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EL VENDEDOR DE SEMILLAS
Un joven soñó que entraba en un supermercado recién inaugurado y, para su sorpresa, descubrió que Jesucristo se encontraba atrás del mostrador.
- ¿Que vendes aquí? - le preguntó.
- Todo lo que tu corazón desee - respondió Jesucristo.
Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, el joven emocionado se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear:
- Quiero tener amor, felicidad, sabiduría, paz de espíritu y ausencia de todo temor - dijo el joven-. Deseo que en el mundo se acaben las guerras, el terrorismo, el narcotráfico, las injusticias sociales, la corrupción y las violaciones a los derechos humanos.
Cuando el joven terminó de hablar, Jesucristo le dice:
- Amigo, creo que no me has entendido. Aquí no vendemos frutos; solamente vendemos semillas.
"Convierte en frutos las semillas que hay en tí".
Muchas veces pedimos que Dios nos lo de todo hecho, y si bien es cierto todo lo que pidamos nos será dado si lo pedimos con fe, Jesús no nos anula y nos permite ser parte de nuestra misma historia, haciéndonos participar de su voluntad que es BUENA, PERFECTA y AGRADABLE. Es decir, una voluntad que no es mala para nosotros, no tiene defectos y que además nos va a gustar.
Pide semillas, siémbralas y consecha los frutos junto con Jesús.
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