**El astro poeta muere en el horizonte, iluminando la tierra con sus últimos rayos ensangrentados; y abriendo paso a la oscuridad y al misterio de la noche. El paisaje es un desolado y rocoso desierto, donde pocas cosas sobreviven. El viento recorre aquellos lares, levantando polvo y arena; y creando pequeños remolinos de viento. Pero pronto, algo llama la atención en aquel lugar: Un hombre que avanzaba con rumbo fijo a través de las rocas. El soplido de Eolo mueve una blanca capa de seda con gentileza a sus espaldas, mientras que los últimos rayos de sol hacen chispear una dorada y exquisita armadura que cubre su cuerpo de pies a cabeza. Un yelmo tan brillante como el sol cubre su cabeza con elegancia, imitando a la perfección las crines de un león y delatándolo como el quinto caballero del sol: Aioria de Leo. El santo de oro regresa de una misión en Oriente, donde había encontrado la verdad. °°¡Derrotaré a Arles en nombre de Athena y de mi hermano Aioros! ¡No dejaré que se salga con la suya!°° piensa para sí el león de Nemea, mientras avanza en dirección del santuario con pasos marciales y seguros. ¡El caballero de Leo levanta su puño en contra del Gran Maestro!**

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**Los esmeraldas ojos de Aioria se encuentran con una figura conocida, también cubierto por una armadura de oro. Y, contestando a las incógnitas de Shaka sin mostrar la más mínima  expresiónen su rostro, dice –Voy a ver al Gran Maestro, y a Athena. No tengo tiempo de darte explicaciones Shaka, pero creo que el Patriarca ha traicionado a la verdadera Athena…- Entonces guarda silencio, sin despegar sus vivarachos ojos de Shaka, esperando su respuesta. El viento juega con sus cabellos y agita con elegancia su blanca capa. La armadura del León de Nemea chispea al roce de los últimos rayos de sol ensangrentado, mientras Aioria espera respuesta sensata del de la Virgen. **

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**Apretando los dientes ante la respuesta del caballero más cercano a Dios, el león frunce el ceño y eleva sus puños.  -¡No cambiare de parecer!- menta el fiero león, pues sabe la verdad -¡El Gran Maestro es un vil impostor! ¡Athena no está con él en el refugio, y solo nos está manipulando!- dice como última advertencia Aioria, mientras un aura dorada comienza a recorrer su cuerpo y a generar un pequeño tornado de polvo alrededor de su fisionomía. Lentamente  el quinto caballero de oro levanta sus puños en señal de combate, y abre el compás de sus piernas; listo para la batalla. Aioria no dejara que Shaka se interponga en sus planes, y esta dispuesto a entablar el legendario combate de los mil días.**

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**-Ya veo, no sé qué fue lo q te hicieron en el oriente aioria, pero tendré q hacerte cambiar de parecer a la fuerza, no permitiré que levantes tus puños en contra del maestro... el hacerlo sería lo mismo q traicionar a athena.--

menciona mientras un aura dorada comienza a brotar de su cuerpo, la fina capa de ceda comenzó a agitarse cada vez más fuerte, al igual q la dorada cabellera del Hindú, el suelo seco y árido comenzó a quebrarse y diminutos fragmentos de tierra dura comenzaban a elevarse y rodeaban a este santo guardián del sexto templo quien separando ambas piernas para lograr un mayor equilibro y colocando sus manos en posición de plegaria, estaba preparado para cualquier agresión hostil por parte de su antagono.

– Muy bien Aioria, entiende que si dos de los caballeros dorados quienes son los más fuertes pelean entre sí, la lucha durara mil días, si aun piensas en desafiar las órdenes del gran maestro, te castigare en el nombre de athena...-

menta el virginiano directamente al cosmos del santo de leo.¨¨