Llévame, gira, cíñeme y extiende tus miembros a lo largo de los míos, sin pausa, como el agua de dos ríos confluyendo en un cauce. Se me enciende
la piel a tu contacto, el alma grita, se me enrosca en los muslos el instinto, esta danza se me hace un laberinto, y eres tú el minotauro que lo habita.
Brevería Nº 1777, de Francisco Alvarez Hididalgo
Un momento estoy solo
Un momento estoy solo: tú allá abajo te ajetreas en torno de mi cosa, delicada y voraz, dulce y fogosa, embebida en tu trémulo trabajo.
Toda fervor y beso y agasajo toda salivas suaves y jugosa calentura carnal, abres la rosa de los vientos de vértigo en que viajo.
Mas la brecha entre el goce y la demencia, a medida que apuras la cadencia, intolerablemente me disloca,
y al fin me rompe, y soy ya puro embate, y un yo sin mí ya tuyo a ciegas late gestándose la noche de tu boca.