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**La noche había llegado... El sol se oculto horas antes, liberando del mundo la ultima de sus caricias, el frió tropical digno de toda costa marina denota su inclemencia sobre las costas Griegas, interactuando el efecto de la luna sobre el mar agitándolo y haciéndolo turbio creando marejadas de gran altura que revientan a perfil de la playa ... Al fondo del manto acuífero, el lecho submarino lucia suspendido por una fuerza suprema en este mundo, la única fuerza capaz de sostener los mares del mundo es la voluntad de un solo dios ... Poseidón, el emperador del océano quien gobierna el reino marino, había regresado del sueño eterno y con ello su voluntad atrajo a sus mas leales servidores, los 7 Genéreles marinos ... El reino era inmenso, kilómetros y kilómetros que se pierden en el olvidado horizonte de la tierra submarina, ápice de leyendas, sagas y los mas grandes misterios que todo ser humano deseara conocer. Justo en el centro de la tierra Sagrada, se encuentra el palacio del dios Poseidón, imponente estructura de talla arquitectónica esplendorosa, sostenida por una enorme base de mármol, entrenada en la mas fina piedra del reino, aquel recinto era la piedra anular del templo, pues en su exterior sobresale el inmenso soporte principal que sostiene los mares del mundo entero. En el lugar, tanto su exterior, como su interior era dueño del más profundo silencio, un aire de innata extrañeza, de suspenso y ansiedad. Justo en el gran salón... La tenue luz de unas antorchas pegadas a muros y pilares denotan la única funde lumínica, ya que era de noche... No había luz propia en el recinto, secciones del mismo lucían en total penumbra... Entre sombras de luz, se distingue la silueta de un hombre sentado en el trono del Emperador Poseidón... Quien se encontraba sentado con elegante imponencia mostrando a sombras el contorno de su figura, solo el reflejo del calido fuego de una antorcha revela el brillo de sus ropajes que oculta su rostro tras el peso de su propio yelmo, del cual sobresalen tres puntas en forma de aletas, a su espalda tiende una larga capa blanca que no ondea porque en el cerrado lugar casi no hay flujo de aire... **
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