero advirtiese su llegada proclamando el inicio de la guerra desde las entrañas del Santuario. Emerge taciturna de las tinieblas, exhibiendo con descaro su posición en el eco de sus pasos metálicos – Vaya Kardia, tu perspicacia aún es plausible… - confiesa sin mucha emotividad en las palabras que escapan de la deliciosa curva de sus labios, redimiéndose a sí misma de la prisión que confiere el yelmo insigne de la tercera constelación, la brisa impertinente irrumpe en la escena y los mechones azures le besan el rostro, enmarcando la lóbrega mirada de plata que observa al aludido desde las alturas de la escalinata pétrea – Sólo espero que tu memoria no me decepcione-.

 Cinco son las catedrales que separan el templo de los dioscuros con el del escorpión escarlata, el sendero del Santuario a través de las doce cosas resulta en un mapa tatuado en la cognición, pero el estoico anfiteatro que pisa se traduce automáticamente en el único vínculo con el resto de los miembros en la orden dorada, quisiese eludirlos o no – ¿O me dirás que tres años te provocaron una catarsis? – un atisbo irónico tiñe sus palabras arrancando de su espalda la capa, envolviendo el yelmo bifacial dejándolo caer sin decoro.

 -Por tu propio bien será mejor que me dejes pasar – un par de pasos preceden el elegante salto que la lleva a la primera grada aun manteniendo una distancia prudente del otro. Delicados astros emergen en torno a la heredera de los dioscuros, el brillo de pequeñas estrellas que ascienden rutilantes demarca la silueta de su cosmos de etéreo malva donde se adivina la imagen breve y cristalina del universo que encierra en sí mismo exultando la joya tartárica con el sello de géminis ataviándola, principal precursora de la nueva esencia oculta en su energía cósmica ofreciendo la bruma estelar de brío dantesco en expansión ofreciendo los suspiros del inframundo – De lo contrario me veré obligada a apagar el brillo de Antares – antepone su mano al rostro cerrándola en un puño incisivo – con estas manos capaces de aplastar las estrellas…-**

 -Contempla Kardia – incita con extraña familiaridad extendiendo los brazos a las laterales en una elegante postura  envuelta en el silencioso fragor de la galaxia que compone su energía – en su resplandor está el verdadero significado que encierra la esencia de Géminis residiendo en mí, la sempiterna oscuridad del universo lleno de hermosas galaxias… - explica al momento que la vertiente cósmica que la reviste crepita silenciosa expandiéndose en luminiscente púrpura alumbrando su fantasmagórica talante.

 Sus manos aún en aquella postura emergen poderosas envolviéndose entre líneas de cosmo, dibujando una siniestra red de paralelos y meridianos entre sus dedos – El tiempo se agotó… - sentencia en aires de siniestra verdugo la imperiosa cabellera añil ejecuta un exquisito vaivén al ritmo de irradiación astral, retrae ambos brazos amenazante aprovechando la prudente aunque  breve distancia que los separa, aniquilándola en un suspiro lanzándose con violencia contra el griego empujando las extremidades con los dedos en forma de letales garras haciendo una muda invitación a una exhibición de pugilato y manifestar el poderío contenido en sus manos, el legado de Pólux, una oferta a medir fuerza con quien fuese su compañero de armas en vida, un reto silencioso a detener su atentado por capturarlo. **