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De: JoKeR-MaN (Mensaje original) |
Enviado: 25/02/2011 06:28 |
[[ HOSPITAL DE LA FUNDACIÓN GRAUDE ]]
Este hospital es parte de la fundación Graude, perteneciente a la familia Kiddo. Los santos de bronce se recuperán de sus heridas en este lugar, tras sus recurrentes batallas por el bien del mundo.
SSV
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**acostado en una cama con algunas vendas en su cuerpo el santo de los hielos observa al techo de aquella recamara mientras se inunda en su pensar "son muy fuertes los santos de plata...pero...como es que supieron que saori era Atena" piensa mientras seguia descansando de aquella ardua batalla**
cisne hyoga
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De: Pegaso |
Enviado: 13/03/2011 21:11 |
**Repentinamente la puerta de aquella habitacion es abierta dejando entrar a Seiya de pegaso, quien con algunos vendajes, sobre todo en sus brazos se hacerca a su compañero de bronce -Hyoga, ¿como puedes estar acostado?, vamos hay que ir con Saori, cuando ese sujeto se entere que los santos de plata se nos han unido de seguro manadara a mas asesinos- con un andar irregular por su estado se posa cerca de una ventana observando las afueras de aquel edificio -Me pregunto donde estaran los demas santos de bronce...-**
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**escuchando los alegatos del santo de pegaso el cisne lo voltea a ver --seiya...-- dice mientras se incorpora --¿no se te hace raro lo que paso? ¿como es que accedieron los de plata a unirsenos..no crees que sea una trampa?-- pregunta el caballero de los hielos poniendose de pie**
cisne hyoga
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**El león de Nemea había llegado a Oriente, enviado por el gran maestro a asesinar a los santos de bronce traidores al santuario y a su falsa Athena. Su andar era galante a través de un hermoso bosque donde el aire jugueteaba con su cabellera y su blanca capa de seda, hasta que encontrose de frente con un enorme edificio moderno. Podía distinguirse que era un hospital, debido a los símbolos universales que lo rodeaban y por los enfermos que en los alrededores paseaban con esperanza de mejorar. Y el caballero de oro del santuario sabía que aquí se recuperaban algunos de los santos de bronce, enemigos de Arles. A pesar de ser enviado como un asesino, Aioria era un hombre noble y valiente y sabía que su deber era proteger a la humanidad y todo lo que Athena representaba. Entre las sombras del bosque se quedó, sin ser detectado por ningún ser común. Sin embargo, su dorado cosmos comenzó a manifestarse de una manera rápida y violenta. Pareciera como que todo el aire que rodeaba al hospital se tiñera de luces dorada en forma de ondas provenientes de aquel bosque que circundaba el hospital Graude. Aquella fuerza dorada, solo visibles para aquellos familiarizados con la cosmo energía, era de proporciones impresionantes. Ni siquiera los poderosos santos de plata a los que Seiya y sus amigos habían enfrentado valientemente tenían un poder semejante al que se emanaba afuera del hospital. Parecía invitar a los enemigos del santuario fuera de sus cuartos de recuperación, para enfrentarse en aquel bosque. Aioria no quería lastimar a los residentes de aquel lugar, o que resultasen heridos por una batalla entre santos. Así, con su temible poder, invitaba a los bronceados a salir y a hacer frente a su destino y morir entre las fauces del león de oro. ¿Serían valientes los santos de bronce? ¿O utilizarían a los demás pacientes como escudos humanos? ¡Aioria esperaba la aparición de sus enemigos mientras continuaba emanando de su escultural cuerpo aquella fuerza dorada digna de un caballero de oro!**
Atte.
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De: Pegaso |
Enviado: 15/03/2011 23:43 |
**Repentinamente una sensación incomoda atraviesa el cuerpo del pegaso, una energía agresiva proveniente de las cercanías, ¿quizás un caballero de plata?, eso no era posible, esta cosmo energía parece demasiado elevada incluso para un santo de plata –Hyoga, ¿sientes eso?- replica con un tono preocupado mientras abre aquella ventana –Quédate aquí iré a ver de quien es esta energía- así saltando por dicha ventana saliendo no solo de la habitación sino del mismo hospital emprende marcha lenta rumbo al origen de tan aterradora energía**
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**sintiendo la energia de igual forma el caballero de los hielos observa a seiya y lo escucha --no seiya no iras solo-- levantandose rapidamente comienza a seguir a seiya afuera del hospital**
cisne hyoga
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**Dos muchachos, de no más de 15 años, salían con valor del hospital de donde se recuperaban de las heridas. Uno era de tez clara, y una larga cabellera rubia. El otro tenía una estrella entre las cejas y una alborotada melena marrón, de piel besada por el sol que Aioria reconocía de antaño como el joven japonés en el santuario, Seiya. Sin duda eran los traidores que su ilustrísima había ordenado eliminar. No portaban sus ropajes sagrados de bronce, y aunque lo hubieran hecho, Aioria estaba seguro de su victoria sobre el enemigo al cual llamaba. El león de oro solo los miraba con sus ojos esmeraldas de entre la maleza de aquel bosque, mientras los muchachos se adentraban más y más, buscando su cosmos. Pronto, cuando estuvieron suficientemente cerca, el león, sin mover un músculo, lanzó una ráfaga de cosmos dorado proveniente de todo su cuerpo, buscando derribar a los jóvenes de bronce con su incalculable poder. Aquella ofensiva, materializada en forma de luz dorada, salía de entre los árboles, sacudiéndolos con violencia y a una tremenda velocidad. Incluso para los santos de bronce, aquella velocidad, que aún no era la de la luz, sería casi imposible de ver. Sin embargo Aioria no buscaba asesinarlos de golpe, pues a pesar de todo era un hombre noble y valiente y esperaba escuchar a las últimas palabras del Cisne y el Pegaso. Y entonces, sin conocer el resultado de su ataque y poco a poco dejando de emanar aquella luz dorada, avanzó a donde se encontraban los caballeros de bronce, dejando relucir su bellísima armadura dorada, que chispeaba al roce del sol. Su mirar, lleno de orgullo, miraba a sus enemigos con desdén mientras el suave Eolo acariciaba sus cabellos color miel. Con una voz grave, y familiar se presentó ante los muchachos –Yo soy el santo de oro de Leo, Aioria. - Seguramente aquellos jóvenes no estaban familiarizados con los ropajes dorados y mucho menos con el sorprendente poder de uno de los santos de esta estirpe. Entonces, miró con desden al muchacho que protegía la constelación del pegaso, para con cierta tristeza en su tono de voz –Seiya, no esperaba verte así…- Pero luego esclareció su mente, recordando que aquellos santos de bronce eran traidores y merecían morir. Entonces, volvió a exclamar, cual rugido de león –Su futuro está decidido, caballeros de bronce. Por levantar su puño en contra de Athena, el gran patriarca y el santuario, serán tratados como rebeldes. Y la pena a esta traición es la muerte.- Entonces, su cuerpo volvió a ser iluminado por aquella tenue luz de oro, que poco a poco ganaba fulgor y fuerza. Un cosmos abrumador, inmensamente grande en comparación de los santos de plata. Aún así, Aioria no parecía esforzarse. ¿Tan temible sería el poder de los santos dorados?. Aioria esperaba las últimas palabras de los de bronce, para luego acabar con sus vidas. ¿Lograría su cometido?**
Nota: Se que es un turno un poco incohertente (primero el ataque, y despues la introducción ignorando si fueron derribados o no, etc.) pero trataré de hacer este encuentro lo más breve posible para continuar con nuestra historia. Gracias.
Atte.
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** Los santos de bronce avanzaban entre la maleza, buscando al poseedor de aquel cosmos tan terrorífico cuando, en menos de un segundo, un destello de luz dorada envolvió sus cuerpos y los derribó sin mucho esfuerzo. Y después, el dueño de aquel inmenso poder y velocidad apareció. Su cuerpo era recubierto por una armadura del color del sol, tan dorada como el ropaje sagrado de sagitario. Aquel muchacho que había derribado al Cisne y al Pegaso se presentó como Aioria, de Leo, caballero dorado. -¿Caballero dorado?- se preguntó Hyoga para sí, mientras que Seiya mentaba a Aioria, antiguo conocido del santuario, mientras se incorporaba después de aquel golpe dorado -¿Qué dices Aioria? ¡Pensé que solo Sagitario poseía la armadura dorada!- A lo que el león, cerrando sus ojos, contestó sin darle mucha importancia a los caballeros de bronce y a sus interrogantes -Es natural que ustedes no lo sepan todo. Se los diré, pues están a punto de morir. Existen 12 armaduras doradas, y 12 guardianes de oro. Los caballeros más poderosos del santuario. Los santos dorados.- Hyoga también se ponía de pie, y juntos hacían frente al poderoso caballero dorado, mientras Seiya, conociendo mejor el santuario, exclamaba -¡Pero Aioria! ¡Reflexiona! ¡El santuario ya no es lo que solía ser! ¡Arles ha tomado el control y han abandonado el camino de Athena- A lo que en el rostro de Aioria, una mueca de enojo se dibujó, mientras interrumpía las palabras del Pegaso -¡Reglas son reglas!- dando un par de pasos en dirección de sus enemigos de una forma imponente, y mientras su cuerpo volvía a encenderse con aquel fulgor dorado de incalculable fuerza. Hyoga y Seiya tomaban posturas de batalla, mientras un sudor helado recorría sus rostros. No portaban sus armaduras de bronce, y eran presas fáciles para el asesino del santuario. -¡Reciban esto!- decía Aioria, mientras elevaba con gentileza su diestro brazo en dirección de ellos, señalándolos con el dedo índice. Y la punta de aquel dedo índice pronto adquirió un brillo peculiar de aquel color del sol, para después centellear de una veloz manera, mientras volvía todo el lugar a teñirse de oro. Aquella ofensiva de nuevo buscó a los caballeros de bronce, tal como la vez pasada. Un relampagueante ataque de un caballero dorado, cercano a la velocidad de la luz. ¿Podrían Hyoga y Seiya hacer frente a aquel ataque? ¡Bronce contra oro! ¡El terrible poder de los santos dorados!**
Nota: Paso a hacer una manipulación leve a Hyoga y a Seiya para continuar con esto lo más pronto posible. Espero no haya inconveniente.
Atte.
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De: Pegaso |
Enviado: 20/03/2011 01:40 |
**Un ataque espectacular e imposible de evitar para Seiya que recibiendo de nueva cuenta aquel ataque cae una vez más al pastizal de cara dañándose aún más el cuerpo que de por sí ya estaba mal trecho “Demonios, ni siquiera puedo ver su ataque” pero eso no sería suficiente para detenerle, con esfuerzo coloco las manos en el césped y comenzó a levantarse -¿Doce armaduras doradas?, pues no me importa, Aioria esta es la última vez que te diré esto, si has venido a matar a Athena me obligaras a acabar contigo al igual que acabe con los santos de plata- sus palabras firmes son acompañadas de una elevación en su cosmos pero dado su estado la elevación no era algo alarmante –Aioria, si es necesario voy a derrotarte a ti y a los demás caballeros dorados, por favor reacciona, no me obligues a enfrentarte- finalizo el pegaso cerrando con fuerza sus puños esperando la respuesta por parte de sus antagonista dorado**
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**recibiendo el taque el joven de bronce es lanzado junto con su amigo cayendo en el pasto lastimando su cuerpo un mas y levantandose para poder obsrvar a su agresor mientras ocmienza a elevar su energia vital ligeramente bajando la temperatura del lugar --no lo haras solo seiya yo el cisne hyoga te ayudare encontra de el nadie tocara a Saori-- decia firmemente el santo de los hielos**
cisne hyoga
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** Los dos muchachos de bronce se ponian en pie nuevamente, tras el rugido del león de oro. A pesar de tener cuerpos maltrechos, y no vestir sus inferiores armaduras de bronce, enfrentaban a un caballero dorado. Eran santos verdaderamente valientes. Era una lástima que tuviera que asesinarlos ahí mismo. Pero reglas eran reglas, y había que cumplirlas. Hyoga y Seiya mentaban que el santo de oro reflexionara, y que de lo contrario lo atacarían sin piedad. ¿Acaso jugaban? Era verdad que habían vencido un grupo de santos de plata, pero lejos estaban de los poderosos santos del zodiaco. Ellos jamás podrían vencer a Aioria, como un ratón jamás venceria a un león. Pero Aioria estaba dispuesto a darles una muerte gloriosa en el campo de batalla como ellos lo pedian. Con su voz llena de fuerza, y aun destellando aquella luz dorada de su adónico cuerpo, Aioria mentó – Sería inutil. No pueden compararse conmigo. Sus ataques son como juegos de niños en contra mia.- Pero después calló, pues notaba la determinación en sus centellantes ojos. Y, mientras adquiria una postura de batalla, un poco relajada, Aioria exclamó a sus antagonos – Pero si insisten en pelear…- Y una ligera sonrisa se dibujó en sus labios, mientras su cosmos volvía a crecer y a brillar como el sol, invitando a los santos de bronce a dar su primer ataque. ¿Estaba fanfarroneando el león? ¿O enverdad sabia que los caballeros de bronce no serían rivales para el? ¡La batalla comenzaba! ¡Bronce contra Oro! **
Atte.
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**Seiya y Hyoga miraban atentamente al león de oro, mientras un par de gotas de sudor tan helado como la nieve recorrían sus mejillas. ¿Serían capaces de vencer a Aioria? Aún en la gran diferencia de rangos, aquellos santos de bronce tenían un corazón valiente y luchaban por lo que creían. Poco a poco sus cosmos comenzaron a crecer, rodeando sus cuerpos en matices claras. Seiya exclamó ante las palabras de Aioria -Eso ya lo veremos- Y entonces, con su cosmos encendido comenzó a dibujar con maestría las estrellas de la constelación del Pegaso frente a él. Y, al terminar esta secuencia, mentó con orgullo -¡METEOROS PEGASO!- y, de su puño, cientos y cientos de golpes veloces se dirigieron en contra de la humanidad del caballero dorado. Sin embargo, el rostro confianzudo de Seiya cambió de súbito al notar como sus puños no hacían ni un rasguño a Aioria, quién con maestría y acompañado de movimientos imperceptibles para los santos de bronce, esquivaba todos aquellos meteoros.- ¿Así que esta es la técnica que adquiriste después de todos tus años de entrenamiento en el santuario?- preguntó el quinto santo dorado para luego complementar -Pero no se qué quieres decir con eso "meteoros". Tus golpes son como si los hicieras en cámara lenta. Y, al menos para mí, resultan insignificantes.- Seiya y Hyoga se quedaban atónitos al notar como la legendaria técnica del Pegaso no surtía efecto.-Ninguno de mis meteoros lo golpeó- pensaba para si Seiya, cuando Aioria volvió a hablar con orgullo sobre su estirpe dorada. -Ustedes, los caballeros de bronce, se mueven tan rápido como la velocidad del sonido. Incluso los caballeros de plata alcanzan el match 5.- Y dio una dramática pausa, para después continuar con aires de grandeza en su voz -Eso no es nada para nosotros los santos dorados. Nosotros los caballeros de oro luchamos a trescientos mil kilómetros por segundo. Todos nosotros podemos movernos tan rápido como la luz.- Y mientras un sentimiento de impotencia y desesperación invadía el corazón del Cisne y el Pegaso, el cual fue notado por Aioria, este dijo con una ligera sonrisa dibujada en su rostro –Parece que al fin lo entendiste. Nosotros, los caballeros dorados y ustedes somos muy diferentes. Ahora los acabare para que no tengan que morir dolorosamente.- Y tras esto, el diestro puño de Aioria comezó a brillar estrepitosamente en matices dorados. Y, mientras daba un par de pasos acía adelante, lanzó su puño en dirección de sus enemigos mientras exclamaba -¡¡¡LIGHTNING BOLT!!!- Y aquel puño se abalanzaba con su magnífico cosmos sobre los caballeros de bronce. ¿Lograrían sobrevivir al puño de Aioria?**
Nota: Vuelvo a manipularlos. Espero se tomen esto un poco más serio y dediquen el tiempo necesario a esta activdad para todos. Gracias.
Atte.
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(oigan pido u nroll off es que aqui se me esta complicando por que seiya no responde que tengo autorizacion de manipulrlo yo o q onda? es q n ose me hace justo q por culpa de el me esten manipule y manipule a mi :s)
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**Los caballeros dorados son oponentes inigualables, entre todas las castas no existen personas que se les comparen, poseedores de una velocidad y poder aparentemente infinitos dan a saber lo duro que serán las batallas contra el Santuario. Aioria de Leo es uno de aquellos 12 que demuestra su tremendo poder a los santos de Bronce.
El fin para Seiya parece estar cerca ante el implacable ataque de Aioria, los rayos de plasma se desplazan contra el santo que no sabe que está a punto de morir. Súbitamente aquellos relámpagos van deteniéndose hasta quedar suspendidos en el aire, dejando en entrevisto la madeja de rayos que estaban a punto de aniquilar a Seiya. ¿Por qué se habían detenido?... Ante la sorpresa de todos, un cosmos ajeno ejerce su voluntad sobre el rayo plasma de Aioria, una energía gigantesca, pero amorosa y cálida.
-No permitiré que hagas daño a Seiya ni a ningún otro caballero... Aioria de Leo, aquel patriarca al que sirves es malvado, por favor tienes que ver en tu corazón, todo este tiempo has vivido con la maldición de ser el hermano de Aioros, pero piensa. ¿En realidad el hubiera sido capáz de atentar contra Athena y de traicionarte a tí su hermano? Esa noche Aioros no trató de matar a la infante Athena, la salvó de las garras del patriarca usurpador que buscaba matarla, el murió por Athena, el murió por salvarme y no permitiré que el nombre de ese valeroso caballero siga manchado- La voz de una jovencita sale de entre los árboles mostrando a la misma Saori Kido quien Arles dice es una impostora que se ha proclamado Athena. La chiquilla llora cuando habla del sacrificio de Aioros, su presencia es amorosa y un aura dorada como la del mismo sol sale de su cuerpo que mientras camina hacia delante los rayos del ataque de Leo se desvanecen como vapor en el aire.**
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**El poderoso ataque del león de oro había sido detenido de forma milagrosa por un cosmos francamente divino. Y pronto, de entre los árboles, una hermosa joven aparecía hablando sobre Aioros y la verdadera historia detrás del santuario. ¿Quién demonios era aquella chiquilla? Una gota de sudor recorría el rostro de Aioria, mientras los recuerdos de su hermano y de la tormentosa infancia que había sufrido afligían su corazón. Los ojos del león de oro se abrían como platos, sorprendido. Aioria había llegado a odiar a su hermano Aioros. Pero por alguna extraña razón, aquella historia derrumbo el odio de súbito que en su corazón receloso Aioria guardaba y la imagen de Aioros volvió a ser la del noble, valeroso y amable caballero de Sagitario de antes. Y no solo eso. Toda la historia que aquella muchacha contaba parecía tener sentido, y acompañada por el divino cosmos que la rodeaba causaban dudas en el corazón de Aioria. -¿Qué poder cósmico es este que emana de esta muchacha? ¡Es enorme! Pero dulce y cálido. Es casi… como si ella fuera…- Y entonces todas las dudas se disiparon y el león supo la verdad. Saori Kiddo era Athena. Con un aire de arrepentimiento en su voz, Aioria comentó ante las palabras de aquella doncella –Todo lo que creí por 13 años fue una mentira…- Y, en un instante, como una aparición solo para el corazón de Aioria, una figura fraternal apareció junto a aquella muchacha. Era Aioros, quién con una voz grave y familiar preguntaba a su hermano pequeño –Aioria, ¿Acaso no puedes verlo? ¿No ves la diferencia entre el bien y el mal? ¿Y te llamas a ti mismo caballero dorado? – Y, sorprendido como nunca en su vida, Aioria solo pudo exclamar para sí-¡Hermano!- De los ojos del león de Nemea, lágrimas de profunda tristeza y orgullo brotaron, mientras contemplaba en el cielo la figura de su difunto hermano –Aioros, fuiste un verdadero santo de Athena. Nunca fuiste un traidor. Tu peleas por la justicia y la verdad aún después de la muerte. Gracias, hermano, por mostrarme la verdad y enseñarme el verdadero corazón de un caballero de oro.- Entonces, avanzó en dirección de Athena, para al estar cerca de ella, arrodillarse sumisamente. Su mirada se clavaba en el piso, mientras el dolor mordía su corazón. –Athena- dijo -Perdóname por levantar mis puños en tu contra… Juro por mi hermano que mi vida será para ti, y defenderé la verdadera paz y justicia en el mundo. Limpiaré mi pecado.- Y con esto volvió a bajar su mirada. Levantose con gentileza, y dio un par de pasos hacia atrás, para mirar al caballero de Pegaso, y al del Cisne. –Seiya, Hyoga. No sé qué peligros les aguarden en el futuro, pero se los ruego, protejan a Athena.- Y tras esta petición a los caballeros de bronce que ahora eran sus aliados y amigos, dio media vuelta y comenzó un andar marcial, perdiéndose entre la espesura del bosque. ¿Qué peligros le esperarían a Aioria? No importaba, pues ahora el león de oro pelearía por Athena y por la paz. Enfrentaría al mal, aunque esto le costara su vida o su alma inmortal.**
Atte.
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