En el mar Hoy te amaré en el mar, ambos desnudos, bajo la lluvia plácida y sedosa, con el agua a los hombros, espumosa, y un sabor a salitre en labios mudos.
Hablen los besos, amplios o menudos, quédese la palabra silenciosa, hiérame el pecho a látigo de rosa el marfil de tus senos puntiagudos.
Flote la mente como el cuerpo flota, álcese al aire en vuelo de gaviota el gemido final irreprimible.
El agua es un abrazo transparente que nos une, nos traba y nos consiente, y el mundo no nos ve, y es invisible.
Los Angeles, 22 de febrero de 2005
Soneto Nº 1242
|