**El santuario se rodea nuevamente con aires de batalla frente a la intrusión de los santos de bronce al santuario, alegando salvar a Saori Kido de la muerte que uno de los mismos caballeros del santuario ha provocado y de desenmascarar al impostor que se hace pasar por el gran patriarca. Entre aquellos 5 santos que juran lealtad a la verdadera Athena se distingue uno de azules y cortos cabellos que como ningún otro hombre desde el tiempo del mito logro hacerse con la sagrada armadura de bronce del fénix y que se mueve alejado de los otros cuatro santos dentro de las doce casas zodiacales que vigilan la elite del ejercito de Athena, en solitario el joven llega hasta las escalinatas que llevan hacia la undécima casa, en un corto momento de nostalgia cubierto por el firmamento que poco a poco se oscurece a un profundo negro el joven se detiene en su avance y voltea su mirada hacia los demás templos ¨me pregunto donde estarán Seiya y los demás ahora¨ después de eso cambiando nuevamente su mirada hacia adelante –será mejor que se apresuren ya no nos queda mucho tiempo- es lo ultimo que expresa el chico antes de volver a subir aquellas escalinatas de piedra que le llevaran a la penúltima casa. Tras llegar a la entrada del templo el santo se adentra con valentía exigiendo la inmediata aparición del protector de la misma -¡sal de ahí ya santo de acuario! No tengo tiempo para juegos-**

**Frías palabras provenientes de un hombre rodeado por la misma aura de hielo detienen al joven intruso y le responden no solo con afirmaciones vacías sino también con una duda que el muchacho esta obligado a responder si desea proseguir a la siguiente casa, –sabes bastante caballero de acuario, me sorprende que no sepas la respuesta a eso…- exclama aquel rodeado por un aura opuesta a la que emana el dorado en un tono seco como el de su opositor. Las pisadas metálicas resuenan en todo el templo al moverse con tranquilidad el invasor hasta adentrarse un poco más a la misma y ver al hombre de verde cabellera que le observa con detenimiento, solo para detenerse y como él ver directamente con quien habla. La rojiza aura llameante comienza a iluminar con mayor intensidad y a oponerse al frio aire que sin razón aparente emana aquel erudito entre los santos, su calor parece querer contrarrestar aquel clima extraño y mantener la temperatura de quien la emana, el joven santo de bronce se mueve con naturalidad a pesar del helado ambiente y parece tomar una posición de combate al cerrar sus dedos y formar un puño con su diestra, que probablemente planea usar contra el guardián de la casa. –estoy aquí para salvar a Athena- exclama el santo con seriedad, totalmente convencido de lograr su objetivo y llegar a la cámara de la diosa, sin ocultar la agresividad que de si emana**

**Intenso aire helado rodea la habitación casi al punto de congelar en su totalidad el interior de la misma, la energía ardiente del joven es sometida, dejando apenas unos cuantos centígrados de diferencia entre su temperatura y la del aire. –sabes cuando te escuche decir lo que sabias de mi y de mi armadura pensé que serias mas inteligente- exclama el joven en respuesta a la duda inconclusa que deja el dorado, ahora concentrando con mayor intensidad su cosmos y elevando lentamente la temperatura de su cuerpo al menos para moverse sin ralentizarse, mientras se eleva la potencia de su cosmos un silencio dramático inunda la casa solo roto por la brisa congelante que circula constantemente por la misma. El cosmos rojizo cubre intensamente al joven de azules cabellos y le protege parcialmente del congelamiento, el silencio termina por romperse nuevamente ante las palabras del fénix -¿Alguna vez has visto a Athena? ¿Realmente crees que el patriarca es quien dice ser? Y encima me preguntas que si soy capaz de llegar a la cámara de ese impostor, ¡ya cruce diez casas! La tuya y la de piscis no me asustan… me enfrente a muchos caballeros dorados… algunos me dejaron pasar y me vi obligado a matar a otros, pero ninguno causa tanta sospecha en mi como el que se encontraba ausente cuando cruce por su casa...- cuestiones y exclamaciones son dichas por el santo de bronce cada una llena de las emociones surgidas en el caballero en este y en otros momentos durante su travesía a través de los templos zodiacales**

**Bellos cristales de hielo circulan en el aire igualmente congelante y rodean al santo de bronce formando 4 anillos que cuales orbitales parecen tener en común un punto pero sin contactarse en lo absoluto. Sus acciones pronto son detenidas totalmente y su cuerpo es llevado hasta el punto de congelarse, cayendo al suelo de la casa y dejando muestras de hielo alrededor de su piel e incluso alrededor de su armadura la cual a causa de la presión comienza a resquebrajarse desde sus botas hasta su mascara. Su parálisis le sorprende, mas por la misma no puede expresarse mas que con pensamientos al cerrar sus parpados ya casi congelados en su totalidad; ¨ya pase por mucho… no moriré aquí¨ menta con  determinación el joven que aun es rodeado por la roja capa de cosmos que antes la había salvado de aquel frio sobrenatural y que poco a poco parece volver a incendiarse de vida al igual que los ojos de aquel en riesgo de morir de hipotermia y que se abren sorpresivamente para su deplorable estado, marcando de igual manera el final de la técnica del caballero de acuario. El cuerpo del santo recobra con lentitud su movimiento y a la misma velocidad comienza la recompostura del caballero para estar de nuevo en pie frente al dorado que resguarda el templo zodiacal, al levantarse un jadeo notorio se hace escuchar sobre las heladas brisas que rondan el lugar desde el santo que agotado y aun congelado gravemente baja la cabeza sin fuerzas, a la vez que se incrementa cada vez mas la roja capa de llamas en la misma medida que el frio en su cuerpo desaparece, al terminar su brusco respirar el fénix levanta un poco su cabeza lo suficiente como para realizar contacto visual con el hombre de verde cabellera y hablarle en un tono tan altanero como siempre pero igualmente agobiado por el frio que causa su rival –no me importa si me crees o no, jha jha, pero no dudes de que llegare a la cámara del patriarca-**