Propuesta
Hay que recuperar el tacto de la fiebre y el color de las noches, la antigüedad del bronce y el aroma del llanto, el grito de las águilas y el sabor del silencio, la timidez del aire. Hay que recuperar la humildad de los astros y el sonido
del hambre, los caminos sin fecha y la altivez del junco, los muertos renacidos y el susurro del puma, la niebla en los vitrales. Hay que recuperar las verdes madrugadas y la sombra del río, las campanas más tiernas y las manos sin dueño la semilla del agua y los pasos perdidos, la danza de las naves. Hay que hacer lo imposible por descubrir de
nuevo ese torpe milagro, ese absurdo prodigio, esa hermosa miseria que llamamos la vida, con todo su caudal de ardiente escalofrío.
Antonio Porpetta
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