La profesora queriendo buscar más respuestas fue más lejos. ¿Cómo saben que Dios existe si nunca lo han visto?
La
sala quedó toda en silencio. Pedro, un niño muy tímido, alzó la mano y
dijo: Mi madre me dijo que Dios es como el azúcar en mi leche que ella
hace todas las mañanas. Yo no veo el azúcar que está dentro de la taza
en el medio de la leche, pero si ella me la saca, queda sin sabor. Dios
existe y está siempre en medio de nosotros, sólo que no lo vemos. Pero
si Él sale de cerca, nuestra vida queda sin sabor.
La
profesora sonrió y dijo: Muy bien Pedro, yo les enseñé muchas cosas,
pero tú me enseñaste algo más profundo que todo lo que yo ya sabía. Yo
ahora sé que Dios es nuestra azúcar y que está todos los días
endulzando nuestras vidas. Le dio un beso y salió sorprendida con la
respuesta de aquel niño.