Estas huellas de tus
manos en mi piel
se hicieron profundas,
imborrablemente presentes,
por tu ausencia.
La alegría que adornaba
mis gestos otrora,
mudó ostensible y cruelmente
a estos rasgos de adustez dolorosa.
Y es que tanto poder tuviste
en el ánimo que tu luz
tan fuerte y cegadora,
tan omnipotente y amada,
dejó su espacio a este vacío
sórdido y oscuro.
Los esquemas de mi cuerpo
vivo, piden a gritos
tu esencia, lastimosamente
lejana e inalcanzable.
Pensé tantas veces que
tu adiós me mataría
que me resisto a morir
para esperarte.
Porque nadie te entregará
los sueños con el alma
como lo hice yo,
y deberás volver a
rescatarlos para volar
el vuelo eterno del amor
verdadero.
CRISTY BATTISTEL ROGGIO