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*★*:·.Religion: MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2009
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: ★*Gaviota Libertad *★*  (Mensaje original) Enviado: 05/07/2009 19:33


 

 Cuaresma 2009

MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
PARA LA CUARESMA 2009

"Jesús, después de hacer un ayuno

durante cuarenta días
y cuarenta noches, al fin sintió

hambre"

 

¡Queridos hermanos y hermanas!

Al comenzar la Cuaresma, un tiempo que

constituye un camino de preparación

espiritual más intenso, la Liturgia

 nos vuelve a proponer tres prácticas

penitenciales a las que la tradición bíblica

cristiana confiere un gran valor

—la oración, el ayuno y la limosna—

para disponernos a celebrar mejor la

Pascua y, de este modo, hacer

experiencia del poder de Dios que,

como escucharemos en la Vigilia pascual,

 “ahuyenta los pecados, lava las culpas,

devuelve la inocencia a los caídos,

la alegría a los tristes, expulsa el

odio, trae la concordia, doblega a

los poderosos”

En mi acostumbrado Mensaje cuaresmal,

este año deseo detenerme a reflexionar

especialmente sobre el valor y el sentido

del ayuno. En efecto, la Cuaresma nos

 recuerda los cuarenta días de ayuno

que el Señor vivió en el desierto antes

 de emprender su misión pública. Leemos

en el Evangelio: “Jesús fue llevado por

el Espíritu al desierto para ser tentado

 por el diablo. Y después de hacer un

ayuno durante cuarenta días y cuarenta

noches, al fin sintió hambre”

Al igual que Moisés antes de recibir las

Tablas de la Ley o que

Elías antes de encontrar al Señor en

el monte Horeb Jesús

orando y ayunando se preparó a su

misión, cuyo inicio fue un duro

enfrentamiento con el tentador.

Podemos preguntarnos qué valor y qué

sentido tiene para nosotros, los cristianos,

 privarnos de algo que en sí mismo

sería bueno y útil para nuestro sustento.

Las Sagradas Escrituras y toda la

tradición cristiana enseñan que el ayuno

es una gran ayuda para evitar el pecado

 y todo lo que induce a él. Por esto, en

la historia de la salvación encontramos

en más de una ocasión la invitación a

ayunar. Ya en las primeras páginas de

la Sagrada Escritura el Señor impone

 al hombre que se abstenga de consumir

el fruto prohibido: “De cualquier árbol

del jardín puedes comer, mas del árbol

de la ciencia del bien y del mal no comerás,

porque el día que comieres de él, morirás

sin remedio”

Comentando la orden divina, San

Basilio observa que “el ayuno ya existía

en el paraíso”, y “la primera orden en este

 sentido fue dada a Adán”. Por lo tanto,

 concluye: “El ‘no debes comer’ es,

pues, la ley del ayuno y de la abstinencia”

 Puesto que el pecado y sus consecuencias

nos oprimen a todos, el ayuno se nos

ofrece como un medio para recuperar

la amistad con el Señor. Es lo que hizo

Esdras antes de su viaje de vuelta desde

el exilio a la Tierra Prometida, invitando

 al pueblo reunido a ayunar “para humillarnos

 —dijo— delante de nuestro Dios” (8,21).

El Todopoderoso escuchó su oración y

aseguró su favor y su protección.

Lo mismo hicieron los habitantes de

Nínive que, sensibles al llamamiento de

 Jonás a que se arrepintieran, proclamaron,

 como testimonio de su sinceridad, un

ayuno diciendo: “A ver si Dios se

arrepiente y se compadece, se aplaca

el ardor de su ira y no perecemos”

 También en esa ocasión

Dios vio sus obras y les perdonó.

En el Nuevo Testamento, Jesús

indica la razón profunda del ayuno,

estigmatizando la actitud de los fariseos,

 que observaban escrupulosamente las

prescripciones que imponía la ley, pero

su corazón estaba lejos de Dios.

El verdadero ayuno, repite en otra

ocasión el divino Maestro, consiste más

bien en cumplir la voluntad del Padre

celestial, que “ve en lo secreto y te

recompensará” . Él mismo nos

da ejemplo al responder a Satanás, al

término de los 40 días pasados en el

desierto, que “no solo de pan vive el

hombre, sino de toda palabra que sale

de la boca de Dios” .

 El verdadero ayuno, por consiguiente,

tiene como finalidad comer el “alimento

verdadero”, que es hacer la voluntad del

Padre. Si, por lo tanto,

Adán desobedeció la

 orden del Señor de

 “no comer del árbol de la ciencia del

bien y del mal”, con el ayuno el creyente

 desea someterse humildemente a Dios,

 confiando en su bondad y misericordia.

La práctica del ayuno está muy presente

en la primera comunidad cristiana .

También los Padres de la Iglesia hablan

de la fuerza del ayuno, capaz de frenar

el pecado, reprimir los deseos del

“viejo Adán” y abrir en el corazón del

creyente el camino hacia Dios.

El ayuno es, además, una práctica

recurrente y recomendada por los santos

de todas las épocas. Escribe San Pedro

Crisólogo: “El ayuno es el alma de la

 oración, y la misericordia es la vida del

ayuno. Por tanto, quien ora, que ayune;

quien ayuna, que se compadezca; que

preste oídos a quien le suplica aquel que,

 al suplicar, desea que se le oiga, pues

Dios presta oído a quien no cierra

los suyos al que le súplica”

En nuestros días, parece que la práctica

del ayuno ha perdido un poco su valor

espiritual y ha adquirido más bien, en

una cultura marcada por la búsqueda

del bienestar material, el valor de una

medida terapéutica para el cuidado del

propio cuerpo. Está claro que ayunar es

bueno para el bienestar físico, pero para

los creyentes es, en primer lugar, una

“terapia” para curar todo lo que les

impide conformarse a la voluntad de Dios.

 En la Constitución apostólica

de 1966, el Siervo de Dios Pablo VI

identificaba la necesidad de colocar el

ayuno en el contexto de la llamada a todo

cristiano a no “vivir para sí mismo, sino

para aquél que lo amó y se entregó

por él y a vivir también para los hermanos”

 La Cuaresma podría ser

una buena ocasión para retomar las

normas contenidas en la citada Constitución

apostólica, valorizando el significado

auténtico y perenne de esta antigua

 práctica penitencial, que puede ayudarnos

a mortificar nuestro egoísmo y a abrir el

corazón al amor de Dios y del prójimo,

primer y sumo mandamiento de la

nueva ley y compendio de todo

 el Evangelio.

La práctica fiel del ayuno contribuye,

además, a dar unidad a la persona,

cuerpo y alma, ayudándola a evitar

el pecado y a acrecer la intimidad con el

Señor. San Agustín, que conocía bien sus

propias inclinaciones negativas y las definía

“retorcidísima y enredadísima complicación

de nudos” en

su tratado La utilidad del ayuno, escribía:

 “Yo sufro, es verdad, para que Él me

perdone; yo me castigo para que Él me

socorra, para que yo sea agradable a

sus ojos, para gustar su dulzura” .

Privarse del alimento material que nutre el

cuerpo facilita una disposición interior

a escuchar a Cristo y a nutrirse de su

palabra de salvación. Con el ayuno y la

oración Le permitimos que venga a

saciar el hambre más profunda que

experimentamos en lo íntimo de nuestro

 corazón: el hambre y la sed de Dios.

Al mismo tiempo, el ayuno nos ayuda a

tomar conciencia de la situación en la que

 viven muchos de nuestros hermanos.

En su Primera carta San Juan nos pone

en guardia: “Si alguno que posee bienes

del mundo, ve a su hermano que está

necesitado y le cierra sus entrañas,

¿cómo puede permanecer en él el amor

de Dios?”  Ayunar por voluntad

 propia nos ayuda a cultivar el estilo del

Buen Samaritano, que se inclina y

socorre al hermano que sufre.

Al escoger

libremente privarnos de algo para

ayudar a los demás, demostramos

concretamente que el prójimo que

pasa dificultades no nos es extraño.

Precisamente para mantener viva esta

actitud de acogida y atención hacia los

 hermanos, animo a las parroquias y

demás comunidades a intensificar

durante la Cuaresma la práctica del

ayuno personal y comunitario, cuidando

asimismo la escucha de la Palabra de

Dios, la oración y la limosna.

Este fue, desde el principio, el estilo

de la comunidad cristiana, en la que se

hacían colectas especiales

y se invitaba a los fieles a dar a los pobres

 lo que, gracias al ayuno, se había recogido

 También hoy hay que redescubrir esta

práctica y promoverla, especialmente

durante el tiempo litúrgico cuaresmal.

Lo que he dicho muestra con gran claridad

que el ayuno representa una práctica

ascética importante, un arma espiritual

para luchar contra cualquier posible

apego desordenado a nosotros mismos.

Privarnos por voluntad propia del placer

del alimento y de otros bienes materiales,

ayuda al discípulo de Cristo a controlar

los apetitos de la naturaleza debilitada

por el pecado original, cuyos efectos

negativos afectan a toda la personalidad

humana. Oportunamente, un antiguo

himno litúrgico cuaresmal exhorta:

Utamur ergo parcius, / verbis, cibis

et potibus, / somno, iocis et arctius /

perstemus in custodia – Usemos de

manera más sobria las palabras,

los alimentos y bebidas, el sueño y

los juegos, y permanezcamos

vigilantes, con mayor atención”.

Queridos hermanos y hermanas, bien

 mirado el ayuno tiene como último fin

ayudarnos a cada uno de nosotros, como

 escribía el Siervo de Dios el Papa Juan

 Pablo II, a hacer don total de uno

mismo a Dios ,

 Por lo tanto, que en cada familia

y comunidad cristiana se valore la

Cuaresma para alejar todo lo que distrae

 el espíritu y para intensificar lo que

 alimenta el alma y la abre al amor de

Dios y del prójimo. Pienso, especialmente,

 en un mayor empeño en la oración, en

la lectio divina, en el Sacramento de la

 Reconciliación y en la activa participación

 en la Eucaristía, sobre todo en la Santa

Misa dominical. Con esta disposición

interior entremos en el clima penitencial

de la Cuaresma. Que nos acompañe la

Beata Virgen María, Causa nostræ

laetitiæ, y nos sostenga en el

 esfuerzo por liberar nuestro corazón

de la esclavitud del pecado para que se

convierta cada vez más en “tabernáculo

viviente de Dios”. Con este deseo,

asegurando mis oraciones para que

cada creyente y cada comunidad

eclesial recorra un provechoso itinerario

cuaresmal, os imparto de corazón

 a todos la Bendición Apostólica.

Vaticano, 11 de diciembre de 2008

 

BENEDICTUS PP. XVI

 
 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: ▒▓❤Mabel❤▓▒░ Enviado: 27/07/2009 09:44
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Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: LUNASOL Enviado: 30/09/2009 23:43
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