Tómate el tiempo.
Se cuenta una leyenda acerca de un rabí
de una pequeña ciudad judía.
El pueblo se reunió en la sinagoga la
víspera de Yom Kippur
(el día de expiación), pero cuando
llegó el momento de comenzar el culto
más importante del año judío, no
encontraban al rabí por ninguna parte.
Durante el retraso, una joven madre fue
a su casa a ver cómo estaba su hijita, a
quien había dejado durmiendo.
Para su sorpresa, vio al rabí sentado
tranquilamente en una silla, con la niña
en los brazos. Había pasado por la casa
de la madre de camino a la sinagoga
cuando escuchó llorar a la bebé y se
detuvo a ayudar. Cargó a la niña en
brazos hasta que se durmió.
Hay una lección para todos nosotros en
el ejemplo del rabí y en el amor de Jesús
por la gente.
En nuestras agitadas y ocupadas
vidas, tendemos a enredarnos tanto
con nuestras propias preocupaciones
que perdemos el sentido de la compasión
por los demás. Debemos tomarnos el
tiempo para observar y responder a
las personas, ya sean niños pequeños,
padres o creyentes mayores que nosotros.
En algún momento en medio de las
demandas que tienes , tómate el tiempo
de acariciar la mano de un creyente
anciano, de consolar a una madre
cansada, o de acunar a un bebé
hasta que se duerma.
Renuevo de Plenitud
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