Tras los últimos acontecimientos ocurridos en el mítico continente perdido, la tranquilidad al interior del templo de la Emperatriz Serafina retoma su característica particularidad. No obstante, el ambiente expresa una indescriptible presión como si tal momento tuviera consecuencias que marcarían el futuro del Imperio Marino. Es en ese instante, que uno de los soldados marinos conocidos como tritones entra al salón de la soberana de los mares, al instante que mantiene una distancia prudente respecto a su trono mientras coloca su rodilla en el suelo e inclina su cuerpo para adoptar una postura tradicional de reverencia...
- Emperatriz, nuestro Comandante ha terminado los preparativos -
Menciona con gran respeto hacia Serafina, quien reacciona ante las palabras de su servidor levantándose de su trono mientras sujeta con determinación su tridente dorado con su diestra. En tanto, mantiene en sus celestes pupilas una mirada seria y fría como si ella reflejara su naturaleza divina que es insuperable por cualquier ser humano a medida que inicia un altivo y elegante andar hacia la entrada de su templo dándole la espalda a su súbdito...
"Ínfimos y débiles humanos, amenazar a un Dios es una ofensa que no será pagada ni con la misma muerte... "
Son los pensamientos que mantiene fijamente en su mente mientras el tritón sigue a la dama como un fiel seguidor, pero éste se detiene en el momento que la reina de los siete mares del mundo se queda estática por unos segundos el último peldaño del umbral de su morada, al observar dos hileras paralelas conformadas por sus sirvientes de más baja jerarquía estando una a la izquierda y otra a la derecha como una verdadera guardia pretoriana. Sin embargo, su mirada impávida observa únicamente al hermoso carruaje de oro que se encuentra adornado por múltiples corales y piedras preciosas propias de la Atlántida, el cual destaca en su zona frontal cuatro hermosos hipocampos, tres azulados y uno dorado, éste último es conocido como el líder de los caballos marinos y predilecto de la gobernante del mundo marino, Bito. Ante éste panorama, el Comandante de la Suprema Armada Marina se a un costado de la carroza...
- Los preparativos han sido finalizado y todo está dispuesto para iniciar su "visita" -
Informa con su característica cordialidad, para acto seguido, se logra denotar una leve sonrisa en el rostro de la reencarnación de Poseidón mientras entra con distinción al medio de transporte acuático...
- Es hora de partir, Sorrento -
Dicta de manera imperiosa hacia la persona más cercana a ella, al instante que él se introduce al interior del carruaje a medida que deja caer sus párpados con delicadeza para ocultar su mirada.
- Soldado, puedes iniciar el viaje -
Pronuncia el general marino con dejos de supremacía correspondiente de su alta jerarquía a medida que se observa como el carruaje se eleva hacia la superficie mientras bellísimas esporas doradas marcan su trayecto desconocido por la mayoría de los habitantes del sub-mundo marítimo.