Al despedirnos cada noche, dices que me aparto de ti, que voy a casa; la casa es donde el tiempo duerme y pasa, en el hogar se tienen las raíces.
Y yo vuelvo a mi casa, ese lugar donde tejo el enredo de tu sueño, ese lugar aislado, tan pequeño, que no es hogar, porque eres tú mi hogar.
Brevería Nº 1212
Cuando llegas a casa
Cuando llegas a casa, después de haber pisado aceras de ciudades y senderos de aldeas, habiendo departido charlas convencionales, las que casi te importan, las que no te interesan, y has fingido sonrisas que juzgara el cliente espontáneas y auténticas; padecido requiebros pedestres a destiempo camuflando la ofensa, y las horas tan largas que arrastran sus minutos como si fueran días, o si no se movieran; y al fin recoges todo, y aparcas la jornada como un banco de niebla, cuando llegas a casa, y hay un castillo de oro más allá de la puerta, y los brazos de un niño en tus brazos se enredan, y tu sonrisa estalla como lluvia de estrellas, y las palabras dicen lo que decir debieran, y tú, que las escuchas, y que también las dices, sabes que no hay sentidos ocultos, porque juegan a los ojos abiertos, a las almas desnudas, a luz y transparencia. Cuando llegas a casa, y no estoy, ¿me recuerdas?