**Con la guerra desatada en flancos externos, Athena, la Diosa de la Guerra, de sabiduría memorable se debate contra el oscuro Hades, quien domina a los muertos en lo profundo del Inframundo. Su guerra y sus bajas bien sirven como una distracción para que otras fuerzas puedan moverse y pasar desapercibidas bajo la sombra de una afrenta beatica de dos Dioses cuyas tropas son numerosas. A expensas de Hades, Dios de la muerte, una divinidad de mala fama, devota de la guerra y la desavenencia juega sus cartas, sacando de lo más profundo de la muerte un alma frustrada por la injusticia del tiempo. Eris, Diosa de la Discordia de macabra risa ha revivido a un guerrero antiguo que en sus tiempos sirvió a Athena, pero ahora este santo, que en tiempos de vida conoció la más grande gloria le vende su alma y lealtad a la Diosa siniestra, con la promesa de vida y nueva fama otorgándole su cuerpo joven y su antigua armadura de plata que con orgullo vistió, ahora con el nuevo brillo de la Discordia y de un color más misterioso, Jagger es su nombre, caballero de la constelación de Orión, aquel que fue el más poderoso de la antigüedad se levanta de su tumba para cumplir el favor de Eris, Diosa de la Discordia.

En el apacible mar donde parece no llegar los vientos de la guerra se encuentra en ruinas, en lo más profundo el templo de un Dios dormido, Poseidón que domina en los mares , está ausente esperando su regreso, pero hay algo en lo más profundo de su templo que es de sumo interés para la Diosa Eris y que podría poner la balanza de la guerra a su favor, tanto contra la misma Athena como contra Hades. Así es como la Diosa de la Discordia envía a su fantasma más poderoso. Las sombras invades la plaza frontal del palacio, una luz siniestra de color violeta arde como una flama helada de miedo en el tumulto de sombras, mientras de esta la silueta de un guerrero vistiendo una armadura de plata con brillo corrupto sale de las flamas en un estoico andar con su capa ondeando a su espalda. El caballero alza la mirada a la estatua de Poseidón que vigila toda Atlantis a la vez que no detiene su andar hasta llegar a la escalinata que lleva hacia la entrada del templo llegando a posarse en el marco del enorme portón derrumbado del derruido templo antiguo, atajando su camino el caballero parece meditar, el no estaba solo en el nubloso recinto del Dios de los Mares.**

**Con la intervención del supuesto guardián del templo el caballero se detiene al momento de las palabras del que se declara General Marino. Con orgullo y soberbia el caballero fantasmal solo gira levemente la cabeza cerrando los ojos riendo entre dientes oyendo el alardeo del General. -Sin duda sabes reconocer a un caballero, lo que no sabes es que no vengo en nombre de Athena... Soy Jagger de Orión...- El caballero eleva la mirada con sus ojos negros y profundos enfocándose en los ojos de su enemigo en turno -... Soy un Guerrero Fantasma de la Diosa Eris, he regresado del olvido para crear nueva gloria y para vengarme de aquellos que me convirtieron en un rumor, pero también... acabaré con todo aquel que se interponga en mi camino y eso te incluye a tí, no importa quien seas yo no te temo- Jagger dibuja unca macabra sonrisa elevando su pérfido cosmos que se exhala en una luz violeta muy brillante, una presencia misteriosa que asedia el interior del templo de Poseidón. Jagger hace caso omiso a las amenazas y lleva su brazo derecho por de bajo de la hombrera de su armadura soltando el broche de su capa muy sutilmente -¡te arrepentirás por subestimarme!- con una velocidad elevada muy por encima del nivel de un santo de plata común Jagger separa sus piernas para apoyarse perfectamente en el suelo preparado para su primer movimiento. Su brazo sosteniendo un extremo de su capa con la misma espléndida rapidéz lanza hacia el general marino el manto de tela oscura cubriendo enteramente la visión del frente del guerrero. A la vez con sus fuertes piernas el Guerrero Fantasma se impulsa tras de su capa en un truco escondido, con el puño izquierdo por delante y su brazo derecho a su costado cargando un golpe diestro listo para dispararse con la suficiente distancia al alcanzar a su enemigo para intentar acesterle un golpe en el rostro. El orgullo del general será tan grande para subestimar a un caballero de plata, ya lo había mostrado tal vez su ingenuidad le jugaría una treta.**