Mientras más y más la mente de Saga
se anega en un abismo que no tiene ni salida ni entrada, poco a poco una inusitada
sensación de haber perdido algo inunda la inteligencia del geminiano lo cual
lleva a este último a exigir a sus memorias para topar aquello perdido pero sin
éxito.
- ¿Acaso estas imágenes son retazos de una realidad ya pasada?, desde mi
regreso al santuario no había sentido nada parecido ¿Por qué ahora aparecen atormentándome?
–
Se
debate continuamente mientras va de un lado a otro dentro del templo como dándose
vueltas en su autoimpuesta jaula. Más de un momento a otro, el avance del
Geminiano se detiene de súbito acompañado de una mueca de desagrado al exhibirse
con suma lisura una imagen que le muestra a sí mismo en las alturas del lugar
donde el patriarca lee las estrellas.
“¿StarHill?...”
Menta ante la aparición de
tan sacro lugar, al instante de sentir un gran desazón en su organismo y una
serie de dolencias en su cuerpo, pero sobre todo, su sorpresa es mayúscula al
poder distinguir un par de ánforas que resguarda entre sus brazos celosamente.
Las mismas que a duras penas disponen
sobre una vieja mesa para luego detenerse frente a un brillante candelabro que
muestra en su reflejo a un enloquecido Géminis. Totalmente abrumado, Saga
cierra con fuerza sus ojos y cubre rápidamente su rostro con ambas manos
buscando que aquella imagen funesta de sí mismo desaparezca. Más en completo
silencio, poco a poco regresa a la cordura para alzar su mirada hacia los ahora
oscurecidos cielos y fijarla en dirección a donde sus visiones le habían dispuesto
-…Debo ir hacia ese lugar, quizás allí encuentre la
respuesta que tanto busco…-
Enuncia poco antes de comenzar el descenso por los templos
zodiacales, más en su mente una última imagen aparece fugazmente mostrando un
par de sombras humanas de las cuales un par de estrellas judías relucen de sus
frentes.