Quisiera saber, madre, de San Marcos y el león; de San Roque y su perro, San Francisco y las aves; San Huberto y el ciervo, San Jorge y el dragón; de San Pedro y el gallo, con sus signos y claves.
De San Martín de Porres, que barriendo su alcoba a las graciosas lauchas se prodigaba tierno para que se durmieran tranquilas en la escoba, de sí mismo olvidándose, aterido en invierno.
No me digas que no, ni te rías tampoco. Háblame de los Santos, di por qué se les reza; quisiera parecérmeles, conocerlos un poco, tener un corderito para mi compañía, llevar, lo mismo que ellos, un nimbo en la cabeza y estar en los altares contigo, madre, un día.
Gracias mi Gaviotas hermosas, por todo su apoyo, en los momentos que mas he necesitado, esta gaviota la podran hacer caer, pero siempre elevara su vuelo mas alto.