**Los claros ojos del caballero de Unicornio no se despegan de su rival, y de igual forma, un aura violácea  comienza a rodear su cuerpo primero de manera tenue pero con cada segundo, aquella luz gana fulgor y fuerza.  -Ya veremos de quién es el cosmos más poderoso, Seiya.- comenta al entender que ambos son guerreros sagrados y su poder está más allá de la imaginación de un hombre común.  -¡Ooooh!- exclama Jabu mientras abre el compás de sus piernas y tensa cada músculo de su cuerpo, logrando así una harmoniosa posición para hacer arder su poder. La cosmo-energía del caballero del corcel de un solo cuerno comienza a agitarse  y a crecer, llegando incluso a crear estática eléctrica alrededor de Jabu y a hacer que los pétalos que descansaban en el césped comiencen a danzar alrededor de su cuerpo. La batalla cósmica entre el caballero de Unicornio y el Pegaso apenas comienza.**

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**No ajeno a la velocidad de un caballero de bronce, Jabu observa los movimientos del Pegaso y hace lo propio para evadir la ofensiva. Con un ágil salto hacia atrás en el momento precioso, durante el cual Jabu da un giro en el aire y aterriza sobre el césped, el Unicornio evita el poderoso puño de Seiya y gana algunos metros de distancia entre ellos. -Tú solo tienes fuerza bruta, Seiya.- comenta el muchacho entrenado en Argelia con una burlesca sonrisa dibujada en el rostro, la confianza acompañándolo y la violácea energía aún envolviendo su cuerpo. -¡Toma esto!- exclama mientras concentra todo su cosmos y lo canaliza a través de su mente. En ese momento, una invisible presión intenta apoderarse de Seiya, con el afán de sellar sus movimientos y someterlo; para después intentar elevar su cuerpo algunos metros del suelo. Aquella fuerza invisible es una habilidad muy rara incluso entre los caballeros, y Jabu la ha desarrollado a un nivel básico. Una gota de sudor recorre la mejilla del Unicornio y las venas de su sien comienzan a marcarse debido al esfuerzo de intentar someter a un rival tan fuerte como Seiya, sin embargo este no es su truco final. La energía verdadera comienza a arremolinarse poco a poco sobre el cuerno en su yelmo de bronce; como si el Unicornio se preparara para dar una estocada final.**

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**Con la respiración ligeramente agitada debido al esfuerzo cósmico, en el rostro de Jabu aparece una sonrisa confiada. –Lo logré… Eso te enseñará, Seiya…- murmura para sí lleno de soberbia, sin embargo cuando el Pegaso se pone de pie aquella mueca de superioridad desaparece por completo, cambiándose por una de asombro. -¡¿Cómo es posible?! ¡¿Cómo puedes estar aún de pie!?- exclama con los ojos bien abiertos. Sin embargo, aún no puede dejarse vencer y enseguida recupera su guardia de combate frente a so opositor. Lentamente, la energía violácea comienza a brotar nuevamente de su cuerpo e incluso algunos destellos eléctricos rodean su armadura; el ceño de Jabu se frunce y sus músculos se tensan. Con los puños elevados, el compás de las piernas abierto y las rodillas flexionadas, el Unicornio se prepara para el embate contra su rival.**

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**Jabu no puede hacer nada más que elevar sus brazos en modo defensivo frente a él  y flexionar sus rodillas para intentar sobrellevar aquel impacto. -¡Son muchos golpes!- menta mientras aquellos meteoros azules colapsan frente a su defensa; empujando su cuerpo hacia atrás y dejando su camino marcado sobre el césped de la mansión  -¡Ni siquiera puedo contarlos!- Uno de aquellos meteoros logra burlar su defensa y se impacta directamente en su vientre, haciendo que Jabu escupa un poco de sangre y un quejido de dolor se le escape de entre dientes. Acto seguido, otro meteoro impacta sobre su hombrera derecha, dejando su poder marcado en forma de resquebrajaduras sobre la armadura.  -¡Arghh!- se le escapa cuando por fin la fuerza del ataque de Seiya es tal que lanza su cuerpo como si fuese un muñeco varios metros hacia atrás, haciendo que los cientos de golpes impacten sobre su cuerpo.  El santo de Unicornio se impacta sobre uno de los gruesos muros de la mansión con tal fuerza que deja su silueta marcada sobre la roca, para después caer tendido sobre el césped. Su armadura muestra los signos del combate: Su hombrera derecha no está, los antebrazos de la armadura están muy lacerados, faltando severas partes e incluso sobre el resto del ropaje aparecen marcas de puños hundidas en el metal. Algunos segundos de incierto transcurren sin que Jabu mueva músculo alguno, sin embargo su voz se escucha después de estos –A…A…Aún… No me… Derrotas…-. El muchacho intenta ponerse de pie con una voluntad férrea, apoyándose con sus brazos sobre el suelo y sin despegar la retadora mirada del enemigo. La luz violácea característica de su constelación vuelve a rodear su cuerpo mientras en indomable Unicornio busca ponerse de pie.**

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