**Como había sido advertido por sus sentidos Afrodita no estaría solo en aquella honorable habitación. De espaldas a la puerta el santo dorado escucha el ingreso del intruso, así que baja el rostro para mirar de frente, su cuerpo da media vuelta y su capa hace el sonido de la tela a la fricción del aire mientras sus cabellos sueltan estrellas en el espacio. De frente a frente estén ambos ahora sin perder el mínimo porte y elegancia Afrodita interroga: -Huum, conoces mi nombre. Tú debes ser uno de los profanadores de tumbas, ¿no es así? Sin duda has sido muy osado o muy estúpido para venir tu solo. ¿Dónde están los cuerpos de los caballeros? ¡Responde!-. Imperativa es la voz etiquetada del angélico caballero quien ordena sin despegar los dos ojos del andrajoso fantasma, pero en su escrutiñante mirada algo altera con evidencia el semblante del santo de Piscis, sus labios delgados se aprietan, sus ojos se abren singularmente y sus pupilas se contraen, sutilmente la piel de su blanco rostro de estira en un gesto dudoso y sorpresivo. Afrodita aprieta incrédulo el yelmo en su brazo y tuerce su boca con una sonrisita -jhim, imposible- Casi murmura, -¿Quién eres intruso?- Culmina paciente esperando respuesta.**

**Afrodita se sume en una risa interna al oír las palabras del intruso. -Ingenuo, no sabes con quien te metes, soy Afrodita de Piscis, el guardián del doceavo templo- Exclama suavemente tomando con ambas manos su yelmo, alzándolo y colocándolo en su cabeza escondiendo de bajo sus claros cabellos ondulados. De forma delicada el santo dorado pasa su mano derecha por su pecho y mágicamente de su palma florece un botón de rosa roja de largo tallo. -Tienes suerte de encontrarte en este sagrado recinto, ya que no pienso manchar con tu burda sangre los pisos-. Con la rosa roja en la mano Afrodita se la lleva al rostro y huele su dulce olor, tal como su aura se proyecta externamente en el ambiente, su cuerpo destella con el brillo de la luz del sol que guarda su armadura, un cosmos dorado, cálido pero insensible se impregna en toda su silueta haciendo resplandecer las gotas de rocío que adornan sus cabellos, rostro y los mismos pétalos de la rosa frente a su cara de la cual toma un pétalo entre sus brillantes labios arrancándolo de la rosa, Afrodita sopla aquel rojo pétalo y junto con él una primorosa brisa que también se acompañan de pétalos rojos volando por el aire acompañados de un tenue aroma a rosas.**

**-Te concierne mucho, ¿no? Para ser un espectro de Hades no temes lo suficiente a los caballeros de oro, pero no hay de qué preocuparse, no necesitas temerme sino adorarme- Afrodita alza el brazo con la rosa carmesí en la mano, apuntando con esta al oponente, como una sutil amenaza. Y confiado en si mismo el santo dorado retrae su extremidad para crear un impulso fallido al momento que una onda invisible toca el cuerpo del santo. Una fuerza extraña toma el cuerpo de Afrodita con fuerza provocando que caiga con una rodilla al suelo y con ambas manos al piso, pero intentando levantarse y combatir aquella fuerza una descarga eléctrica recorre su cuerpo entumiéndolo y haciéndolo regresar a su posición -¿Que es esto? psicoquinesia, no puedo moverme- Exclama el santo mirando fjo a su oponente, la sombra de extraña presencia. "No es posible que un espectro tenga poderes mentales tan poderosos, ¿realmente será él?" se cuestiona en sus pensamientos el santo imposibilitado físicamente, tratando de no moverse para no recibir aquel castigo eléctrico, pero de cualquier forma un caballero dorado no puede dejarse humillar ante esos trucos y su cosmos no deja de brillar adornado de estrellas relucientes que se impregnan en el piso, pasando entre las piezas de mármol hasta de bajo de estas, -Jah, ¿que piensas hacer conmigo? en serio crees que puedes mantenerme paralizado y que no haré nada dejando que me elimines. Te quitaré ese velo a las malas y una vez que vea tu abominable rostro elegiré por tí la mejor forma de morir.- Parlotea al santo para mantener la atención del oponente mientras un profundo temblor puede sentirse viniendo por debajo del recinto.**

**El pesado cuerpo de Afrodita permanece inmóvil mientras su cosmos se concentra, cierra los ojos y sonríe lanzando una carcajada interna pensando: "Que humillante que un espectro me haga arrodillarme frente a él... intolerable." Tras su breve periodo de pensamientos el santo escucha las palabras del espectro respondiéndole más aun la presión de sus poderes mentales sobre su cuerpo haciéndolo sentir más pesado y adolorido -Gggr... No tengo nada que probarle a una alimaña como tú, engendro de Hades- Exclama con orgullo el santo dorado cuando su cosmos brilla del dorado diluyéndose en un aura carmesí que ahonda en su cuerpo, posteriormente una vibración dorada le hace borroso y aquel esbelto cuerpo del caballero dorado de Piscis se desvanece como las imágenes en el agua y la presión de aquella poderosa paralización choca contra el suelo al notarse como las losas se hunden.

El santo de Piscis ha desaparecido entre la ambientación formada por su cosmos donde el rocío de los pétalos carmesís vuelan bajos en la brisa sutil con aroma a rosas -"Te tengo un regalo espectro, te pagaré la humillación con un castigo de espinas filosas, solo basta admirar la belleza de la rosa para morir de esplendor"- Resuena la inspirada voz del caballero viniendo de cada rincón, como si la brisa susurrada su delicada voz. Inmediatamente un temblor mayor se apodera del recinto donde las lozas de mármol comienzan a despegarse del suelo empujadas por oscuras lianas que como serpientes se arrastran en el suelo y se enrollan subiendo por los pilares y que a medida que crecen y se apoderan del recinto como un jardín, sus espinas crecen más largas y filosas como agujas de obsidiana pulida. La imagen del piso sólido desaparece dejando de bajo de las lianas espinosas una superficie inundada por un estanque de agua rojiza con un intenso aroma a flores, ¿Que mortal secreto aguarda aquel jardín?**

**El esplendor del jardín crece a segundos mientras hace suyo el escenario y cubre los pilares y muros, seguidamente de las oscuras enramadas nacen hojas verdes distintivas de la planta a la que el Santo de Piscis es asociado. -No te desgastes mucho, no necesito ocultarme para acabar con una basura no-viva-. La singular voz de Afrodita se hace notable desde el eco que suena en toda la habitación hasta un claro diálogo del otro lado del cuarto, justo bloqueando la entrada al recinto, es donde aparece la difusa imagen del santo dorado, que en una imagen confiada se deleita del esplendor de su belleza y la de la rosa que lleva en mano. No solo adornado con el brillo de su armadura más su cosmos le alhaja en resplandores dorados que se comparan a los rayos del sol, despidiendo de su cuerpo estrellitas brillantes y bajo su capa les pétalos rojos vuelan hacia afuera acariciando las lianas espinosas.

-Dichoso serás de morir de la más dulce forma. ¿Hueles eso? ¿Ese sutil aroma a rosas que se ha impregnado en el aire desde hace un rato?... Así es el aroma de la muerte-. Al final de su última pregunta el santo de Piscis alza el brazo mágicamente con gracia sin igual, al mismo tiempo de las lianas y enredaderas brotan a una velocidad digna de su rango, botones de flor, que no dejan de crecer y se abren esplendorosamente en grandes rosas carmesí. Por doquier las rosas rojas florecen, en el piso, los pilares y muros, hasta en el techo, e inmediato al lindo espectáculo el aire de impregna de un aroma mayormente concentrado de la fragancia a rosas, pero no es un perfume común sino de un perfume diabólico que mata a todo aquel que aspira la esencia de una forma pacífica, primero invalidando el cuerpo y apasiguando el cosmos, después arrebatando los sentidos hasta la inconciencia y al final la grata muerte.**