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Sisifo de Sagitario Vs Aiedail de Cepheus
Lugar: Coliseo Griego
Hora: Medio Dia
Trama:
El novel caballero de la isla andromeda ha sido enviado para un entrenamiento especial pues la llegada de los esbirros de hades hace mella para que los santos den lo mejor de si, sin embargo, el sinodal sera uno de los mas altos guerreros en la estirpe de athenas...
Inicia: Aiedail
:: Roll On ::
!!! Kambate ¡¡¡
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** Los ojos color miel observan el coliseo greco, admirando la arquitectura que en el se desarrolla, hermosos relieves, altos y bajos, que regalan una excelente vista de su historia, el prelado isleño lee de nuevo la nota que lleva en la mano, donde se le requiere presentarse a los entrenamientos especiales que se llevan a acabo en el santuario, sus pasos le llevan a situarse en el medio terreno del área, observando todas las gradas a su alrededor, su cabello ocre bailotea con el aire que se cuela en el recinto, la armadura que porta no responde al color dorado de los altos dignatarios del zodiaco, sin embargo, el cosmo que presenta, y la gallardía que lo conforma acentúa su lugar como el mas fuerte guerrero de su isla, mismo puesto que se dice de quien lo ocupe necesita tener igual o mayor cosmo que un santo dorado, como peculiaridad en sus brazos lleva dos apéndices, el diestro terminado en un ovolo de puntas aceradas y resplandecientes, el siniestro rematado en una hermosa cruz que representa la defensa del guerrero isleño, ambos bambolean suavemente mientras espera con paciencia la persona que le ha de probar, mientras piensa -- Es raro que me manden a llamar, pero heme aquí, tengo dudas pero de igual forma habrá que afrontarla -- piensa para después seguir esperando mientras una hermosa voluta de aire eleva sus cabellos al cielo **
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**El cielo se pinta de un claro azul pálido, y el astro poeta brilla con orgullo sobre las alturas, bañando con sus rayos de oro el Santuario de Athena, hogar de héroes y caballeros. De entre las nubes blancas como la nieve, una celestial figura aparece frente al escudo de Apolo, volando como un ave. Un par de enormes alas doradas se extienden de forma majestuosa, sin embargo el resto de su figura es oculta a la vista humana debido a que el sol se encuentra justamente a sus espaldas. A los pocos segundos de aparecer sobre el firmamento aquel ángel aterriza de forma gentil sobre el ruedo del coliseo, relativamente cerca del santo de plata que ya ahí se postra, levantando un poco de arena en su descenso y revelando su naturaleza humana: Se trata de un hombre de rostro amable y sedosa cabellera castaña, cuyo cuerpo es protegido por una elegante armadura dorada que brilla al roce de la luz y cuya característica principal son aquellas alas metálicas que le dan una apariencia divina. Portando una sonrisa gentil en el rostro, y postrando sus ojos tan azules como el mar sobre el santo de plata, aquel hombre habla con una voz dulce -Tú debes Aiedal de Cefeo, guardián de la Isla Andrómeda.- y entonces extiende su mano derecha, de forma amistosa, en dirección del extranjero a modo de saludo. -Mi nombre es Sísifo, y soy el santo de Sagitario.- Tras una breve pausa, el caballero dorado comenta a su hermano de armas -El patriarca te ha convocado para un entrenamiento especial conmigo. ¿Estás listo?- finaliza, sin perder la amabilidad en su tono de voz.**#d0b02e
Athena no Ite » Sajitariasu no Shīshuposu
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** Extiende la mano en respuesta al saludo que le ofrece el recién llegado, los ojos miel del isleño recorren todo el cuerpo del santo dorado, admirando las grebas y matices, rematada con aquellas alas que causan un efecto poderoso, una sonrisa se asoma en el rostro curtido por los elementos marinos, dando a su piel el tono cobrizo de los costeños; la sonrisa es sincera y resuelve las preguntas -- En efecto Sr Sisifo, soy Aiedail, me han convocado y aquí estoy presto a cumplir -- indica con fortaleza para después, acusar la situación que les envuelve retirándose unos pasos -- Cuando Ud, me indique comenzamos -- sonriente, pero al mismo tiempo preocupado, sabe por experiencia y por lo que le ha comentado su maestro que los santos dorados son capaces de destruir montañas con sus manos, y aplastar estrellas con sus piernas, una dura prueba es la que se abre al isleño quien con aquel espíritu de sacrificio heredado de la isla de la cual procede, comienza a elevar poco a poco su cosmo energía, un tinte azulado le cubre manifestando su voluntad y la férrea fuerza que posee **
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**Tras las formalidades pertinentes, el legendario caballero de oro invita con la mirada al santo de Cefeo a mirar las gradas que circundan el ruedo. -Como podrás notarlo, Aiedail, el coliseo se encuentra vacío, y no tendrás que preocuparte por lastimar a los espectadores. Eso significa que no quiero que te contengas. Demuéstrame tu verdadero poder que, según he escuchado, rivaliza con el de los caballeros de oro.- explica con una amable sonrisa en el rostro. Lentamente el guardián de Quirón toma una pose de batalla, con ambos puños elevados y el guardia, y las rodillas flexionadas y listas para cualquier movimiento. Un aura dorada, que comienza a juguetear en el aire con los matices azules que emana el santo de plata, brota del cuerpo de Sísifo primero de forma gentil, pero poco a poco hace sentir una pizca del tremendo poder de un caballero dorado. -¿Estas listo?- cuestiona mientras las alas a su espalda se extienden de golpe, como las de un halcón a punto de atrapar a su presa, y una ligera capa de polvo y grava se levanta debido a este movimiento. Los ojos azules del campeón de oro no pierden detalle de su rival, pues la batalla entre dos compañeros de armas está a punto de comenzar.**
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