Una vida sin envidia ni resentimiento
El lado oscuro de las personas sale a la superficie cuando se enfrenta a la luz de los demás,
se revela como si fuera una radiografía del alma.
Quienes temen vivir en la oscuridad pero no soportan la luz, se encandilan
y hacen todo por apagarla, en lugar de acercarse para reflejarse en ella.
Estas personas manejan la hipocresía para alimentarse del miedo colectivo
y lastimar al que brilla sin reflectores.
El perro es fiel amigo del hombre porque no está en condiciones
de competir con él, por lo tanto no lo envidia;
por instinto reconoce el buen trato de su amo y saca su bravura
ante la hostilidad del entorno. A diferencia de los animales,
el ser humano es consciente de sus intereses
pero en ocasiones también se comporta salvajemente.
¿Cómo combatir los sentimientos de envidia? Si valoramos lo que tenemos,
en lugar de lamentarnos por nuestras carencias, tal vez descubramos
que hay más cosas buenas en nuestra vida que malas.
¿Cuánto tiempo perdemos en lamentarnos? Sería mejor que en lugar de hacerlo,
aprendamos de quienes han logrado superarse.
Una fuerza suprema se encarga de darle a cada quien lo que merece,
independientemente de nuestros deseos. El sentido de la justicia suele ser paradójico.
A veces, Dios le da pan a quien no tiene dientes,
realidad que genera complejos y resentimientos,
mismos que son traicioneros aún con las personas que más queremos.
Como la envidia, los celos también son ejemplo de inseguridad o temor a ser sustituido;
pérdida de atención, control y poder. Si nuestro corazón está curado de sufrimiento,
nos alegraremos ante la felicidad de los otros para compartirla.
Pero si la amargura ha invadido nuestra existencia, la negatividad
será el lente que usemos para juzgar lo ajeno en todo momento.
Quizá es inevitable sentir envidia cuando se anhela lo ajeno.
El resentimiento es consecuencia del complejo de inferioridad,
esto conduce al rechazo del prójimo que logra prosperar y a
la unión con el débil para no sentirse culpable por el odio que siente acumulado.
Una persona envidiosa y resentida no es confiable, porque intentará tirar el esfuerzo
de quienes considere superiores para sentirse igual.
No vale la pena perder el tiempo en hacerle daño a la maldad.
Para vencerla, es preciso ignorarla y enfocar nuestra energía en lo que nos
beneficia para superar lo que nos afecta; de lo contrario, la hacemos más fuerte.
Es preferible alejarse de las personas que nos desagradan, a tolerar falsamente su presencia.
Es perceptible para la intuición cuando estamos con gente a la que le desagradamos,
por las razones que sean. No debemos permitir que nos contagien su incomodidad;
al contrario, mientras más seguridad mostremos, lograremos que se aparten del camino.
Acepta tu vida como es pero no te conformes, vence el orgullo por conveniencia propia.
La envidia y el resentimiento pueden generarte problemas de salud, mejor evítalos.
Autor Desconocido.
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