
“Es por mí que se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y el lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo, abandona la esperanza si entras aquí”
El rencor es una llama que se alimenta de la propia esencia, que acompaña a la existencia, y el desplazo, el olvido hacía el “segundo” alimenta el odio que ciega de ira e impulsa a la oscuridad.
Y el “tiempo adecuado” se presenta, manifestándose ante la decisión de que ya no quiere vivir a la sombra del efímero, la cualidad quiere sobresalir ante la cantidad y para ello encuentra la mejor opción en lo más profundo del reino de los muertos. Ahí donde las almas reciben sus retribuciones ante las acciones realizadas en vida, es donde el Dios de las ánimas encuentra su trono, pero su esencia se encuentra fuera de sus dominios pues, está escrito que la misma ha de encarnarse en la tierra, por lo que en su lugar, un hombre de elegantes vestiduras se cuela por entre los recovecos de Guidecca…
Poder con poder se sella, pues aquel Dios olvidado a posar sus manos sobre aquella Inframundal joya, escapando así de aquel recinto, no sin antes tomar un pequeño presente para sí, evoca entonces el poder que correspondería ser el despertar ya reencarnado del Rey del Inframundo, la incitación ha sido convocada entonces, pero el alma de Hades aún no está lista para reencarnar sobre la tierra.
Y las estrellas irán despertando, fieles a la causa y deseo del Dios al que juraron fidelidad desde tiempos inmemoriales, pero al ser tan adelantado aquel llamado, quien deberá encargarse de tal tarea sería precisamente aquel que robara tan preciados objetos del mundo de los muertos. Él será el mensajero del Inframundo, quien encuentre a aquel que debiera ser el receptáculo del Dios de las ánimas y se encargará de despertar y manejar a su ejército en su nombre mientras el momento adecuado se contempla; a su derecha, oscuras plumas comienzan a divisarse desde los cielos, consumidas entre llamas antes de siquiera tocar el suelo y a su izquierda, la solemne sombra de un imponente joven se muestra, esencia que evoca el más sincero deseo de venganza, dejándonos adentrar en el misterio.
La tarea no será fácil, el ejército ha de mantenerse con distintas contemplaciones ¿La guerra santa vislumbra un victorioso ocaso, el día en que la oscuridad cubra los cielos y la salvación alcance a todos y cada uno de los mortales? En manos de los privilegiados se encuentra el camino hacia la más profunda oscuridad.