*Algunas nubes parecen compartir un secreto con las copas de los árboles y por ello alternadamente, cubren los rayos plateados de la luna, oscureciendo por ello el camino y la silueta de ese corredor de lejanas tierras.  De repente la mirada atenta y sus sentidos finos y agudizados captan el andar impetuoso de dos sujetos, apreciando el arma de uno de ellos. “Creí que no habría nadie, al menos hasta ingresar a la Catedral, sin embargo Hades debe tener guardias por todo este terreno.” Los pasos reducen velocidad, la estabilidad de ellos se evidencia en un compás equilibrado, la mirada se fija en aquellas figuras, y los puños se cierran, desprendiendo con sutileza pequeños átomos de luz, mientras tanto la expresión permanece sin rastro de miedo y cargad de determinación. – Quiénes son ustedes? – Se expresa de esta forma, mientras haces plateados del satélite terrestre, iluminan  un conjunto de adminículos dorados los cuales conforman una defensa que demuestra la más alta fidelidad y cercanía al avatar de la Guerra Justa y la Sabiduría, más otros parecen extraños, siendo así que la luna ilumina la parte externa que se asemejan a dos agarraderas. – Debo atravesar esas puertas y encontrar a Hades. Si ustedes se oponen no me dejan otro camino que derrotarlos. – La seguridad es evidente en su voz, sin dejos de arrogancia, más la potencia de su misma presencia comienza a tergiversar el flujo de aire y la aparente quietud en ese sitio.*

Pdt: Disculpas la demora, espero que no se repita =)

*El sol se ha apartado de ese horizonte y ahora sólo la noche cubre esos terrenos, acompañando su ulular con el grito de aquellos esbirros de Hades. “Skeletons… Algo así como soldados de la Guardia de Hades… Además de que están armados” La mirada viaja a cada uno de aquellos atacantes, especialmente los elementos cortantes que despliegan en ese ataque conjunto. De repente un ligero fulgor recorre los ojos y expresión del Dorado, y con un rechazo ágil y limpio, sacude cada músculo de su cuerpo en un avance casi perpendicular a sus enemigos, sin embargo en un instante ladea su trote hacia la izquierda, mientras eleva la diestra y el Escudo que en ella reposa. El puño siniestro se compacta con furia y gran potencia, resaltando sobre la oscuridad con aquellas tonalidades esmeraldas que brillan aún más, y sin otra acotación, la pierna derecha se apoya con sutileza sobre el suelo, dando un punto preciso y fuerte de apoyo, para que acto seguido el Santo de la Balanza avance de manera casi tangencial, trazando un surco esmeralda con su puño, haciendo acopio de la fortaleza y velocidad del nivel de entrenamiento de su estirpe, buscando con este lance, un doble impacto en la región mandibular de aquellos soldados.*