La autoestima empieza a formarse desde que nacemos, a partir de diversos generadores como la familia, principalmente la aceptación de los padres, reconocimiento y apreciación del niño por el medio que lo rodea, y la expresión de aceptación y reconocimiento por los demás.
La autoestima se va fortaleciendo a lo largo de la vida a través de los estímulos del medio ambiente, si el niño siente que es atendido y tomado en cuenta por la familia, escuela, maestros y por la sociedad en general terminará apreciándose a sí mismo.
Con el trato que se le da y lo que se le dice, por ejemplo: tu eres, tu tienes, tu sabes, tu puedes, se le ayudará a reconocer a la persona total y de lo que ella es capaz.
El Autoconocimiento se refiere al hecho de conocer las partes que componen el “yo”, cuales son sus manifestaciones, necesidades, habilidades, los papeles que vive la persona y a través de los cuales “ES”. Al conocer cada una de sus partes y en su totalidad como ser integrado, el individuo logrará tener una personalidad fuerte y unificada.
El Autoconcepto es una serie de creencias que se tienen acerca de sí mismo y que se manifiestan en el comportamiento. Si alguien se cree inepto actuara como tal, o bien, si se creé inteligente y apto actuara en consecuencia.
La Autoevaluación es la capacidad interna de evaluar las cosas como buenas, si los son para la persona, si le satisfacen, si son interesantes, si le hacen sentir bien, y si le permiten crecer y aprender, y considerarlas como malas, si lo son para el individuo, si no le satisfacen, si carecen de interés, si le hacen daño y le impiden crecer.
La Autoaceptación es admitir y reconocer todas las partes de sí mismo, como la forma de ser y sentir, ya que solo a través de la aceptación se puede transformar lo que es susceptible de ello.
El Autorespeto es atender y satisfacer las propias necesidades y valores, expresar y manejar en forma conveniente los sentimientos y las emociones, sin hacerse daño ni culparse. Buscar y valorar todo aquello que haga sentirse a la persona orgullosa de sí misma.
Todos los seres humanos vivimos la experiencia del desarrollo de la autoestima, sin embargo no todos podemos lograrla de la mejor manera, y en muchas ocasiones no la consolidamos, lo cual nos hace dar tumbos en la vida y tomarla por caminos equivocados, cuando no tenemos el suficiente aprecio por nosotros mismos podemos llegar hasta la autoagresión, es este el caso de las adicciones.
Existe además otro agravante para las adicciones, el cruzar por el periodo de la adolescencia, que es la etapa donde generalmente empiezan a desarrollarse, (aún cuando puede haber casos de inicio más tardío). Al llegar a la adolescencia se vive por si misma una etapa de susceptibilidad en muchos sentidos, ya que es el momento crucial donde l@s chic@s apenas están “buscando su lugar”, la autoestima sufre una gran prueba y de no estar bien estructurada se corre el riesgo entre otras cosas, de apegarse a alguna droga.
La adolescencia es la condición y el proceso de crecimiento a partir del cual se logrará la identidad personal, el saber quien soy “yo” real e internamente, este proceso por sí mismo implica un desacomodo y una crisis que muchas veces l@s chic@s no pueden enfrentar.
Es en esta etapa de vulnerabilidad que se corren riesgos importantes como: embarazos no deseados, inicio de relaciones sexuales, huidas de casa por sentirse incomprendidos, depresiones, etc. y por supuesto la recurrencia a alguna droga para evadir la realidad, teniendo la fantasía de sentirse mejor. El consumir alguna droga les parece “una buena alternativa de solución” sin embargo, hay que tomar en cuenta que las drogas o el alcohol son solo una trampa que genera una sensación de irrealidad, “es tan difícil lo que vivo que es mejor no sentirlo,” pero desgraciadamente esto no se acepta conscientemente, es una sensación interna desconocida para el adicto.
Momentáneamente se logra la relajación pero afuera todo seguirá igual y más aún poco a poco se empezarán a tener más conflictos emocionales, estará más lejano de sus sentimientos y del conocimiento de sí mismo, ni siquiera podrá detectar que es victima de alguna adicción, físicamente también sufrirá un deterioro importante, de acuerdo al tipo de droga que ingiera.
Esta situación genera un circulo vicioso por si mismo pues al consumir la droga se tienen cambios de animo, irritabilidad, mayor dificultad para percibir la realidad, la alteración de la capacidad de juicio, confusión mental, etc., etc., etc. para finalmente encontrarse de nuevo con la depresión. Al tener estas sensaciones deseará tener alivio y volverá a ingerir la droga asentándose así la dependencia, y como ya es sabido, a mediano o largo plazo podrá encontrarse con la cárcel, la locura, la o la muerte.
Como se menciono anteriormente la familia es un punto central para el desarrollo de la autoestima y es de suma importancia reconocer que es la ausencia de la misma familia la generadora del encuentro con las adicciones, en la medida que no satisface las necesidades afectivas de sus miembros, y no permite contar con los elementos suficientes para lograr la madurez. Queda claro que los cambios en la adolescencia en combinación con la falta de autoestima, conflictos en la familia, carencia de afecto, necesidad de reconocimiento entre otras cosas, son los grandes aliados de la adicción a las drogas o al alcohol.
Es necesario atender emocionalmente al adolescente en proceso de cambio. El conocimiento profundo, la detección de los sentimientos ayudará a encontrarse a sí mismo y a encontrar su propio lugar, a consolidar su propia identidad y poder elegir el “que y el como” quiere vivir. El ser “sí mismo” le permitirá elegir lo que es mejor y tomar sus propias decisiones.
Si una persona se conoce y esta consciente de sus cambios, crea su propia escala de valores, desarrolla sus capacidades, y se acepta y se respeta, tendrá una autoestima alta. Al no conocerse, comprenderse, ni respetarse, tendrá un concepto pobre de sí mismo y por ende una baja autoestima que lo pondrá en riesgo de aliarse al consumo de alguna o algunas drogas y por lo tanto en riesgo de convertirse en un adicto