Uno de tantos Se acostumbró a perder. Cada victoria se tornaba en desastre, cada idea era un ir y venir de la marea, perplejidad, sin fija trayectoria.
Dispar, polifacética su historia, con alguna galante Dulcinea, y múltiples Aldonzas, su odisea por la nocturna jungla exploratoria.
Amó una vez, o al menos lo supuso. Nadie supo, ni él mismo, si era iluso, o seductor de mente retorcida.
Pero era un hombre solo, uno de tantos, sonrisas en el rostro, y desencantos tapizando la urdimbre de su vida.
Original de
Francisco Álvarez Hidalgo
|