Este Niño celestial tiene unos ojos tan bellos, que se va el alma tras ellos como a un centro natural.
No se dejaba mirar envuelto en nubes y velos; ahora en pajas y hielos se deja ver y tocar.
Y como mira a los que son la causa por que suspira, con unos ojuelos mira que penetra el corazón.
Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635)
|