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A millones de planetas y millones de agujeros negros, se encuentra un mundo lejos del rio Aqueronte, por el inframundo, en los confines del rio lenos. Ahí existe un interminable campo de flores, un paraíso utópico, donde solo unos cuantos elegidos por los dioses tiene permitido entrar. Se trata de un lugar donde no existe el hambre, la violencia, el sufrimiento y ni la tristeza. Es un sitio sagrado donde los elegidos son liberados del sufrimiento y de las pasiones terrenales conocido como los campos elíseos.
-Ese... ese debe ser Hades. – Dice Seiya el caballero de Pegaso mientras observa hacia unas escaleras que suben directamente hacia la entrada de una gran edificación – Hades por fin ha mostrado su verdadera cara – Responde Ikki, el caballero del Fenix mirando hacia la misma dirección igualmente sorprendido. Al mismo tiempo, el sonido metálico de unas recias pisadas acapara toda la atención mientras unos botines de color negro van descendiendo aquellos escalones – Debemos buscar la manera de derrotarlo… - Añade el Cisne Hyoga – Solo Así podremos salvar a Athena amigos – dice Shun el de las cadenas de Andrómeda, mientras se coloca al frente de una gran vasija color carmín que tiene en su interior el cuerpo de Saori, la reencarnación de Athena – ¡Vamos tenemos que defender a Athena aun y con nuestra vida! – entonces Ichi de la Hidra, Jabu de Unicornio, Geky el Oso y Nachi de Lobo aparecen rodeando aquel recipiente mientras sus posturas de defensa muestran la convicción que tienen aun y cuando estan ante la presencia de un Dios.
De esta forma, a la mitad de la escalinata, toda la atención se centra en el hombre que va caminando, describiendo en su total magnitud al amo del inframundo, el gran Dios Hades, aquel que va cubierto por una imponente armadura negra la cual protege su verdadero cuerpo. Su personalidad real vista solamente en la era del mito y durante la primer gran guerra entre el bien y el mal.
¿Están listos muchacho? – Pregunta Seiya – ¡Sí! – responden al unísono para luego iniciar una rápida carrera contra el dios, pero este, omnipotente y divino, solo los observa, muy serio, muy altivo y muy frio, acto seguido, sus ojos irradian un brillo rojizo muy intenso y sin explicación alguna, una poderosa onda expansiva de pura energía impacta a los 9 caballeros de bronce lanzándoles hacia atrás, hasta estrellarlos bruscamente en el suelo mientras son rodeados por descargas eléctricas que aumentan su dolor y los inmoviliza.
El primero en percatarse de su situción en Shiryu, el caballero Dragón -Seiya, es muy poderoso- Dice Jabu – ¿He? ¿qué hace ese maldito? – entonces sus ojos pueden ver que el gran dios levanta su mano y hace un ademan logrando con esto que la gran vasija se eleve y comience a moverse hacia él – ¡Saori! – Un grito de Seiya es la descripción correcta de la impotencia que sienten los caballeros ante el poder del gran Hades – Hermano, que haremos – dice Shun – No lo sé, pero no podemos permitir que Hades lastime a Athena – Le responde Ikki en medio del dolor y el esfuerzo que le representa no poder moverse – No podemos perder más tiempo… De lo contrario Hades matara a Athena – Añade Hyoga en el preciso momento que el gran jarrón se estrella en el suelo con una fuerte tremenda, con una potencia tal que fragmenta el piso.
Ahora, todo se centra en el rostro de Hades mientras levanta de forma horizontal una espada envainada en su funda – ¡ATHENA!- gritan todos al mismo tiempo mientras Hades va desenfundando su espada, una escena que recrea su gran poder en forma de un brillo rojo que va creciendo como abanico a medida que el arma va saliendo de su protección.
Todo ahora parece acabar, pues Athena esta inconsciente en la vasija y los caballeros inmóviles no pueden protegerla. – La a-a-armadura… debo entregarle su armadura a Athena… - Dice Seiya mientras observa que Hades camina hacia el jarrón empeñando su espada. |
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Sin embargo, justo en ese momento los eventos toman un giro inesperado, dejando notar como todo lo que rodea a los caballeros de bronce se va haciendo más lento, dando a comprender que inicia un cambio abrupto al curso de las acciones que se tornan cada vez más extrañas, pues incluso el Dios del Inframundo se ve sometido ante una fuerza capaz de traspasarlo todo.
- Oh, pero que escena tan maravillosa.
Exclama una voz que parece salir de todas partes en el instante en que de alguna manera todo se ha frenado, pues no existe ni el más mínimo movimiento en la mismísima tierra sagrada, aquella que solo puede ser pisada por los Dioses o las almas más puras, alejadas de cualquier pecado terrenal.
- Sin duda son unos pecadores, todos y cada uno de ustedes… Je, vaya que son tontos al venir a los campos Elisseos con un poder tan primario.
Agrega con un tono juguetón y hasta simpático, mismo que se opacado en el instante en que delante de las nueve figuras se forma un remolino negro, uno que va creando una puerta de la que va saliendo una imagen delgada, así como alargada que se haya cubierta por una vestimenta de gala antigua, de la cual, resalta el sombrero de copa que se mantiene ladeado, restándole seriedad a su aparición.
- Pero no teman, esta obra apenas acaba de comenzar y yo, ¡Les mostraré un guion fuera lo común!
Es tras estas palabras que se aprecia como una energía cósmica lo consume todo, tal como si se tratara de un Dios que ha aparecido para brindar alguna clase de esperanza, pues al mismo tiempo ha logrado detener los movimiento de un ser tan supremo como lo es Hades, el Dios del Inframundo, quien en ese momento se haya bajo la influencia del mítico reloj de Youma, el desconocido personaje que le ha brindado un giro inesperado a la guerra santa…
Mephistopheles Youma »»
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Ante la llegada de este extraño personaje el aire puro y libre que recorre los elíseos deja de soplar y en consecuencia las flores se paralizan, su esencia deja de sentirse y todo alrededor de la escena de la batalla se congela. Incluso, los rostros afligidos de los caballeros de bronce se solidifican remarcando los gestos de preocupación por Athena.
Así pues, una óptica ascendente recorre la cadena cuadrada de Shun describiéndola como una vara sólida que finalmente se enrolla en sus muñecas, con una estabilidad nunca antes vista.
Shun de Andrómeda.
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Todo permanece en completo silencio después de las palabras de Youma, quien únicamente se muestra con una sonrisa confiada y hasta cierto punto maliciosa, dejando notar como él es el único que tiene movimiento además de los caballeros de bronce que se han convertido en simples piezas que pueden utilizar a su completo antojo, sin importar si estos quieran o no, ya que ahora no hay marcha atrás, pues el tiempo reclama un espectáculo extraordinario, que cambie por completo el curso de las cosas... Es así como se escribe un nuevo destino...
Mephistopheles Youma »»
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*Con un rictus de dolor el Santo de Dragón se encuentra oprimido en ese espacio-tiempo, en donde permanece sobre el sustrato tras el impacto de la fuerza de Hades, sin embargo todo en su figura se ha detenido, incluso lso cabellos largos y negros que caían se ven inexplicablemente suspendidos en el aire, y como si sus ojos hubiesen sido más veloces que sus cabellos, un ligero efecto de sorpresa permanece estático en su mirada.* Ryuu Seiza no Shyriuu || Kibo no Senshi
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