No mires nunca más lo que has mirado ni desandes jamás lo que has andado, alta la frente, sigue tu camino, que cumplirás con ello tu destino cual si recién hubieras empezado.
Déjalo todo atrás, siempre es temprano. En aguas del Jordán, lava tus manos. Deja que el sol de Dios, desde tus ojos, pueda aún florecer sin un sonrojo como florece el loto en el pantano.
Déjalo todo atrás, como olvidado. Si fuiste pecador, nunca has pecado, si fuiste soñador, nadie te nombra, deja la sombra atrás, que sólo hay sombra, cuando un rayo de luz te ha iluminado.
Si diste mucho amor, no fuiste amado, si diste poco amor, tu fuiste odiado, inclínate ante ti, como ante Cristo, y entenderás después, que nada has visto a pesar del camino que has andado.
Vuélvete entonces pescador de estrellas. Lanza tus redes brillantes como ellas. Busca en la hondura de la horrenda llaga, y con tus dedos, hurga, hasta que hagas, como Tomás, la claridad de aquellas