- Este es el Santuario de Athena, aquel lugar llamada la Tierra Santa, en donde sus fieles guerreros lucha contra la paz y la justicia en nombre de su Diosa regente, la cual recibe toda la sangre y la devoción que un humano puede otorgar... Qué absurdo... -
Es el pensamiento de una imponente figura, delgada y de gran altura, quien observa desde una colina la imponencia del recinto más sagrado en el planeta, el núcleo donde se imparte las leyes del bien para el Universo. Sus largos cabellos y barbas ya canosas se agitan con el paso del viento, esperando ahí un segundo para volver a comentar...
- Este recinto siempre ha estado azotado, a través del tiempo, por guerreros ambiciosos: Primero fue Saga, luego la Máscara de la Muerte y ahora su Patriarca es alguien que absolutamente nadie conoce, es realmente una verguenza lo que sucede, afortunadamente, no puede ser que Athena tenga estos tipos de representantes, inclusive el mismo Shion, antiguo Santo de Aries fue un cobarde -
Argumenta aquel muy adulto hombre, quien aprieta su puño con fuerza, con un desdén de molestia evidente...
- Es hora que las cosas cambien su rumbo... el nuevo Emperador se acerca a pasos agigantados y las cosas volverán, como en un inicio, a ser como deben ser. Mientras tanto, realizaré todos los preparativos correspondientes -
Finaliza su hablar aquel hombre, con aquellas intrigantes palabras que deparan un futuro más confuso aún para el Santuario, girando su cuerpo para volver su rumbo hacia la perferia de Atenas, empezando un lento y seguro avance...
Hoy, más que en ninguna era, la Tierra Santa se envolverá en un manto de oscuridad y de confusión ni donde sus propios santos podrán salvar... |