-Siempre fui el feo, el raro, el objetivo de sus burlas y maltratos... siempre haciéndome a un lado, golpeandome por nada, claro... todos ellos contra mí, estando en obvia desventaja numérica, es de esperarse que no pueda hacer nada contra ellos... sin embargo, si tuviera la fuerza, la capacidad... de hacerles pagar todo el daño ocasionado, yo...-
El golpe seco y molesto de una bola de papel arranca por completo al joven portugués de sus cavilaciones personales, y cuando éste se gira para observar a su atacante nota a un joven de mayor estatura que él y una cresta Mohicana sobre su cabeza, rapada a ambos costados
-Hey, pescadito.. ¿Que haces hablando solo? ¿Acaso rezabas?-
Las risas generalizadas del resto de los compañeros ante las palabras del matón obligaron a Kaysa a callar una vez mas todas sus imprecaciones y posibles respuestas, sin embargo el ignitor del conflicto se acerca amenazantemente hacia donde él, balanceando sus hombros de manera amenazante hasta finalmente acabar de pie frente al escritorio donde se encuentra sentado Kaysa y con su mano derecha, tomar la muñeca del joven para así decirle con un gesto desaprobador en su rostro
-Iugh... viejo ¿Por qué tienes la piel así? ¿Por qué tu cabello es de ese color? Creo que te estás pudriendo-
Las risas generalizadas se repiten como un eco infernal en el interior del salón de clases en donde poco a poco la cordura de Kaysa comienza a diluirse cual si fuera un trozo de hielo en la superficie del océano, por lo cual el joven hace gala de una fortaleza que contrasta a la perfección con la complexión totalmente delgada y casi enfermiza que posee un furioso Kaysa que con su otra mano toma de la muñeca a su captor y poniendose de pie, fija sus dos ojos en los del matón para decirle
-Cuidado... si no dejas de molestarme, podría pasar algo... y si puedo prometerte algo, es que no va a ser bonito...-
La voz de Kaysa ya no suena temerosa como durante todos aquellos años de maltrato constante, sino que ahora es más un susurro fino como el siseo de una salamandra furiosa, capaz de filtrarse entre los poros de la piel y helar los huesos, causando profundos escalofríos en todo aquel que tuviera el infortunio de oírle. Es así como efectivamente el matón suelta la muñeca de Kaysa con una expresión de asombro en su rostro mientras todo el mundo parece haberse apagado por un segundo para ambos quienes no pueden oír otra cosa que sus propios latidos y la voz de la persona a quien tuvieran en frente. Cuando todo parece volver a la normalidad, las risas de los colegas se han transformado en imprecaciones hacia ambos, incitándoles a pelear. En el momento en que el matón da un paso hacia atras, todos permanecen en completo silencio para prestar atención a lo que pudiera ocurrir
-No solo eres feo, sino que tambien tienes un aliento asqueroso... y estás loco... Ahora se la razón de que estés en este orfanato... Tu familia te arrojó a la basura apenas naciste-
Una vez mas, las risas generalizadas estallan en el salón de clases, sin embargo los oídos de Kaysa y el resto de sus cinco sentidos estan totalmente focalizados en el rostro de aquel repugnante ser que le observa con desdén, sin notar que el fruto de años contínuos de maltrato y humillación comienza a propagarse a velocidad ígnea en la mente del portugués, teniendo como resultado su parcial pérdida de la cordura.
Totalmente ciego de rabia, Kaysa da um salto hacia adelante y extiende sus dos brazos hasta estar seguro de haber tomado los hombros de su ahora Víctima. Los brazos del matón se aferran desesperadamente al torso de Kaysa, mas este entrega una poderosa mordida en el bícep izquierdo, desgarrando el músculo con sus afilados dientes hasta dejarlo totalmente inutilizado. El horror se presenta en la mirada del matón, quien comienza a recibir mordidas en rostro y cuello, sin embargo poco a poco los ojos del pálido joven comienzan a ponerse borrosos a pesar de que éste en ningún momento suelte la presión de sus dientes sobre la carne del cuello de aquel repulsivo ser del que se niega totalmente a soltarse hasta el momento en que su vista se torna completamente negra y el mundo se apaga totalmente para él.
Despues de lo que para él parece un segundo, los ojos del joven estudiante comienzan lentamente a abrirse hasta por fin poder vislumbrar a través de sus párpados semicerrados su ropa y manos teñidas casi por completo del color oscuro e incómodo de la sangre reseca, tras lo cual vuelve a cerrar sus ojos y entregarse al cansancio físico propio de aquella descarga de adrenalina tan absoluta.
Al cerrar sus ojos, inmediatamente es testigo de un lugar paradisíaco en donde corales de distintos colores y tonos decoran y bendicen de distintas maneras el sitio en cuestión, donde el suelo es recubierto por un pulcro embaldosado del mismo color azul que brilla en el cielo, el cual a su vez se mece suavemente cual si se tratara de un vasto e inmenso espejo de agua.
-Kaysa...- expresa de manera imponente una voz que no llega a ser ni aguda ni grave, sino que pareciera comprender todos los matices del sonido y la frecuencia, tan perfecto y absoluto como la mística esceencia de los Dioses
-¿Por qué esa voz dijo mi nombre? ¿Acaso de verdad estoy soñando? ¿Estoy tan loco como dijo...?-
-En absoluto... No es un sueño, es una realidad... Es tu realidad... Kaysa, en tu interior se oculta el poder de Leumnades, uno de los siete generales Marinos, el cazador de corazones... el implacable Demonio de las profundidades quien como las Lymnades, personificará los deseos más profundos de las personas, para poder devorarlos desde adentro hacia afuera- replica de manera solemne aquella voz, dirigiéndose al confundido Kaysa con un respeto sincero y real .
-No entiendo de qué estas.. hablandome...- responde totalmente temeroso el joven para luego mirar hacia abajo y descubrir que su cuerpo ya no se encuentra manchado de sangre, y lo que es mas, ya no se encuentra revestido por aquellas ropas que portaba durante su estadía en clases, sino que está totalmente desnudo, mas eso parece no incomodarle en absoluto a aquel que ahora comienza a caminar lentamente hacia adelante .
-El mundo entero está contaminado por gente ambiciosa, cruel, llena de desidia y sed de poder... Mi objetivo, es el de limpiar el mundo de todas esas personas que resultan dañinas para la existencia del mundo, y lograr que todos reciban su merecido castigo para así vivir en un mundo lleno de justicia, de paz y armonía... ¿No te gustaría que fuera asi?-
En ese momento los ojos del joven se cierran con fuerza, como si intentaran retener todo el torbellino de imágenes retorcidas que se sacude en su mente al recordar todos aquellos años de maltrato, todo lo sufrido a causa de aquellas personas que tan miserable hicieron su vida, el día final, la cara de aquel matón siendo desgarrada por sus uñas y dientes.
Repentinamente, el joven es arrancado de su sueño por las crueles manos de un desconocido que amarran sus dos muñecas detras de su espalda con saña
-¿Quién eres? ¿Por qué haces esto?- totalmente aterorrizado, intenta liberarse de la sujeción a pesar de saber que aquello es desgraciadamente imposible.
-Has matado al líder de nuestra pandilla... Ahora debemos elegir entre convertirte a tí en el nuevo líder o ahogarte en el mar... Desgraciadamente, no queremos un líder feo, débil y desquiciado... así que ya sabes cual será tu destino...-
Es allí cuando el joven estudiante comienza a forcejear contra las ataduras de sus captores, sin embargo todo es inñutil. Sus labios no pronuncian palabra alguna, simplemente se dedican a murmurar en silencio, como si de verdad estuviera rezando, mas lo que hace es invocar la más terrible de las venganzas contra sus captores.
-No te servirá de nada escapar, te expulsaron del establecimiento por haber asesinado a uno de los inquilinos... Tus padres, ¿Quién sabe donde estarán? Ya no tienes motivos por los cuales vivir... Tu vida está completamente destrozada.. No tienes porqué forcejear...- las palabras dichas por aquél joven pandillero son dichas mientras con la ayuda de dos compañeros meten a Kaysa en una pequeña canoa de madera para finalmente comenzar a remontarse hacia el mar. Sobre el cielo, la luna se esconde lentamente detras de un grupo de nubes algodonadas cuyo color rojizo pareciera anunciar el posible final.
Poco a poco la canoa se va adentrando más aun en el helado mar, sin embargo sus conductores no sienten para nada el frío debido a que van remando constantemente para realizar lo más pronto posible su labor de acabar con la vida de un inquieto Kaysa que no para de forcejear y retorcerse incluso hasta hacerse daño en las articulaciones
-Te ha llegado la hora... despídete del mundo... ¡Adios, Kaysa!- los tres jóvenes tiran de las ataduras para así levantar a Kaysa por los aires y finalmente dejarlo caer en el helado mar sin piedad alguna.
-Si ese sueño fué real, esa persona que me habló tiene toda la razon... este mundo está totalmente corrupto... hay que limpiarlo, hay que deshacerse de la injusticia para poder dar paso a una era de paz, de igualdad... todos.. van a pagar cada lágrima, cada mal momento, cada pesadilla... todos van a pagarlo... todos van a recibir un daño igual o peor del que yo he recibido...- son los pensamientos que discurren a traves de la retorcida mente del joven cuyo cuerpo desciende lentamente a través del agua salada del mar que no consigue ahogarle, sino que pareciera ser el aire que todos los días llena sus pulmones de vitalidad. Su cuerpo entero se colma de una fuerza impresionante al ser que a su alredeedor comienza a arder una suave luminiscencia verde azulada que le llena del vigor y seguridad suficientes para decir:
-Señor Poseidón, acepto colaborar con su utopía... ya no soy Kaysa... ¡Ahora soy Kaysa de Leumnades!-
Aquella exclamación emerge de la garganta del joven con toda naturalidad cuando el consigue liberarse fácilmente de las ataduras y extender sus dos manos hacia arriba para permitir que de cada uno de sus dedos fluya un haz de luz azulada que al entrecruzarse unos con otros consiguen multplicarse hasta crear una red luminiscente que asciende vorazmente a través del agua.
Lo último que los tres verdugos pandilleros alcanzan a ver es una profunda luz azulada debajo de la embarcación para luego ser testigos de la manera cruel y despiadada en que cientos de rayos zafíricos destruyen por completo la embarcación, golpeando con salvajismo cada parte del cuerpo de todos ellos para entregarlos completamente magullados e imposibilitados de moverse a los fríos brazos del mar, ofreciéndolos cual sacrificio a la justicia implacable de Poseidón.