Pero de repente, en todo el Santuario...
La blanquecina luz aritificial de la luna comienza a sufrir una extraña metamorfosis hasta tornarse en un siniestro púrpura que parece llenar de oscuridad el recinto sagrado de la Diosa de la Sabiduría. En ese momento, el sonido de ruptura se escucha, como si de un vidrio fraccionándose poco a poco se tratara, señal de que la barrera que alguna vez Athena dispuso para enfrentar las terribles bombas norteamericanas empieza misteriosamente a ceder...
Una inmensa y poderosa cosmo-energía se siente, claramente ajena al mundo de los vivos pero conocida por todos ellos, la que ahora goza de una plenitud absoluta...
De manera abrupta, la cósmica cúpula defensiva del Santuario se despedaza en su parte superior, dejando introducir una figura aparentemente humana que poco a poco va descendiendo de forma tan majestuosa como intimidante, rodeada de un aura suprema, la que lo aleja con tan sólo mirarlo de cualquier signo de humanidad...
- Humanos, creer que pueden evitar un destino que resulta tan inmenso como incontrolable para ustedes. Al final de esta Guerra Santa, la Tierra será bendecida con la Sagrada Solución, la Eterna Salvación, mi nombre será venerado en nombre de la Auténtica Justicia...-
Es oído por doquier por una voz suave pero extremadamente inquietante, en el momento que aquel personaje se va acercando hacia el Templo de Athena lentamenta desde el aire con impunidad absoluta, como si todas las barreras interpuestas desde la Época del Mito fracasaran en ese preciso instante...
Un flamante tintineo de metal hace que la atención se centre sobre el colgante que porta aquel ser, revelándolo como el responsable de todas las tragedias ocurridas hasta ese entonces.
- Es hora que des la cara y me digas qué se siente que la humanidad a la cual has defendido durante todo este tiempo te ataque con sus propias armas, qué se siente estar ante un enfrentamiento que no puedes controlar, aún seas tú la Diosa de la Guerra... Maldito sea el momento para ti que decidiste interponerte en mi camino, afrontando una situación que lejos está de todo lo que pudiste imaginar reencarnando en esta era...-
Y así, su avance se detiene en el umbral de ingreso del Templo de Athena, en el momento que levanta su mirada con mortal delicadeza, esperando encontrarla del otro lado...
- Por todo lo que pudimos pensar y no pensamos, por todo lo que pudimos hacer y no hicimos, por todo lo que pudimos decir y no dijimos, ahora estamos condenados a enfrentarnos eternamente... Yo ya he entendido ese destino, es hora de que tú vengas a enfrentar el tuyo, mi amada enemiga Athena...-
Culmina por mencionar, con la dulce resignación de aquel que está convencido a enfrentar un camino por su propia convicción, dejandolo todo atrás para convertirse en un auténtico Dios...
Fausto ha llegado al Santuario...
Un terrible cosmos aparece en el Templo de Athena...
Un enfrentamiento ancestral, a las puertas de ocurrir nuevamente...
- FIN DEL CAPÍTULO -