El Desierto
Geográficamente hablando, es
un lugar despoblado, árido, solo,
inhabitado, caracterizado por la
escasez de vegetación y la falta de
agua. Es el lugar donde transcurre el
ayuno, considerado como soledad
exterior e interior, para llevar,
al que en él se interna,
a la unión con Dios.
Los textos bíblicos en que se
fundamenta esta afirmación son los
cuarenta días de Moisés sin comer
ni beber en la montaña del Sinaí
para recibir la Ley (Ex 24, 12-18; 34)
y los cuarenta días de Elias (1 Re 19,3-8).
Elías vive la dureza del desierto
reconfortado por la comida y
bebida misteriosa, y recorre su
camino superando el decaimiento
de los israelitas en los cuarenta
años de marcha hacia la tierra
prometida. Se trata, en todos los
casos, de hombres marcados por
la visión de Dios al final de dicho
camino. Estas narraciones nos
ayudan a entender el sentido de los
cuarenta días de desierto de Cristo
(Primer Domingo de Cuaresma),
vivido como experiencia de la
tentación y encuentro íntimo con
el Padre, pero, también,
como preparación a su
ministerio público.
Para la Biblia, el desierto es, además,
una época de oración intensa.
Es el lugar del sufrimiento
purificador y de la reflexión,
aunque también es una
gracia que puede rechazarse.
De hecho, el ayuno de Moisés
contrasta con el rechazo de los
cuarenta años de desierto por parte
del pueblo. Los cuarenta días de
Moisés son el rehacer un camino
de fidelidad que el pueblo no supo
andar, así como los de Cristo lo son
para la prueba que el Espíritu
Santo permitía al tentador (Mt 4, 1).
El desierto es la geografía concreta,
el espacio y el tiempo de la unión
con Dios. Por eso Oseas (Os 2, 16-17)
lo propone como el lugar propicio
para captar su mensaje espiritual,
al igual que lo hace la Iglesia
con sus hijos en la Cuaresma.
Muchas veces en nuestra vida
cotidiana rechazamos esos
espacios de silencio y soledad
porque tenemos miedo de
encontrarnos con nosotros mismos
y con Dios y descubrir qué lejos
estamos de su proyecto sobre nosotros.
Por eso, el "desierto" requiere el coraje
de los humildes, de los que no tienen
miedo de volver a empezar...
|